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Hay momentos en la vida en donde no disfrutamos mucho de nuestra existencia, nos llenamos de stress y andamos como locos buscando el éxito o el reconocimiento de los demás por encima de todo, mientras nos olvidamos de la alegría de vivir.

Tal vez pasamos mucho tiempo tratando de construir un futuro mejor para nuestra familia, pensado todo en función de la parte económica y al final es muy poco el tiempo de calidad que terminamos compartiendo con ellos.

De hecho buscamos que esto suceda en un futuro anhelado y nos perdemos de esta vivencia en el presente. Aplazamos, el momento esperando condiciones ideales y tal vez estas nunca lleguen.

En pocas palabras nos buscamos un futuro ideal, perdiéndonos del momento presente.

¡Sacúdete ya! Empieza a disfrutar de la vida ahora, sal al campo, respira profundo, olvidate de los problemas, maravíllate con las cosas sencillas, abraza tus seres queridos, sonríe sin importar el motivo.

VIVE… ¡El momento es ahora!


Por razones socioculturales, estamos acostumbrados a que los hombres ganan más que las mujeres. Ellos son quienes, a lo largo de la historia, se han encargado de cumplir con la totalidad, o por lo menos con la mayoría, de las obligaciones financieras del hogar.

Sin embargo, en las últimas décadas el panorama cambió, y ya es más común que algunas mujeres ganen más que los hombres, tengan vidas profesionales exitosas y una mayor independencia. Es un hecho que las mujeres ya no se quedan en la casa, haciendo las tareas del hogar, sino que están buscando asumir desafíos en el campo laboral y en muchos casos, combinar sus tareas de madre con las de empleadas o empresarias.

Cuando la mujer gana más en el hogar, pueden presentarse dificultades en la relación de pareja. Los problemas pueden comenzar con un detonante diferente al relacionado con el dinero, pero con el tiempo sí se evidencia que algo está pasando en casa.

Aunque no es un hecho para generalizar, comúnmente el hombre empieza a mostrar comportamientos propios que demuestran inseguridad, frustración y depresión. Estos sentimientos se dan a partir de ideas o reglas que ya se tienen como que la persona que gana un mejor sueldo es porque es más inteligente y puede lograr mejores oportunidades. Todo esto es producto de la relación de equivalencia que se ha hecho entre sueldo-poder, sueldo-éxito, éxito-admiración.

Las consecuencias de esa situación pueden derivar en comportamientos agresivos, infidelidad o búsqueda de nuevos hobbies. Todo como una manera de darle equilibrio a esos sentimientos de bajo auto-concepto.

Por otro lado, la mujer también puede mostrar cambios al estar mejor remunerada que su pareja, aunque vale aclara que obviamente esto depende de la dinámica que se dé en cada pareja, dice Zabala.

Algunas empiezan a sentir que aumenta el control en la toma de decisiones y por lo tanto, el valor de opinión de su pareja se reduce y que sus actividades se vuelven más importantes que las del otro. De esta manera, para llegar a una conciliación casi siempre termina involucrándose el factor dinero, dándosele a este, el papel de exclusividad para ganar la pelea.

 

Cada vez más personas adultas prefieren vivir solas y su éxito puede ser el nivel de dependencia/independencia que se tenga. Conocer la soledad nos prepara de mejor manera para una vida futura en pareja.

Ventajas

  • Nadie controla nuestros horarios y no hay que dar explicaciones de lo que hacemos o dejamos de hacer.
  • Limpiamos y cocinamos cuando queremos.
  • Decoramos y le damos al lugar la apariencia que deseamos, sin precisar ponernos de acuerdo con nadie.
  • Ocupamos la totalidad de los closets, cajones, armarios y todos los espacios libres.
  • Si tenemos pareja, no verse un par de días suele aumentar el deseo de volver a verse.

Desventajas

  • Llegamos a casa y no tenemos con quién hablar de lo que nos pasó durante el día, falta otra presencia que nos brinde afecto.
  •  Nos hacemos cargo de todos los gastos del hogar.
  •  Comemos siempre solos.
  •  Algunos nos volvemos más maniáticos con nuestras cosas, y cada vez nos molesta más lo que consideramos desorden ajeno.
  •  Somos responsables de todo lo que implica el manejo de una casa (hacer mercado, lavar la ropa, encargarnos de las pérdidas de gas o de las filtraciones de agua).
  •  Hay mayor tendencia a estar tristes. En ciertos momentos sentimos que nos falta algo, añoramos la compañía de otras personas, o de ese ser tan especial que vive en otro lugar.

Para muchos éxito puede llegar a ser una palabra lejana y hasta ajena. Resulta ser que no es más que la consecución de los objetivos y metas propuestas por una persona en determinado instante, con ambición o no. Hasta se puede hablar de éxito en pequeños detalles de la vida.

Logre lo que se propone de esta manera:

1. Defina sus propósitos. Decida cuáles son sus ideales en la vida, trace una estrategia que le permita acercarce cada vez más a lo que quiere lograr.

2. Delimite sus objetivos. Intente definir con claridad qué es lo que quiere conseguir, cosas materiales o logros personales. Diga mentalmente: «quiero tener libertad financiera, no tener que trabajar por el dinero, pasar mucho tiempo con mi familia».

3. Establezca cantidades y fechas. No es lo mismo decir: «quiero ganar mucho dinero» a «quiero ganar $2.000 dolares mensuales». Se trata de determinar con exactitud el alcance de sus objetivos en cuantía y tiempo de consecución. Si se define una fecha, se programará inconscientemente para lograrlo.

4. Divide y vencerás. Hay que dividir los objetivos y metas en partes pequeñas, para que sea simple ir por cada uno de los propósitos, en vez de hacerle frente a un reto muy grande. Es probable que no se de cuenta cuando ya esté disfrutando de los logros.

5. Visualice el éxito. Mírese a usted mismo en el estado final de tanto esfuerzo. Haga de cuenta que todo aquello por lo que lucha, ya lo ha conseguido e intenta personificarse en ese éxito.

En la vida como en el ajedrez el único que tiene que moverse hacia adelante es el peón. ¿Cómo jugarse la vida? ¿Vale la pena ser Rey?  Copiamos esta reflexión realizada por el Docente Sergio A. Castrillón. Profesor de Negocios Internacionales de Eafit, esperamos que sirva de reflexión a nuestro lectores.

Como ciudadano, no deja uno de escandalizarse frente a los múltiples escándalos de corrupción, las tentaciones del dinero fácil y las ilusiones del arribismo social que seducen a nuestros jóvenes profesionales.

Como profesor universitario, es preciso ir más allá de la indignación, pues se hace imperativo ser parte de la solución, ir más allá de los lamentos, pues con rasgar las vestiduras no necesariamente contribuimos a encaminar mejor las futuras generaciones.

Así pues, en estos días me puse en la tarea de auscultar las razones por las cuales nuestros estudiantes, siguen dejándose descrestar (literalmente, corriendo además el riesgo de perder sus testas, junto a las decorativas crestas) por las promesas efímeras del éxito cortoplacista y el esfuerzo mínimo. Se me ocurrió pensar que quizás nunca han leído a Estanislao Zuleta elogiando la dificultad, y que seguramente desconocen a Hesíodo, que desde hace siglos rescataba la importancia del trabajo para hacer realidad los anhelos de justicia, en los días de la humanidad.

Aunque son lecturas encantadoras, y la filosofía ciertamente es parte de la solución en el largo plazo, creo que también conviene pensar en modelos mentales más lúdicos, que desaten además la imaginación y faciliten la tolerancia frente a la incertidumbre (pues de alguna forma, el apego a los logros, puede interpretarse como una aprehensión hacia la incertidumbre).

¿Cómo transmitir entonces el mensaje, que el éxito no lo es todo, o qué el proceso es más importante; o como dice el poeta, que lo importante no es el punto de llegada, sino el camino que se recorre?

Se me ocurrió entonces pensar en el ajedrez, donde la figura más humilde, ignorada y masiva, puede interpretarse como una metáfora excelente para repensar nuestros patrones de conducta social.

En nuestras sociedad vemos reinas que se mueven sin restricción alguna; quizás seduciendo con su belleza, tal vez financiadas por algún capo de agujeros negros, centros de fuerzas gravitatorias difíciles de contener. También vemos caballos que saltan con ímpetu y presteza, sin consideración alguna por los demás. Muchos alfiles, avanzan con destreza, diagonalmente, con posibilidad de reversar y cambiar de rumbo, sin comprometerse en la orientación, cubiertos con un cierto manto de sacralidad. También observamos torres que reflejan solidez, que protegen y con rapidez cubren vastos territorios; que pueden ir y volver, desplegando fuerza. Obviamente también encontramos el rey, que todos quieren proteger y servir, el centro de la lisonja y servil atención de los demás, que renuncian a su propio destino, sacrificándolo en función de otra ficha, que simplemente ostenta una jerarquía mayor.

Sin lugar a dudas, todas las figuras son valiosas dentro del ajedrez, y nos permiten esbozar símiles para pensar la sociedad. Cada figura permitiría ahondar la reflexión explorando sus significados dentro de la sociedad actual, o interpretando su lugar en la génesis y evolución del juego. Pero hoy, le quiero dar protagonismo al peón, pues en la vida y en el juego, representa un modelo de acción, honesta y determinada.

El peón es la figura más similar al ser humano: es la más frágil del tablero, la de mayoritaria presencia, la más vulnerable, por su posición y contextura. Sin embargo, su debilidad se convierte en potencia, pues siempre debe mirar hacia adelante, y su restricción de poder avanzar sólo una casilla a la vez, le otorga una constancia inigualable. El peón no puede retroceder, sus diagonales son pequeñas y orientadas, siempre en función del norte, muy parecido al ineludible destino de la gran población, que con pequeños logros construye su proyecto de vida, un día a la vez; sin recurrir a atajos ni privilegios.

¿Por qué no atrevernos a proponer distintos modelos para nuestros estudiantes y profesionales? ¿Por qué no desechamos de nuestro inconsciente colectivo el modelo del rey, la más inútil de las fichas, inherentemente lento, ambiguo y condenado a esconderse? Aunque la idea no es ofrecer una apología a la iniquidad ni a la asimetría social, repensar el role del peón nos ayuda a reivindicar la idea del mérito y la persistencia; del trabajo honesto, de quienes se esfuerzan, a veces se sacrifican, pero nunca claudican.

Los peones nunca caen como cocos, pues nunca suben como palmas. No pueden refugiarse en solapados enroques, ni tienen un séquito de servidores que generan barreras que los aíslan de la realidad. Los peones están a la vanguardia, son los pioneros, son quienes abren el juego, y a la postre son los únicos capaces de transcender, de convertirse en algo más, de transformarse y potenciar sus capacidades. En una sociedad como la nuestra, todo eso es bastante loable y nada despreciable.

Fuente: dinero.com

La envidia se basa en el ego, el orgullo, la capacidad de auto-superación, la felicidad y actitud positiva. Estas son las 5 características principales que forman la envidia. Y por lo tanto ésta se va desarrollando a lo largo de toda la vida y como la persona ha afrontado las complicaciones a lo largo de la misma.

Para superar la envidia negativa, muy negativa o neutral tendrás que aprender a dominar tu ego en vez de que él te domine a ti.

Tendrás que ser humilde, admitir cuando alguien te ha ganado y elogiarlo por ello. Tendrás que admitir que puedes fracasar porque no eres perfecto, eres humano. Deberás guardar tu orgullo, tienes que estar muy por encima de tu orgullo y tu ego, deberás controlarlos en vez de que ellos te controlen a ti.

Tendrás que motivarte en auto-superarte constantemente, ver la vida de forma más positiva y las circunstancias también, tendrás que ser alguien a quién le satisface su vida.
Como vemos tienes que adoptar una serie de cualidades en ti que garantizarán que tengas una envidia muy positiva hacia las demás personas.

Lo siento, no hay fórmula mágica, yo te doy las claves para cambiar, eres tú quién tiene que decidir cambiar y hacerlo. Ahora tienes las herramientas, úsalas.

Estas son algunas de las características de las personas envidiosas:

  • Estar comparándose constantemente con los demás, ya sea por la personalidad o posesiones de la otra persona.
  • Estar inconforme consigo mismo.
  • Molestarse ante la felicidad o éxito de los demás, desear que todo le vaya mal a los demás para sentirse menos infeliz.
  • La persona envidiosa no vive en torno a ella sino a lo que otros tienen, lo desearían tener o de lo que carece.
  • Se torna una persona burlona, mal hablada, pesimista, crítica.
  • No reconoce la envidia.

Tenga muy presente que si usted tiene buenos hábitos mentales será una persona exitosa. De hecho, la historia dice que los hombres más exitosos tienen excelentes hábitos mentales.

Desde pequeños nos enseñan a tener buenos hábitos de higiene: cepillarse los dientes, bañarse bien y demás. Lo anterior hizo que usted se volviera una persona limpia e higiénica.

Pasa lo mismo con la mente. Si usted desarrolla buenos hábitos mentales pues tendrá éxito. Lo más probable es que ni se de cuenta cuando ya esté actuando como una persona de éxito en todo lo que haga. Estará emprendiendo, retando a la vida y logrando victoria tras victoria gracias a los hábitos instaurados.

¿Cómo lograrlo entonces? Encuentre un hábito para fortalecer su mente y repítalo constantemente. Usted se irá acostumbrando a que su mente trabaje de una cierta manera y verá resultados positivos.

Podemos decir que los hábitos se dividen en tres: emocionales, mentales y físicos. Para tener una buena salud mental, hay que tener muy buenos hábitos mentales. Para llegar a ser grande, tiene que pensar en que ya es grande. El secreto del éxito en la vida, radica en los hábitos que se tengan.

Es necesario entonces modificar algunos hábitos mentales y emocionales, especialmente, aquellos que le hacen ser inseguro. Para adquirir seguridad personal, simplemente, actúe y compórtese como si ya la tuviera; porque existe una relación directa entre su comportamiento, su pensamiento y sus sentimientos.

Es decir, si usted piensa en algo positivo, y lo siente verdaderamente, su comportamiento será directamente proporcional a ello, y así se manifestará. Hay que recordar, que nuestros pensamientos y sentimientos del pasado, son los que han creado nuestro mundo actual.

Alimentar la mente es como alimentar el cuerpo. Si alimentas tu cuerpo diariamente con comida sana, nutritiva y haces ejercicio regularmente, con seguridad tu cuerpo mantendrá saludable, fuerte, esbelto y tu actitud haica la vida estará en niveles altos de entusiasmo y optimismo.

De la misma manera, sucede lo contrario. Alimenta tu cuerpo con comida que no es nutritiva, duerme mucho, no haces ejercicio. El resultado: un cuerpo gordo, pesado, sonmoliento y por ende, la actitud se torna negativa. Aunque no en todo los casos por supuesto.

Alimentos para la mente

La mente actúa de manera similar que el cuerpo. Estos son algunos alimentos para la mente que debes consumir a diario:

  • Pensamientos positivos. Alimenta tu mente con ellos en lugar de alimentarla con pensamientos negativos.
  • Ideas claras.
  • Actitud mental positiva.
  • Pensamientos de éxito en lugar de pensamientos de derrota.
  • Optimismo en lugar de pesimismo.
  •  Entusiasmo en lugar de desánimo.
  •  Objetivos y metas claras en tu mente en lugar de sueños y metas vagas o superflúas.
  •  Visualización de logros.
  •  Estado de ánimo positivo.
  •  Pensamientos ganadores en lugar de pensamientos perdedores.


¿Tu trabajo constituye el centro de tu vida? ¿Tu empleo resta importancia a todo lo demás, incluida la familia, el ocio y la vida social? ¿Es tu refugio? ¿Llevarte trabajo a casa para acabarlo por la noche o los fines de semana es algo habitual en ti? Si es así, puede que seas un adicto al trabajo.

Esta situación define a aquellos trabajadores que, de forma gradual, van perdiendo estabilidad emocional y se convierten en adictos al control y al poder, en un intento por lograr el éxito.

Cómo detectarlo:

Aquí es donde surgen los primeros problemas porque, muchas veces, el entorno de dicha persona no ve mal su comportamiento. Si una persona practica juegos de azar, toma drogas o bebe de forma descontrolada, estas conductas son consideradas reprobables ante uno mismo y ante los demás. Pero trabajar más de la cuenta, incluso en fines de semana o renunciando a las vacaciones, parece algo respetable.

¿Cómo saber si has pasado de trabajar para vivir a vivir para trabajar? Se trata de un proceso gradual: suele oscilar entre los cinco y los veinte años. Comienza como una ambición profesional mayor de la media, que para poder llegar a conseguir sus metas necesita de una dedicación laboral que también está bastante por encima de la media.

Síntomas:

Hay tres grupos diferentes. En primer lugar los cognitivos o mentales: ansiedad e irritabilidad; depresión; necesidad creciente de trabajar más y dedicarle más tiempo al trabajo; preocupación constante por el rendimiento laboral; la sensación continua de estar agobiado, de no llegar a todo; sensación de vacío emocional; la infravaloración de otros tipos de actividad distintos a la laboral.

Otro grupo de síntomas son los fisiológicos: estrés, insomnio y, a largo plazo, hipertensión arterial y aumento de sufrir enfermedades vasculares. El tercer grupo son los síntomas de comportamiento: la necesidad casi compulsiva de realizar listas de cosas por hacer y de anotar en la agenda hasta el más mínimo detalle; incapacidad de estar sin trabajar durante un período prolongado sin experimentar ansiedad, inquietud e irritabilidad; alejamiento de la familia y los amigos.

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Algunas personas siempre salen con grandes ganancias de las situaciones en que la mayoría sólo puede resignarse a soportar las pérdidas de una situación general de crisis.

Sucede en todos los sentidos de la vida, tanto en los momentos de una crisis emocional personal, como en las relaciones interpersonales.

A la vez que las presiones económicas se van sintiendo más hoy en día, se empiezan a ver poco a poco esas pocas personas a quienes curiosamente les empieza a favorecer la situación que a los demás tanto les afecta.

Si lo observas detenidamente las vas a encontrar. Se trata de personas que se vuelven más y más importantes para la empresa en que trabajan porque conforme despiden a otras, ellas son las únicas capaces de mantener el barco a flote en su respectiva área. O bien, son personas cuya manera de ser inspira confianza a los demás y en momentos de crisis generan una sensación de seguridad a todos los demás involucrados en una actividad.

Al final de cuentas, son estas personas las que pueden aprovechar las oportunidades que siempre surgen de una situación de crisis, porque cuando hay crisis hay problemas, y cuando hay problemas las personas están dispuestas a invertir los recursos que tengan en aquellas personas que tengan la fortaleza y la actitud profesional para ayudarlos a resolver esos problemas.

De hecho, esas personas acaban por tener las mejores oportunidades en las relaciones de amistad y hasta de pareja, porque mientras todos los demás se ven golpeados por el desánimo de una crisis económica, estás personas se vuelven más populares y admiradas.

¿Y cuál es la clave para ser de este tipo de personas y poder convertir en éxitos y oportunidades de crecimiento las situaciones que todos los demás viven como una crisis? Una mentalidad valiente, realista, positiva. Una actitud ante la vida y ante los demás que viene de una profunda serie de emociones positivas construidas alrededor de nuestra idea de nosotros mismos.

Cuando una persona desarrolla y mantiene una autoestima verdadera y sana (porque como algunas veces hemos comentado ya, existen estructuras emocionales de autoestima falsas y poco sanas), se generan automáticamente la seguridad, la alegría la claridad mental y la actitud positiva pero realista que se necesita para lograr tener un gran éxito a partir de una crisis.