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Cuando Dergin Tokmak tenía tan sólo un año de edad, le administraron una vacuna caducada que lo llevó a perder el control de su tronco hacia abajo, especialmente sus piernas; al poco tiempo se supo que era polio. Esto ocurrió en su país natal, Turquía, lugar que, junto a su familia, dejó al poco tiempo del suceso para comenzar una nueva vida en Alemania.

A pesar de su discapacidad física, siempre soñó con ser bailarín. Para lograr su meta, trabajó la fuerza de sus brazos por varios años hasta que, gracias a su esfuerzo, logró asistir a una audición para Cirque du Soleil en 2004. Y quedó.

La habilidad artística de Tokmak lo llevó a protagonizar comerciales e incorporarse a otros grupos de danza reconocidos a nivel mundial: “Quiero pasar a la siguiente generación, así la gente puede ver que no hay obstáculo demasiado grande o demasiado limitante para bailar”, dijo Tokmak. “Mi mensaje como artista es mostrar al mundo que hay un alma creativa con o sin discapacidad”.

https://www.youtube.com/watch?v=7aEnQz31IL8

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Esta película trata de un deportista olímpico que se especializa en los aros y está obsesionado con ganar a toda costa en los próximos juegos olímpicos. Pero interiormente esta lleno de dudas, entonces encuentra un ser que lo guía por su camino de descubrimiento de su yo interior y de las cosas que realmente importan en la vida.

La película es super recomendada y nos deja varias enseñanzas de vida, entre ellas las siguientes:

1. No hay momentos ordinarios, cada momento que ocurre en tu vida es un momento extraordinario.

2. Nunca serás mejor o peor que nadie. No hay que compararse con los demás.

3. El problema de toda adicción esta en el hábito, el no ser consciente de tus elecciones y no tomar responsabilidad de las mismas.

4.  Lo triste de la muerte, no es la muerte en sí, sino que muchas personas pasan por la vida sin haberla realmente vivido.

5. Un guerrero, se disculpa por sus acciones pasadas, no renuncia a lo que ama, encuentra el amor en lo que hace, sin importarle el reconocimiento y actúa!  no reacciona.

7. Si no obtienes lo que quieres, sufres. Si lo obtienes también sufres porque temes perderlo.

8. Cuando aceptas que no puedes controlar lo que te pasa, te liberas.

9. Saca la basura de tu mente, la  basura es todo aquel pensamiento que te distrae de lo que realmente importa: Hay que vivir en el aquí y en el ahora.

10. Hay tres reglas en la vida para alcanzar la felicidad (Paradoja, humor y cambio):

  • Paradoja: la vida es un misterio, por lo que no te agotes intentando entenderla
  • Humor: ríete de ti
  • Cambio: nada permanece inmutable

11. Finalmente, lo importantes es el camino recorrido “el viaje” es lo que nos da felicidad, no el destino.

El miedo a lo desconocido es una cosa difícil de manejar para la mayoría de la gente. Este sentimiento nos paraliza y es el responsable de mantenernos atrapados en situaciones que no nos hacen felices. Malas relaciones, carreras ingratas y sueños ahogados a menudo vienen a la mente.

Pero, si quieres salir del atasco, romper con las cadenas del miedo y, finalmente, ponerte en el camino  hacia lo que quieres en la vida, aquí hay tres preguntas que puedes hacer para ayudarte a poner las cosas en perspectiva cuando tienes ante ti una decisión que te produce miedo:

¿Qué es lo peor que podría suceder si haces esto y fallas?

Es comprensible que nadie quiere centrarse en lo negativo. Siempre hay un riesgo de fracaso, y es importante sopesar ese riesgo. Por lo general, el riesgo es bastante pequeño (que no obtengas los resultados a tiempo, podrías perder algún dinero, o perder un par de horas). Otras veces, el riesgo puede ser realmente grande, y es importante tener claridad sobre eso también (por ejemplo que si tu paracaídas no se abre, que puedas ir a la cárcel, o tu carrera o tu reputación queden arruinadas). De cualquier manera, es importante mencionar realmente el peor de los casos aquí, así puedes tener una idea real sobre el fundamento de tu temor.

¿Cuáles son las consecuencias de no hacerlo?

Puede ser difícil tomar acción y hacer frente a las cosas que nos asustan. A menudo, puede parecer más fácil simplemente no tomar medidas, pero se trata de una elección en sí misma que trae otras consecuencias. Si optas por no hacer nada debes preguntarte:¿Qué oportunidades te pierdes y lamentarás? ¿Cómo te sentirás en 5, 10, o 20 años de tiempo, mirando hacia atrás al preguntarte acerca de lo que podría haber sido?

Muchas veces no actuar puede dar lugar a un patrón de pasividad en nuestras vidas. Nos acostumbramos a no tomar medidas y que nos hagan dudar, posponer las cosas, y seguir igual en todos los ámbitos de nuestra vida.

¿Qué pasaría si lo haces y consigues éxito?

La última pregunta que debes realizarte, ¿Vale la pena el esfuerzo? ¿Vale la pena la batalla para abrazar tus miedos y comenzar tu propio negocio, ganar una vida cómoda haciendo algo que te gusta, y trabajar en tus propios términos? ¿Vale la pena decir que por fin ya es suficiente y empezar  la dieta, perder todo ese peso que  te ha acomplejado y evitado vivir una vida más larga y saludable?
Si te centras en el beneficio, te podrás sentir mucho más motivado para seguir adelante y tomar las medidas para dejar que el miedo te detenga.

Pesar tus opciones

Una vez que tengas las respuestas a estas preguntas,  pregúntate cuál pesa más y una vez tengas claridad sobre la realidad de las circunstancias, puedes estar en una posición mucho mejor para hacer una elección informada.

«La acción no siempre trae felicidad;. Pero no hay felicidad sin acción» – Benjamin Desraili

Escuchar es una gran herramienta que tenemos en el manejo de relaciones personales que sabiéndola aprovechar correctamente nos sirve para:

  • Reducir la tensión
  • Aumentar el poder porque permite  obtener más información
  • Comprender a los demás
  • Aprender
  • Estimular la cooperación de los demás
  • Facilitar la negociación y la solución de los diferentes criterios
  • Proyectar una imagen de inteligencia y respeto hacia los demás
  • Aumentar la confianza del interlocutor

El hombre se demora dos años en aprender a hablar y gasta el resto de su vida aprendiendo a callar y escuchar.

¿Pero qué factores influyen en la dificultad para escuchar? Pues aunque parezca extraño hay un factor fisiológico que nos hace más ardua esta tarea: El ser humano emite 150 palabras por minuto pero el cerebro tiene la capacidad de procesar hasta 600 palabras por minuto osea que tenemos un 75% de tiempo libre.

Este 75% de tiempo libre de interferencia en la comunicación es el que nos permite pensar cantidades de cosas que nos pueden desconcentrar y perder el hilo de la comunicación porque usualmente lo dedicamos a:

  • Volvernos adivinos  imaginando lo que el otro va a decir
  • Preparar las respuestas
  • Ponerse a pensar en otras cosas
  • Aburrirse
  • Distraerse
  • Criticar y juzgar
  • Atendiendo otros medios de distracción

Para afrontar estos factores de dificultad en la escucha, aquí resaltamos algunos hábitos para adoptar cuando estemos conversando:

  1. Debemos concentrarnos en nuestro interlocutor mirándolo cara a cara y permitiendo que los ojos entren en contacto: así no hay oportunidad de distraerse mirando hacia otros lados y además reflejamos una imagen de respeto hacia el otro, al mostrarnos interesados en lo que está diciendo.
  2. Mentalmente organiza la información en forma de notas (si te queda fácil también las puedes hacer por escrito) entrando con empatía en el contexto del otro, si es necesario realiza preguntas para que exista una buena retroalimentación y puedas entender el mensaje que te quiere comunicar.
  3. Evita que elementos externos te desconcentren y enfócate en tu interlocutor, realiza las preguntas que necesites en el momento adecuado, debes esperar a que el interlocutor termine la idea para evitar juicios y suposiciones  y  poder intervenir.

Si analizamos la misma naturaleza  nos está diciendo la importancia del arte de escuchar, pues  tenemos dos orejas y una boca porque debemos enfatizar en la escucha más que en el hablar.

 

  1. Hacer lo posible para cambiar la forma de ver las cosas. Siempre mira el lado positivo. La mente te puede arrastrar a pensar en la negatividad y las dificultades. No la dejes. Mira el lado bueno y el aprendizaje de cada situación, por difícil e inconcebible que parezca absolutamente de todas las situaciones aprendemos y cuanto más duras, más marcada nos queda la lección, entonces agradece esa oportunidad de vivir y saca el aprendizaje. De lo contrario, cuando se te presentan situaciones incómodas y difíciles, perderás el rumbo de tu felicidad.
  2. Piensa en soluciones, no en problemas. Cuando pensamos en problemas nos quedamos bloqueados, absortos y sin saber qué hacer. Es mejor darse un respiro y pensar que absolutamente todo en la vida tiene solución y existe por una razón. No son problemas son retos que si se te han presentado es porque dentro de ti está el potencial para superarlos y seguir adelante. Y no todos tenemos los mismos “retos” porque todos tenemos diferentes cosas por superar.
  3. Escucha música relajante, edificante. Este es un alimento directo para tus sentidos.
  4. Mira comedias divertidas que te hacen reír. Y te llevan a un estado de alegría, jocosidad y buena onda.
  5. Cada día, dedica algún tiempo a leer unas cuantas páginas de un libro inspirador o un artículo. Este es un alimento para tu mente.
  6. Cuida tus pensamientos. Cada vez que te encuentres pensando en cosas negativas, empieza a pensar en cosas agradables. Simplemente si vienen estos pensamientos acéptalos déjalos pasar pero inmediatamente piensa en cosas agradables, no dejes que en tu mente se posesionen pensamientos negativos, en cambio llena ese espacio inmediatamente con positivos.
  7. Siempre mira lo que has hecho y no  lo que no tienes. A veces, puedes comenzar el día con el deseo de lograr varios objetivos. Al final del día puede pasar que te sientas frustrado e infeliz, porque no has alcanzado a  hacer todas lo que has planeado.
    Mira lo que has logrado, no te concentres en lo que falta. Es posible que hayas alcanzado mucho durante el día, y sin embargo por faltarte algunas pequeñas tareas te dejas decaer y no ves todo lo bueno que has construído. Es injusto hacia ti mismo. Siéntete feliz por lo que hiciste y piensa que todo tiene su tiempo y lo que te faltó todavía no era la hora de realizarlo.
  8. Cada día haz algo bueno por tí mismo. Date gusto. Puede ser algo pequeño: cómprate un libro, come algo que te gusta, observa tu programa favorito de televisión, ve al cine, o simplemente realiza un paseo en la playa. La misión principal de nuestra vida es ser felices y se vuelve un hábito constante con la suma de pequeñas cosas cada vez.
  9. Cada día produce por lo menos un acto de hacer felices a los demás. Esto puede ser una palabra amable, ayudando a sus colegas, parando el coche en el cruce peatonal para darle paso a las personas, cediendo tu asiento del autobús a otra persona, o dar un pequeño regalo a un ser querido. Las posibilidades son infinitas. Al hacer feliz a alguien, eres feliz y se propaga ese sentimiento, y entonces también la demás gente trata de hacerte feliz.
  10. Todos los días Agradece todo lo que tienes. Cuenta tus dones y ventajas diariamente. Verás que es más lo que tienes que lo que te hace falta. Y tal vez analizando estos dones lo que piensas que te falta puede ser un solo capricho, en realidad estás completo.
  11. No envidies a las personas que son felices. Por el contrario, sé feliz por ti mismo, es una elección y tienes el derecho a aprovecharla. Alguna vez leí que las personas aburridas e infelices hacen mucho daño a la sociedad. Es responsabilidad de cada uno mantenernos felices internamente para reflejarlo al exterior y conseguir una atmósfera positiva de amabilidad.
  12. Rodéate con la gente feliz, y trata de aprender de ellos para ser feliz. Recuerda que la felicidad es contagiosa.
  13. Haz todo lo posible para mantener tu centro, cuando las cosas no procedan según lo previsto y deseado. Encontrarte a ti mismo y aceptar que eres un eterno aprendiz de todo lo que se te presenta en la vida, te ayudará a mantener la calma y controlar sus estados de ánimo y reacciones. Es la aceptación de lo bueno y lo malo y permanecer en equilibrio, tiene mucho que ver con la paz interior y la paz interior es conductor de la felicidad.
  14. Sonríe más a menudo.

Los celos son un sentimiento de temor a perder a la persona amada. Los celos, de forma controlada y en pequeñas dosis, pueden ayudarnos a potenciar la relación pero, cuando los celos son enfermizos nublan la razón de quien los padece.

Sus sospechas se basan, la mayoría de las veces, en hechos infundados y, el constante temor a ser abandonados les lleva a ejercer un continuo temor sobre la pareja.

Aunque conviene saber que cuanto más seguros nos sentimos de nuestra pareja y de nuestra relación con ella menos intensos y duraderos son.

1. Falta de confianza en uno mismo: las personas inseguras muchas veces no se sienten merecedoras del amor de su pareja y esto les lleva a desconfiar de la sinceridad y cariño del otro. Siempre están pensando en que en cualquier momento su pareja puede conocer a alguien mas atractivo y tienen miedo a que descubra lo poco que vale en realidad.

2. Experiencias familiares:
Es probable que una persona que haya presenciado escenas de celos en sus padres tenga más predisposición a ser celoso que otra cuyos padres se sentían seguros el uno del otro.

3. Experiencias vividas
: las personas que han sido traicionadas alguna vez por alguien en quien confiaban es más probable que posteriormente desarrollen una personalidad celosa.

4. Trastornos psicológicos:
las personalidades paranoides, narcisistas e histriónicas tienen una gran tendencia a desconfiar continuamente de los demás y por consiguiente a desarrollar una celotipia.

La credibilidad es la base de la confianza y del liderazgo. No es una cualidad que podamos generar de forma autónoma e independiente sino algo que los demás nos otorgan.

Se dice que la credibilidad tiene tres factores: rigor, coherencia y continuidad. Para José Miguel Bolívar «es muy difícil ser creíble si no se es riguroso. Es preferible reconocer que no se sabe algo o matizar que no estamos del todo seguros de nuestra respuesta antes que dar por contrastada una información que no lo es«.

Ahora, no hay que confundir el rigor con la sinceridad pues mientras la falta de sinceridad es generalmente intencionada, la falta de rigor no suele serlo y obedece más a un mal hábito y a la ignorancia del efecto que produce en los otros.

Cuando no se es riguroso lo que se transmite a los demás es que no nos importan. No nos importa su tiempo ni nos importan las consecuencias que puedan derivarse de la información errónea que les hemos transmitido. Como puedes suponer, en este entorno de falta de respeto no hay lugar para la confianza.

La credibilidad comienza por nosotros mismos. Hay que comenzar entonces a creer en sí mismos. Se comienza por cosas sencillas. Intentar engañar a los demás es dudosamente eficaz y moralmente reprobable pero intentar engañarse a uno mismo es tonto.

Cuando planees algo, intenta hacerlo con rigor. Si dices que vas a hacer o no hacer algo, pues hay que cumplirlo. Si no estás seguro de poder cumplirlo, es mejor no comprometerse. Todos conocemos nuestras debilidades y cuando se deja de ser riguroso consigo mismo perderemos credibilidad.

Durante una batalla, cierto general decidió atacar al adversario a sabiendas que su ejército era inferior en número de efectivos. Pero estaba confiado en ganar, aun cuando sus hombres estaban llenos de dudas.

Camino a las operaciones, se detuvieron en una capilla. Después de rezar con sus hombres, el general sacó una moneda y dijo: – Ahora tiraré la moneda. Si es cara, ganaremos. Si es cruz perderemos. El destino se revelará.

Tiró la moneda en el aire y todos miraron atentos como aterrizaba en el suelo. Era cara. Los soldados estaban tan contentos y tan confiados que atacaron vigorosamente al enemigo y consiguieron la victoria. D espués del combate, un teniente le dijo al general:

«Nadie puede cambiar el destino«.

Tal vez contestó el general con una sonrisa de picardía mientras mostraba al teniente una moneda que tenía cara en ambos lados.

Ganar!!! Ganar y Ganar…  a toda costa.  Las personas ultracompetitivas siempre tienen que ganar y a la larga disfrutan menos de las cosas.

Este tipo de personas si pierden se desilusionan en un grado muy alto, y al ganar de todas maneras como era lo que esperaban que pasará no lo disfrutan.

En el mundo moderno la competitividad es la palabra de moda, pero este termino viene realmente del mundo de los negocios en donde la «Competitividad» es un concepto frecuente y hace referencia a que los productos de una empresa sean los de mejor calidad y precio.

El error es llevar este concepto tal cuál a nuestra vida personal, incluso por ser competitivo a toda costa romper con principios eticos y morales, los cuales debe ser fudamentales en nuestra vida.

Nuestra vida no es un «negocio», tenga en cuenta que en esta vida, a veces se gana y aveces se pierde. Y de los fracasos se sacan enseñanzas invaluables que nos forman mucho más como personas. Como dice un dicho popular: «Tambien hay que saber perder» y «En un fracaso tambien se gana«.

De este modo la competitividad le puede impedir sentirse satisfecho con la vida, pues ningún logro es suficiente, y los fracasos se converten en devastadores. Las personas que son muy competitivas les dan a sus éxitos calificaciones menores que la que les dan a sus frcasos.