En mi infancia y adolescencia cuando veía películas orientales en las que hacían unos saludos inclinando el cuerpo con una pequeña o gran reverencia me parecía que eran demasiado exagerados y que los que lo hacían mostraban señales de inferioridad ante quien le hacían el saludo.
¡Cómo cambia la forma de ver las mismas situaciones a lo largo de la vida!, ahora veo que el Gassho como se llama este saludo es una forma de mostrar respeto hacia uno mismo y hacia quien lo hace desde lo más profundo del ser. Si todos aprendiéramos y practicáramos el gassho, o las formas de saludar que nos enseñan las culturas ancestrales nos soltaríamos de tantos condicionamientos que nos separan del corazón de los demás seres y podríamos tener un mundo más armonioso y lleno de respeto.
Gassho es un gesto de respeto hacia los demás y hacia todas las existencias. Dirige el espíritu por encima del ego y de las consideraciones personales. Gassho crea armonía entre los seres, por muy diferentes que sean. Cuando la acción es la justa, el mundo se vuelve justo. Cuando hacemos sinceramente gassho por los demás, se crea una mutua simpatía. Si lo hacemos por el universo entero, incluso los árboles, las montañas y los ríos sienten esta simpatía y nos la devuelven a su vez.