Para  desarrollar esta capacidad  tenemos que entrenar nuestras mentes. La mayoría de la gente piensa que la concentración es una actividad extenuante y agotadora, y que implica esfuerzo y  tensión, que es difícil y desagradable.

Esta creencia comienza a una edad temprana. Los padres y maestros esperan que los niños al estudiar, hagan su tarea y obtengan buenas calificaciones. Esto lleva a los niños un sentimiento de estar obligados y forzados a hacer algo que no les gusta hacer. Cuando es demasiado frecuente que no se concentran lo suficiente, desarrollan una aversión para la concentración, y  a menudo para estudiar también. Cuando crezcan, no es de extrañar que sus poderes de concentración sean débiles y no tengan ningún deseo de forzar sus mentes.

La concentración puede ser divertido si se aborda de la manera correcta. Se debe practicar con alegría, actitud positiva, optimismo, y la comprensión de sus grandes posibilidades.