El sabor dulce llena nuestra vida, lo disfrutamos al máximo, piensa en algo dulce en tu boca y de inmediato sientes como empiezas a secretar saliva «haciéndose agua en tu boca».
Y es porque el dulce llena nuestra vida de calor y energía.
A nivel más sutil también decimos que una persona es dulce cuando es amorosa y cariñosa. Una dulce sonrisa es una sonrisa que recibimos con agrado y sentimos que nos llena también el alma de lindos sentimientos que nos recargan de energía y bienestar. Pero cuando una sonrisa o una caricia es fingida, sentimos que no está completa, que no se da con toda la mejor intención, la notamos y la sentimos incompleta, poco creíble.
Igual es en nuestra alimentación: necesitamos consumir alimentos enteros tal como vienen en la naturaleza. Cuando consumimos alimentos refinados, consumimos sólo una parte del alimento, está fraccionado y nuestro organismo lo recibe como incompleto y para su absorción necesita sacar de otras fuentes, incluso a veces del propio cuerpo para asimilarlo.
Dentro de los alimentos refinados más comunes que encontramos diariamente y que debiéramos evitar son el azúcar, aceites, harinas blancas de cereales como el trigo, sal de mesa.
Los encontramos completos en:
- Azúcar: frutas en su estado natural o secas, panela, hojas de estevia.
- Aceites refinados por aceites que sean de primera presión en frío. También alimentos que naturalmente tienen grasa son el aguacate, nueces, ajonjolí, linaza, coco.
- Harinas blancas refinadas por harinas integrales sacadas del grano entero.
- Sal de mesa por sal marina.
Si quieres sentirte saludable aliméntate completo en todos los niveles.