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El estreñimiento es un problema que afecta a muchos hombre y mujeres, este puede llegar a ser crónico si se abusa de los laxantes y otros medicamentos. Es más, frente a un problema leve de estreñimiento hay que evitar los laxantes, ya que vuelven perezoso al intestino, irritan la flora intestinal y hasta pueden llegar a agravar el problema.

La mejor solución es combatir el estreñimiento a través de una dieta rica en fibra, ya que favorece el tránsito intestinal, aumenta el volumen de las heces y despierta las ganas de ir al baño.

Por supuesto que hay que adquirir hábitos saludables y utilizar remedios caseros, hacer ejercicio físico o los masajes en el vientre.

A moverse

El estreñimiento no sólo es producido por mala alimentación. El sedentarismo es un enemigo del buen funcionamiento de nuestro cuerpo, ya que es necesario que los intestinos sean estimulados a través del movimiento.

Esto se consigue realizando cualquier actividad física. De hecho, los problemas de estreñimiento pueden solucionarse al poco tiempo de ir a un gimnasio. Así que, aunque no se haga mucho deporte, se puede intentar hacer abdominales con regularidad, para que los intestinos tengan actividad y así despertar las ganas de ir al baño.

También vale la pena decir que hay que acostumbrarse todos los días a sentarte en el baño a la misma hora para ir educando el cuerpo.

Automasaje de vientre

Cuando sientas que tienes muchos gases acumulados, date un masaje en el estómago y parte baja. Presiona y haz movimientos circulares en todo el vientre insistiendo en las zonas donde notes el aire. Al rato comenzarás a sentir ganas de ir al baño.

Levantar las piernas también puede estimularte a ir al baño, ya que en esta postura se relaja el esfínter. Para que sea más eficaz se puede probar lo siguiente: acostarse un rato en la cama con las rodillas en el pecho y, cuando vayas a ir al baño, coloca los pies sobre un pequeño taburete o sobre algo que las eleve.

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Las fricciones y presiones realizados con la palma y los dedos de la mano pertenecen a las formas más antiguas de terapias curativas: en todas las culturas se desarrollaron distintas técnicas de masajes con fines precisos. Por lo general, los masajes sirven para la regeneración del cuerpo y favorecen su curación.

Cada una de las diversas técnicas se basa en una teoría o filosofía diferente: según la tradición occidental, el masaje normaliza alteraciones patológicas como las de la piel o el aparato muscular. La tradición oriental se basa, por su parte, en la idea de flujos de energía que circulan por el cuerpo y que los músculos rígidos pueden bloquear; por lo que el masaje facilitaría esta circulación.

Las primeras referencias al masaje se remontan al ocaso del tercer milenio antes de Cristo, en los recetarios médicos de la antigua Mesopotamia, el país entre los ríos Tigris y Éufrates, como los griegos llamaron a la extensa región que comprende hoy día el territorio de Irak y partes de Siria y Turquía.

Conservadas hasta el día de hoy en resistentes tablillas de arcilla con escritura cuneiforme de esta civilización extinguida, las prescripciones dan testimonio de las distintas aplicaciones de masajes. Estos masajes se realizaron mediante el uso de aceites en el tratamiento de migraña, tortícolis, lumbago, espasmos, parálisis, agotamiento muscular o rigidez de distintas partes del cuerpo.

Las primeras referencias al masaje se remontan al ocaso del tercer milenio antes de Cristo. Sin embargo, las recetas médicas cuneiformes no explican cómo efectuaron las fricciones. La descripción la encontramos en la obra de un médico babilónico que vivió hace algo más de 3.000 años. Combinó la técnica del masaje con la recitación de conjuros y plegarias.

Por desgracia, no se conoce ni su nombre ni se conservan sus escritos originales. No obstante, su teoría fue tan popular e influyente que en casi todas las bibliotecas de las grandes ciudades de la antigua Mesopotamia, como Ur, Uruk, la gran Babilonia, Sippar, o las capitales asirias de Asur, Nínive y Nimrud, se guardaron y transmitieron celosamente desde finales del segundo milenio antes de Cristo hasta el siglo tercero antes de Cristo textos cuneiformes relativos a esta idea.