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El minimalismo es un camino para avanzar más ligero hacia las metas. Es una forma de vida, un estilo que libera el peso de la tradición, de los hábitos e incluso de la cotidianidad. ¿Por dónde se debe empezar?

«Para iniciar en el Minimalismo tenemos que definir qué es lo importante para nosotros, que es lo que te hace realmente feliz, pueden ser muchas cosas, tu pareja, tu familia, tus amigos, todo aquello que te permita disfrutar plenamente tu vida y de ahí parte todo», dice Omar Carreño, creador del Blog Analisis Realista.

El Minimalismo es un proceso largo, no consiste nada más en tirar todo aquello que no utilizamos, hay que mantener la sintonía. El primer paso para lograr un buen comienzo consiste en eliminar aquellas actitudes que nos saturan.

Cada vez que depuremos algo de nuestra vida, estamos iniciando. Es una parte compleja. De un escritorio se pueden tirar las cosas que contaminen el espacio, elimina lo que no te ayuda, aquello que se vea desordenado, acomódalo.

En la casa hay que hacerlo despacio. El desapego es un factor minimalista que cuesta mucho trabajo incorporar, así que no trates de hacerlo de golpe, hay que ir poco a poco o te decepcionarás muy fácilmente. Hay que ver si hay recuerdos que se puedan guardar por un tiempo.

En la vida, empieza a llevar todo con más calma, no hay que presionarse innecesariamente, aprende a valorar aquellas cosas que realmente sean importantes y descarta lo que no lo es, tampoco se puede cambiar de la noche a la mañana, pero es un proceso que vale la pena tratar.

De esta manera, tu actitud ante la vida irá cambiando y entonces podrás mantener un equilibrio, adquiriendo experiencias, momentos y nuevos ideales que mejorarán tu vida en cuestión de tiempo.

Durante una batalla, cierto general decidió atacar al adversario a sabiendas que su ejército era inferior en número de efectivos. Pero estaba confiado en ganar, aun cuando sus hombres estaban llenos de dudas.

Camino a las operaciones, se detuvieron en una capilla. Después de rezar con sus hombres, el general sacó una moneda y dijo: – Ahora tiraré la moneda. Si es cara, ganaremos. Si es cruz perderemos. El destino se revelará.

Tiró la moneda en el aire y todos miraron atentos como aterrizaba en el suelo. Era cara. Los soldados estaban tan contentos y tan confiados que atacaron vigorosamente al enemigo y consiguieron la victoria. D espués del combate, un teniente le dijo al general:

«Nadie puede cambiar el destino«.

Tal vez contestó el general con una sonrisa de picardía mientras mostraba al teniente una moneda que tenía cara en ambos lados.

El liderazgo se configura como una cualidad natural de quienes mejor lo practican y tiene un alto componente de inteligencia emocional. Se ha establecido que un líder necesita de los tres siguientes niveles:

  • El liderazgo individual (hacer lo mejor que cada uno sabe y alcanzar lo que se anhela).
  • El liderazgo grupal (lograr que las personas actúen en función de habilidades como la creatividad, la diversidad, la fuerza y la comunicación)
  • El liderazgo organizativo (requiere que las personas que hacen parte de la organización sean congruentes en su actuar).

Para liderar se debe escoger un camino especifico a seguir basado en un plan que contenga metas claras y precisas. Acorde con diversas investigaciones se estableció un modelo que contiene cinco dimensiones de la personalidad con las características de un buen líder, estas son:

1. Dimensión emocional, donde se encuentra el rasgo de extroversión, por lo tanto la persona comúnmente quiere hacerse cargo de las situaciones.

2. Dimensión de la empatía que se refiere a la armonía interpersonal y a la sensibilidad que permite respetar las diferencias, comunicarse adecuadamente  y entender al otro a partir de lo que se observa, de la información verbal o de información accesible desde la memoria.

3. Dimensión de ajuste, se relaciona con los rasgos de estabilidad emocional, autocontrol, tranquilidad y autoconocimiento.

4. Dimensión de la escrupulosidad, contiene los rasgos de logro, la responsabilidad, confianza percibida por los otros, credibilidad, accesibilidad, organización, resistencia, tolerancia a la tensión y a la frustración, toma de iniciativa, seguridad en sus ideas, decisiones y capacidades, realismo e integridad.

5. Dimensión de apertura a la experiencia, contiene rasgos relacionados con la disposición a cambiar y vivenciar cosas nuevas, la capacidad cognoscitiva de razonar en forma crítica, resolver problemas y tomar decisiones y la flexibilidad.

Cierto día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pradera. El animal abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas.

Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, jefe de un rebaño, que viendo el espacio ya abierto hizo a su rebaño seguir por allí.

Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese mismo sendero: entraban y salían, giraban a la derecha y a la izquierda, descendían, se desviaban de los obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no hacían nada para crear una nueva vía.

Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en una amplia carretera donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría realizarse en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.

Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y, finalmente, en la avenida principal de una ciudad. Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto intrincado era el peor de todos.

Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía al ver que los hombres tienen esa ciega tendencia rutinaria a seguir la vía que ya está abierta, sin preguntarse si habría acaso una mejor opción o camino. Tal vez hubiesen descubierto otros paisajes más bellos.

Cuando las cosas vayan mal, Como a veces pasa,
Cuando el camino paresca cuesta arriba,
Cuando tus recuerdos menguen

Y tus deudas suban,
Y al querer sonreir, tal vez suspiras,

Cuando tus preocupaciones,
Te tengan agobiado,
Descansa si te urge, pero no te rindas.
La vida es rara con sus vueltas y tumbos.

Como todos muchas veces comprobamos,
Y muchos fracasos suelen suceder,
Aun pudiendo vencer de haber perseverado
Asi es que no te rindas.

Aunque el paso sea lento
El triunfo puede estar
A la vuelta de la esquina.

El triunfo es el fracaso al revés
Es el matiz plateado de ser nube incierta
Que no deja ver su cercanía…

Aun estando bien cerca
Por eso decidete a luchar sin duda
Porque en verdad cuando todo empeora
El que es valiente no se rinde. LUCHA.

Anónimo

Nos convencemos de que la vida será mejor después de cumplir los 18 años, después de casarnos, después de conseguir un mejor empleo, después de tener un hijo, después de tener otro… Entonces nos sentimos frustrados porque nuestros hijos no son lo suficientemente grandes, y pensamos que nos sentiremos felices cuando lo sean. Después nos lamentamos porque son adolescentes difíciles de tratar; ciertamente, nos sentiremos más felices cuando salgan de esa etapa.

Nos decimos que nuestra vida será completa cuando a nuestro(a) esposo(a) le vaya mejor, cuando tengamos un mejor carro o una mejor casa, cuando podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados.

La verdad es que no hay mejor momento que este para ser felices. Si no es ahora, ¿cuándo? Una de nuestras frases favoritas es de Alfred de Souza: “Por largo tiempo parecía para mí que la vida estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar; entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta de que estos obstáculos eran mi vida”.

Esta perspectiva nos ha ayudado a ver que no hay camino a la felicidad: la felicidad es el camino. Debemos atesorar cada momento, mucho más cuando lo compartimos con alguien especial, y recordar que el tiempo no espera a nadie. No espere hasta terminar la escuela, hasta volver a la escuela, hasta bajar diez libras, hasta tener hijos, hasta que los hijos vayan a la escuela, hasta que se case, hasta que se divorcie, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno, o hasta que muera, para aprender que no hay mejor momento que este para ser feliz. La felicidad es un trayecto, no un destino.