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Las ideas y especulaciones acerca del mundo pueden conducir a la enajenación mental. Esta rueda de la existencia, este ciclo de continuidad, carece de fin y el primer principio de las cosas que vagan y se afanan por doquier encubiertas en ignorancia y aherrojados por el deseo, no se puede columbrar.

Aforismos de Buda

Cuando observamos los retos sólo desde nuestro punto de vista, sin ampliar más información, podemos caer en el error de juzgar deliberadamente las actitudes de las personas a nuestro alrededor.

Y si adicional nos tomamos esas actitudes a modo personal sin tener en cuenta que cada ser actúa de la mejor manera que sabe en cada momento acorde a su nivel (físico, emocional, educativo, económico, etc.) , podremos  renunciar y perdernos de los mejores deleites de la vida como compartir en armonía con nuestros semejantes, por falta de una comunicación adecuada.

En el siguiente video hay una hermosa historia que nos enseña a no juzgar a los demás por una simple actitud de un momento y buscar la mejor manera para comunicarnos.

A través del espejo de una relación, descubro mi yo más interior.

Por esta razón, el desarrollo de las relaciones es la actividad más importante de mi vida. Todo lo que veo a mí alrededor es una expresión de mí mismo. Las relaciones son una herramienta para la evolución espiritual cuya meta última es la unidad en la conciencia. Todos somos inevitablemente parte de la misma conciencia universal, pero los verdaderos avances tienen lugar cuando empezamos a reconocer esa conexión en nuestra vida cotidiana.

Las relaciones son una de las maneras más efectivas para alcanzar la unidad en la conciencia, porque siempre estamos envueltos en relaciones. Piensa en la red de relaciones que mantienes: padres, hijos, amigos, compañeros de trabajo, relaciones amorosas. Todas son, en esencia, experiencias espirituales. Cuando estás enamorado, romántica y profundamente enamorado, tienes una sensación de intemporalidad. En ese momento, estás en paz con la incertidumbre. Te sientes de maravilla, pero vulnerable; sientes cercanía pero también desprotección. Estás transformándote, cambiando, pero sin miedo. Te sientes maravillado. Ésa es una experiencia espiritual.

A través del espejo de las relaciones, de cada una de ellas, descubrimos estados prolongados de conciencia. Tanto aquellos a quienes amamos como aquellos por quienes sentimos rechazo, son espejos de nosotros.
¿Hacia quiénes nos sentimos atraídos? Hacia las personas que tienen características similares a las nuestras, pero eso no es todo. Queremos estar en su compañía porque subconscientemente sentimos que al hacerlo, nosotros podemos manifestar más de esas características.

Del mismo modo, sentimos rechazo hacia las personas que nos reflejan las características que negamos en nosotros.
Si sientes una fuerte reacción negativa hacia alguien, puedes estar seguro de que tú y esa persona tienen características en común, características que no estás dispuesto a aceptar. Si las aceptaras, no te molestarían.

Cuando reconocemos que podemos vernos en los demás, cada relación se convierte en una herramienta para evolución de nuestra conciencia. Gracias a esta evolución experimentamos estados extendidos de conciencia.

La próxima vez que te sientas atraído por alguien, pregúntate qué te atrajo. ¿Su belleza, gracia, elegancia, autoridad, poder o inteligencia? Cualquier cosa que haya sido, sé consciente de que esa característica también florece en ti. Si prestas atención a esos sentimientos podrás iniciar el proceso de convertirte en ti más plenamente.

Autor: Dr. Deepak Chopra

No existe algo llamado verdad objetiva. Nosotros mismos hacemos nuestra propia verdad.

No existe una realidad objetiva. Nosotros hacemos nuestra propia realidad.

Hay caminos de conocimiento espiritual, místico o interior que son superiores a nuestros caminos de conocimiento ordinarios.

Si una experiencia parece real, lo es. Si una idea parece correcta, lo es. Somos incapaces de adquirir conocimiento de la verdadera naturaleza de la realidad.

La propia ciencia es irracional o mística. No es más que otra fe o sistema de creencia o mito, sin más justificación que cualquier otra.

No importa que las creencias sean ciertas o no, siempre que sean significativas para uno

Un resumen de creencias de la Nueva Era, de THEODORE SHICK, Jr., y LEWIS VAUGHN,

How to Think About Weird Things: Critical Thinking for a New Age

(Mountain View, CA; Mayfield Publishing Company, 1995)

 

En el universo existen varias leyes que rigen todo cuanto existe, una de ellas es la dualidad o polaridad. Esta ley se manifiesta en todos los seres y acontecimientos, y ha sido explicada en varias culturas de diferentes maneras pero con el mismo fondo.

Está expresada como una de las leyes Universales del Kybalión, también es el principio del Ying y el Yang, el cual promulga que no hay algo que sea totalmente negro o totalmente blanco, siempre lo frío tiene algo de calor y el calor tiene algo de frío, en la salud hay enfermedad y en la enfermedad hay salud, y en un determinado momento se pueden revertir estas condiciones. Por ello al juzgar estamos viendo solamente una parte del todo, solamente un grado.

Este principio de dualidad lo podemos observar aún más claro en el comportamiento humano pues al mismo tiempo que tenemos inmensas y abundantes virtudes podemos tener infinidad de defectos, de nosotros depende qué lado vamos a escoger para seguir el camino de nuestra vida.

En la siguiente historia que aparece en el libro “La culpa es de la Vaca 2” se puede ver un ejemplo de este comportamiento, si la historia es verídica, no lo sabemos, pero de acuerdo a la ley de dualidad cabría en el mar de posibilidades.

LA ÚLTIMA CENA

La obra titulada La última cena, de Leonardo Da Vinci, fue pintada en un período de siete años. Las imágenes que representan a los doce apóstoles y a Jesús al parecer fueron retratos de personas reales. Cuando se supo que Da Vinci pintaría esta obra,  cientos de jóvenes se presentaron ante él para ser seleccionados. La persona que sería el modelo para ser Cristo fue la primera en ser seleccionada.

Da Vinci buscaba un rostro que reflejara una personalidad inocente, pacífica y que a  la vez fuera bien parecido. Buscaba un rostro libre de los duros rasgos que deja la vida intranquila del pecado. Finalmente, después de algunos intentos, seleccionó a un joven de 19 años de edad como modelo para representar la figura de Jesús.

Casi durante seis meses Leonardo trabajó para pintar al personaje principal de esta formidable obra. Durante los siguientes seis años continuó su obra buscando personas que representarían a doce apóstoles, dejando para el final a aquel que representaría a Judas.

Por muchas otras semanas estuvo Leonardo buscando a un hombre con una expresión fría y dura. Un rostro marcado por la decepción, la traición, la hipocresía y el crimen. Un rostro que identificara a una persona que sin duda traicionaría a su mejor amigo.

Después de muchos fallidos intentos en la búsqueda de este modelo, llegó a oídos de Da Vinci que existía un hombre con esas características en el calabozo de Roma. Este hombre estaba sentenciado a muerte por haber llevado una vida llena de robos y asesinatos. Leonardo vio ante él a un hombre cuyo maltratado cabello largo caía sobre su rostro escondiendo unos ojos llenos de rencor, odio y ruina: al fin había encontrado a quien modelaría a Judas en su obra.

Gracias a un permiso de sus carceleros, el prisionero fue trasladado a Milán al estudio del maestro. Por varios meses este hombre se sentó silenciosamente frente a Leonardo mientas el artista continuaba con la ardua tarea de plasmar en su obra al personaje que había traicionado a Jesús. Cuando le dio la última pincelada a su obra, se dirigió a los guardias del prisionero y les dijo que se lo llevaran.

Cuando salían del recinto, el prisionero se soltó de los guardias y corrió hacia Leonardo Da Vinci gritándole:

-¡Da Vinci! ¡Obsérvame! ¿No reconoces quién soy?

Leonardo Da Vinci lo estudió cuidadosamente y le respondió:

-Nunca te había visto en mi vida hasta aquella tarde en el calabozo de Roma.

El prisionero levantó los ojos al cielo, cayó de rodillas y gritó desesperadamente:

-Leonardo Da Vinci, ¡Mírame nuevamente: yo soy aquel joven cuyo rostro escogiste para representar a Cristo hace siete años…!

No hay nada bueno o malo, es el pensamiento el que lo hace así.

William Shakespeare

Érase una vez, seis hombres ciegos en una aldea. Un día, un aldeano les dijo: «Hoy en el pueblo ha llegado un elefante”

Los hombres ciegos no tenían ni idea de lo que era un elefante. Entonces decidieron ir a conocerlo a pesar de que no serían capaces de verlo, podrían sentirlo de todos modos.

Todos ellos fueron a donde estaba el elefante y lo rodearon. Cada uno de ellos tocó al elefante en una parte diferente.

-«El elefante es un pilar», dijo el primer hombre que tocó la pierna.

-«Oh, no, ¡es como una soga!», dijo el segundo hombre que tocó la cola.

-«Oh, no, ¡es como una gruesa rama de un árbol!», dijo el tercer hombre que tocó la trompa del elefante.

-«Es como un ventilador de mano grande», dijo el cuarto hombre que tocó la oreja del elefante.

-«Es como una pared enorme», dijo el quinto hombre que tocó el vientre del elefante.

-«Es como un tubo sólido», dijo el sexto hombre que tocó el colmillo del elefante.

Pronto comenzaron a discutir sobre el elefante y cada uno de ellos insistió en que él tenía la razón.

Un hombre sabio pasaba por allí y vio esto. Se detuvo y les preguntó: -«¿Cuál es el problema?»

Ellos dijeron: -«No podemos estar de acuerdo en cómo y qué es un elefante.»

Cada uno de ellos le dijo al hombre sabio lo que pensaba que era el elefante.

El hombre sabio tranquilamente les explicó:

-«Todos ustedes están en lo cierto. La razón por la que cada uno de ustedes está diciendo diferentes cosas es que cada uno de ustedes tocó una parte diferente del elefante. Por lo tanto el elefante tiene todas las características que mencionaron.»

La moraleja de la historia es que puede haber algo de verdad en lo que dice alguien.  Cada quien, de acuerdo a su experiencia y perspectiva tiene su propia verdad así no estemos de acuerdo.  En vez de gastar el tiempo en discusiones vanas podemos entender que tal vez la otra persona tiene “sus razones”.

Cuento Jainista

 

» Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos»
Nicolás Maquiavelo.

» En lo que parecemos, todos tenemos un juez; en lo que somos, nadie nos juzga»
Johann Christoph Friedrich von Schiller.