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Los niños son nuestros grandes maestros. Cuando los observas sin juzgar puedes dejarte contagiar de su inocencia y sabiduría.

Al no estar tan condicionados como los adultos  tienen claro el sentido de la vida: hacer lo que te gusta y disfrutarlo.  Cuando descubrimos nuestra verdadera vocación con la que nos sentimos plenos y felices, el resto (dinero, recompensa) vendrá por añadidura y sobra tiempo y entusiasmo para Jugar, Reír, Cantar, Bailar, dejar salir toda la espontaneidad interior.

Te invitamos a que disfrutes este fabuloso video donde una hermosa niña le recuerda estas enseñanzas a su padre.

https://www.youtube.com/watch?v=6j-NyoHRnYo

En esta videoconferencia del Dr. Alejandro Junger, autor del libro Clean, explica los resultados del estudio a través de su experiencia personal y más adelante con sus pacientes y concluye que el cuerpo humano si le damos el material necesario puede sanar absolutamente todas las enfermedades.

Alejandro Junger , nacido en Uruguay es doctor en medicina (M.D.), especializado en medicina interna y cardiología en NuevaYork, también estudió Medicina Oriental en la India. Después de observar y estudiar los dos enfoques de la medicina occidental alópata y medicina oriental nos enseña lo siguiente:

Los seres humanos somos parte de la naturaleza y en el diseño de la naturaleza no hay información  para crear enfermedad lo único que la naturaleza diseña es cómo adaptarse para sobrevivir. Lo que nosotros vemos como enfermedades crónicas son mecanismos de adaptación y sobrevivencia del cuerpo.  Las enfermedades crónicas son una manera de adaptación de las células y órganos del cuerpo para sobrellevar un desequilibrio, si cambiamos de hábitos la situación cambiará, si seguimos por un periodo de tiempo con la misma alimentación física, mental y emocional que genera el desequilibrio ahí aparece la llamada «enfermedad crónica».

Las enfermedades  causadas por bacterias, virus y parásitos o sea por un invasor, se pueden minimizar y hasta evitar si tenemos nuestro sistema inmunológico alto.

Con respecto a las enfermedades genéticas: el tener un gen que nos predispone a cierta enfermedad no quiere decir que estemos condenados a sufrirla. Los genes se prenden o se apagan de acuerdo  a la presencia o ausencia de ciertos nutrientes, la cantidad, la combinación, la frecuencia y las emociones durante las comidas. O sea que depende de la manera cómo nos nutrimos que podamos sufrir o no de estas enfermedades que tenemos en nuestro código genético.

El órgano  base de la salud en el cuerpo humano intestino, pues es allí donde saca los nutrientes y los absorbe para distribuirlos en el resto del organismo. Si los intestinos están enfermos es ahí donde empieza la salud y la enfermedad general. Los intestinos se enferman porque en la comida que ingerimos pueden faltar nutrientes o porque  puede tener químicos como es el caso de los conservantes, colorantes, estabilizantes etc.

Hoy en día la mayoría de las enfermedades crónicas se prenden como mecanismos de defensa y hay forma de apagarlas volviendo a generar las condiciones más similares a las que la naturaleza diseñó para la optimización de las funciones biológicas.

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Estos son desarrollados por el investigador Robert Cialdini, quien es profesor de Marketing y de Psicología en la Universidad Estatal de Arizona, galardonado con el Premio Regents de Servicio a la Educación Superior, una de las distinciones más importantes al mérito académico, en su obra «Influence» explica de una forma tremendamente práctica los mecanismos que rigen la persuasión. Cialdini realiza un análisis detallado de los  factores que llevan a una persona a decir “si” en una situación determinada.

Estos 6 principios de Cialdini se basan en aprovechar algunos patrones de conducta interiorizados de manera colectiva en la psique humana, con el fin de influir en el comportamiento de los demás, estos son los siguientes:

1. Comparación: si otros lo hacen tú también deberías. Algunas series de televisión incluyen una risa de fondo, ya que se ha visto que, en estos casos, la gente ríe más. Los mendigos suelen poner algunas monedas en el cuenco, debido a que la gente está menos dispuesta a echar monedas si está vacío.

2. Atractivo. Según Roger Ailes, asesor de las campañas de los presidentes Bush y Reagan «si le gustas a quienes te oyen te perdonarán casi cualquier cosa». La gente atractiva es más persuasiva y consigue cosas más fácilmente. Esto es debido a que solemos estar de acuerdo con las personas que nos gustan y a pensar que están en lo cierto.

3. Autoridad: si la fuente es una autoridad en el tema se la suele creer. Consiste en utilizar dentistas para anunciar dentífricos o veterinarios para anunciar comida para perros. En EEUU se utilizó a un actor para anunciar analgésicos representando el mismo papel de médico que hacía en una famosa serie de televisión. ¡Y funcionó! Lo que demuestra que hay muchos cerebros perezosos por ahí.

4. Compromiso: cuando tomamos una postura debemos mantenerla. Si vemos un anuncio de un producto que nos interesa a buen precio y estamos dispuestos a comprarlo, es difícil que cambiemos de opinión incluso si al llegar a la tienda sólo tienen un producto idéntico pero más caro.

5. Reciprocidad. Un pequeño regalo acompañado de una oferta de suscripción a una revista puede persuadirnos para que nos suscribamos a ella. Es decir, nos dan algo y una vez que lo aceptamos nos vemos obligados a dar algo a cambio.

6. Escasez: si es escaso es bueno. La gente suele sentirse más persuadida a comprar algo cuando se trata de una liquidación, cuando sólo tiene un determinado periodo de tiempo para comprarlo, si su número es limitado, se trata de una oferta especial de fin de semana, etc.

El ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani estuvo en Colombia y le concedió una entrevista a la periodista Paola Ochoa, quien le preguntó qué hacer frente al problema de inseguridad en las grandes ciudades.

Giuliani respondió haciendo referencia a la “teoría de las ventanas rotas”… ¿De qué se trata esta teoría?

En 1969, en la Universidad de Stanford, el profesor Philip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos idénticos, de la misma marca, mismo modelo y hasta mismo color; abandonados en la calle. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser desvalijado en pocas horas: se perdieron las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no, lo destruyeron.

En cambio, el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.

Es común atribuir a la pobreza las causas del delito. Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí: cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores decidieron romper un vidrio del automóvil de Palo Alto, California.

El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx de Nueva York y el robo, la violencia y el vandalismo terminaron por dejar el vehículo en el mismo estado que el del barrio pobre.

¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?

No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología, con el comportamiento humano y con las relaciones sociales. Un simple vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación; que va rompiendo códigos de convivencia y deja la sensación de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que todo vale nada.

En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron la ‘teoría de las ventanas rotas’, misma que desde un punto de vista criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

Si se rompe un vidrio en el ventanal de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás.

Si una comunidad exhibe signos de deterioro, y esto es algo que parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen ‘esas pequeñas faltas’ como estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja y estos comportamientos no son sancionados, entonces comenzarán a desarrollarse faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.

Si los parques y otros espacios públicos son deteriorados progresivamente y nadie toma acciones al respecto, estos lugares serán abandonados por la mayoría de la gente y serán progresivamente ocupados por los delincuentes.

La respuesta de los estudiosos fue más contundente aún, indicando que ante el descuido y el desorden, crecen mucho los males sociales y se degenera el entorno cualquiera que éste sea.

Tan solo tomemos un ejemplo en casa: Si un padre de familia deja que su casa tenga algunos desperfectos, como falta de pintura en las paredes, puertas en mal estado, falta de limpieza, malos hábitos alimenticios, malas palabras, falta de respeto entre los miembros del núcleo familiar, etc., entonces poco a poco se caerá en un descuido de las relaciones inter personales de los familiares y a su vez comenzarán a crear malas relaciones con la sociedad en general.

La solución a este problema yo no la tengo, pero he comenzado a reparar las ventanas de mi casa, estoy tratando de mejorar los hábitos alimenticios, les he pedido a todos los miembros de la familia que evitemos decir malas palabras y también hemos acordado no mentir. Así mismo hemos decidido aceptar las consecuencias de nuestros actos con valor y responsabilidad pero sobre todo, dar una muy buena dosis de educación a nuestros hijos.

Con esto espero comenzar a cambiar en algo lo que antes hubiera hecho mal, he soñado que los míos algún día repitan esto, con la finalidad de que los hijos de mis hijos, o los nietos de mis hijos vean una nueva ciudad y un nuevo país sin ventanas rotas.

 


Hay personas que hacen la historia y sin un actor no puede haber un acto, piensan algunos. Pero otros rechazan completamente esta idea, alegando que se le asigna mucha importancia a los individuos cuando casi siempre lo que pasa es resultado de las circunstancias o la suerte.

«Yo creo que sí hay una tendencia general», dice, en conversación con el programa Análisis de la BBC, el experto en ciencias de la conducta del Warwick Business School, Inglaterra, Nick Chater.

En vez de reconocer todo el trabajo que se hizo antes y al tiempo, «tendemos a pensar» -por ejemplo- «en Bill Gates como el motor y originador de la revolución que es Windows y la creación de las computadoras personales«, señala. ¿La posible razón?

«Pienso que entre más complicado el mundo es cada vez más importante imponer historias simples, pero esas historias simples se van alejando de la verdad».Chris Dillow, escritor de economía y psicología, señala que una de las raíces del problema es una falla psicológica común conocida como «el error básico de atribución».

No sólo creamos héroes, también hay villanos, «que supongo sirven como una especie de refugio cuando hay que enfrentar un problema realmente masivo que nadie parece entender», comenta la historiadora Pat Thane, del King’s College London.

Ese es el caso con la crisis económica, por ejemplo. «Se puede culpar a algún tipo de fuerzas internacionales, pero a la gente obviamente le queda más fácil responsabilizar a una persona o grupo, así no sea muy convincente», apunta Thane.

Errores básicos:

Chris Dillow, escritor de economía y psicología, señala que una de las raíces del problema es una falla psicológica común conocida como «el error básico de atribución».

«Fue algo que descubrieron los psicólogos en los ’60: la tendencia que tenemos a atribuirle demasiada importancia a características individuales y muy poca a factores situacionales cuando estamos buscando una explicación», le dijo a Análisis de la BBC.

En uno de los experimentos, los psicólogos le pidieron a un grupo de gente que participara en un concurso de conocimientos generales y a otro grupo, que los observaran y calificaran los conocimientos de la gente a la que se le hacían preguntas y los de la persona que hacía las preguntas.

«Respondieron que quien hacía las preguntas sabía más, a pesar de que era obvio que no era que sabía más sino que tenía las respuestas en frente. Los observadores no apreciaban el factor situacional que le daba al presentador la ventaja».

Según Dillow, hay otras dos características relevantes en la manera en la que vemos la causa y efecto. Primero, tendemos a pensar que podemos identificar patrones importantes cuando no hay ninguno. Segundo, no podemos resistir el preguntar ¿quién lo hizo?

 

El experimento de la cárcel de Stanford fue realizado por el psicólogo Philip George Zimbardo,  la idea era probar  la influencia de un ambiente extremo como lo es la vida en prisión, en la conducta desarrollada por el hombre, dependiendo de sus roles sociales en este caso: presos vs. guardias.

Varios estudiantes de la Universidad de Stanford se sometieron de modo voluntario en 1971 a un experimento en el que fueron separados aleatoriamente entre presos y carceleros. Se construyó una prisión especial para el experimento, que comenzó con el arresto público de los estudiantes en sus domicilios, acusados de robo con armas. A los acusados se les aplicó el procedimiento habitual de entrada a prisión, inspección, identificación y aislamiento.

Al poco tiempo se vio como los guardias inventaban técnicas de persuasión y de castigo para controlar a los presos, separándolos en grupos de bueno/malos o quitándoles los colchones para hacerles dormir en el suelo etc. Tenían prohibida la violencia física pero por las noches se pasaban con los presos pensando que los investigadores no les observaban. A los presos se les puso en toda clase de situaciones humillantes: vivir desnudos, limpiar letrinas o incluso poses homosexuales.

A las 36 horas de comenzar el experimento, un preso empezó a sufrir estrés emocional y comenzó a llorar y experimentar ataques de rabia. Los guardas pensaron que se trataba de una táctica para que lo dejaran salir. El preso fue liberado, aunque al poco tiempo los guardas escucharon grabaciones sobre un plan externo para liberar a los estudiantes de la falsa cárcel al día siguiente.

El experimento estaba inicialmente planeado para 2 semanas, pero tuvo que cancelarse a los 6 días debido al exceso de humillación y inhumanización que recibían los presos y a que los guardas se habían metido excesivamente en sus papeles. Cuando el experimento se canceló los guardias incluso mostraron gran enfado.

Se pretendía concluir como se responde ante la autoridad y se concluyó que el papel no se desarrollaba por la propia forma de ser del individuo sino para cumplir con su rol. En palabras del Dr. Zimbardo:

Fue mi intento para determinar qué ocurre cuando pones a gente buena en un lugar malvado: ¿Triunfa la humanidad, o la fuerza de la situación puede acabar dominando hasta al más bueno de nosotros? Mis estudiantes de Stanford, Craig Haney y Curt Banks, y yo creamos un ambiente carcelario muy realista, una «mala cesta» en la que colocamos a 24 individuos voluntarios seleccionados entre estudiantes universitarios para un experimento de dos semanas. Les elegimos de entre 75 voluntarios que pasaron una batería de tests psicológicos. Tirando una moneda al aire, se decidía quién iba a hacer el papel de preso y quién el de guarda. Naturalmente, los prisioneros vivían allí día y noche, y los guardas hacían un turno de 8 horas. Al principio, no pasó nada, pero la segunda mañana los prisioneros se rebelaron, los guardas frenaron la rebelión y después crearon medidas contra los «prisioneros peligrosos». Desde ese momento, el abuso, la agresión, e incluso el placer sádico en humillar a los prisioneros se convirtió en una norma. A las 36 horas, un prisionero tuvo un colapso emocional y tuvo que ser liberado, y volvió a ocurrir a otros prisioneros en los siguientes cuatro días.
Chicos buenos y normales se habían corrompido por el poder de su papel y por el soporte institucional para desempeñarlo que les diferenciaba de sus humildes prisioneros. Se probó que la «mala cesta» tenía un efecto tóxico en nuestras «manzanas sanas». Nuestro estudio de dos semanas tuvo que parar antes de tiempo después de sólo seis días porque cada vez estaba más fuera de control.

Pueden ver el video de este experimento:

La película de Adrien Brody y Forest Whitakerde 2010, «The Experiment» se basada en ese experimento.

La conclusión fue clara: el poder tóxico de una mala “cesta” puede corromper cualquier “manzana” sana. Es decir, que el poder de las situaciones sociales puede llevar a mucha gente corriente, incluso a buenas personas tomar el camino del mal. Bien decian los abuelos: «Dime con quien andas y te dire quien eres».

Enlace: prisonexp.org

Abraham Maslow, psicólogo Estadounidense nacido en 1908, desarrollo una interesante teoría de la Motivación en los seres humanos, establece una jerarquía de las necesidades que los hombres buscan satisfacer,  esta se ha representado en forma de «La Pirámide de Maslow».

Según Maslow un ser humano tiende a satisfacer sus necesidades primarias (más bajas en la pirámide), antes de buscar las de más alto nivel. Así por ejemplo, una persona no busca tener satisfechas de seguridad (por ejemplo, evitar los peligros) si no tiene cubiertas sus necesidades fisiológicas, como la comida y la  bebida.

Los escalones de la pirámide son los siguientes (desde la base de la pirámide hasta su parte superior):

1. Necesidades fisiológicas:  necesidades de primer nivel, se refieren a la supervivencia, involucra: aire, agua, alimento, vivienda, vestido, etc. Estas necesidades constituyen la primera prioridad del individuo y se encuentran relacionadas con su supervivencia.  Tambien dentro de éstas encontramos el mantenimiento de una temperatura corporal adecuada, asi como el sexo y la maternidad.

2. Necesidades de seguridad: Se relaciona con la tendencia a la conservación, frente a situaciones de peligro, incluye el deseo de seguridad, estabilidad y ausencia de dolor. Dentro de estas encontramos la necesidad de estabilidad, la de tener orden y la de tener protección, entre otras. También se relacionan con el temor de los individuos a perder el control de su vida y están íntimamente ligadas al miedo, miedo a lo desconocido, a la anarquía, etc.

3. Necesidades sociales: Una vez satisfechas las necesidades fisiológicas y de seguridad, la motivación se da por las necesidades sociales. El hombre tiene la necesidad de relacionarse de agruparse formal o informalmente, de sentirse uno mismo requerido. Estas tienen relación con la necesidad de compañía del ser humano, con su aspecto afectivo y su participación social. Dentro de estas necesidades tenemos la de comunicarse con otras personas, la de establecer amistad con ellas, la de manifestar y recibir afecto, la de vivir en comunidad, la de pertenecer a un grupo y sentirse aceptado dentro de él, entre otras.

4. Necesidades de estima: se refiere a la necesidad de sentirse apreciado, tener prestigio, de igual manera se incluyen la autovaloración y el respeto a sí mismo. Es necesario recibir reconocimiento de los demás, de lo contrario se frustra los esfuerzos de esta índole generar sentimientos de prestigio de confianza en si mismo, proyectándose al medio en que interactúa.

5. Necesidades de auto-realización: en este nivel el ser humano requiere trascender, dejar huella, realizar su propia obra, desarrollar su talento al máximo. Consiste en desarrollar al máximo el potencial de cada uno, se trata de una sensación auto superadora permanente. El llegar a ser todo lo que uno se ha propuesto como meta, es un objetivo humano inculcado por la cultura del éxito y competitividad y por ende de prosperidad personal y social.