La misión común que tenemos los seres humanos es “aprender” a tener la mente abierta para alcanzar en la corta vida que tenemos a conocer la riqueza que nos ha brindado Dios, La Energía, El Universo…riquezas que se encuentran en la naturaleza, en los seres humanos, en las cosas más sencillas y que muchas veces con el pasar de los años dejamos desapercibidos.

Desde que nacemos somos receptores, entendemos muy bien y sabemos a qué hemos venido, por eso es que todas las cosas a nuestro alrededor nos “causan curiosidad y nos llaman la atención”. Queremos cada vez más conocer el significado de su existencia, cómo funcionan, qué tienen por dentro, no se nos queda una sola parte por escudriñar y disfrutamos de todos los pequeños detalles. Si queremos algo y no lo tenemos a nuestro alcance nos valemos de cualquier otro elemento que sí podamos coger y soñamos y nos imaginamos que tenemos lo otro.

Pero después vamos aprendiendo poco a poco “NUESTRO MUNDO” y vamos rutinizando tanto nuestras acciones que ya no nos llaman la atención las mismas cosas que anteriormente nos fascinaban y encantaban.

Llegado este punto debemos parar, meditar y concentrarnos hacia dónde queremos ir  y  qué otra cosa diferente vamos a aprender. Todos los días tenemos la oportunidad de aprender algo nuevo, sin importar nuestra edad.  Nuestro Universo es tan grande y diverso y hay tantas maravillas por descubrir que nos falta tiempo por vivir para alcanzar a entenderlo.

El tener claro que no somos producto terminado y cumplir todos los días nuestra misión de Aprender nos mantiene activos, felices y motivados para seguir nuestro camino.