La juventud no es una época de la vida, sino un estado del espíritu,
un efecto de la voluntad, una cualidad de nuestra imaginación,
una consecuencia de nuestro entusiasmo.

La juventud es una victoria del valor sobre la timidez,
del deseo de aventura sobre la inercia y la rutina.

Nadie envejece sencillamente por el numero de años.

Envejecemos al desertar de nuestros ideales.

Los años pueden arrugar la piel, pero la falta de entusiasmo envejece nuestra alma.

La preocupación, la duda, la falta de confianza, el temor y la desesperación
son estados de animo que doblegan el corazón y reducen el espíritu a cenizas.

Jose Samuel Arango