Lumos Labs es un sitio ofrecen todo un programa de entrenamiento mental, abalado por un equipo de investigadores de neurociencias de la universidad de Stanford y otras instituciones.

El programa lo forman una serie de 30 sesiones cada una de ellas orienta a mejorar un área particular de la mente y que conforman todo un curso completo, aunque también pueden utilizarse esas sesiones para mejorar solo ciertas áreas de interés.

Durante el proceso de entrenamiento se recibe gran cantidad de información sobre la situación actual y el avance realizado utilizando medidas como el BPI (Brain Performance Index – Índice de rendimiento del cerebro). En todo momento nos informa de como nos encontramos nosotros y también en relación a los usuarios realizando en mismo curso dentro del mismo rango de edad en el que nos encontramos.

Como visitante o como usuario registrado básico es posible disfrutar de algunos de los juegos, aunque el aprovechamiento máximo, por supuesto, se produce cuando pagas y entras en un programa completo. Con unos minutos de práctica al día se pueden obtener interesantes resultados a medio y largo plazo.

Enlace: Lumosity

1. IGUALDAD: es el fundamento de la relación de amistad.

2. LIBERTAD: o respeto, que es lo mismo, la amistad supone un encuentro entre dos personas diferentes.

3. RECIPROCIDAD: al contrario que en el amor, no hay amistad sin correspondencia.

4. DESINTERÉS: para que la amistad tenga razón de ser.

5. DISCRECIÓN: no se debe abrumar al amigo con confidencias que no pueda digerir.

6. JUSTICIA: no alabarle en exceso, ni valorarle por debajo de sus expectativas.

7. COMPLICIDAD: por algo el amigo es el compañero de aventuras.

8. DEFENDERLE: no por el, que quizás no llegue a saberlo, sino por uno mismo.

9. NO ABURRIRLE: un amigo es una oreja dispuesta, una mano tendida, un hombro sobre el que llorar.

10. DEJARLE VIVIR El mayor secreto y regalo de la vida es cuando se encuentran dos personas semejantes. La ama mi mismo, lo que mas esperamos de un amigo es que comparta la imagen que tenemos de nosotros mismos.

Al final, no nos acordaremos tanto de las palabras de nuestros enemigos, sino de los silencios de nuestros amigos (Martin Luther King, Jr.)

Este cortometraje es realmente precioso, nos enseña que todo lo que hacemos a cada instante siembra la semilla del futuro, asi no seamos concientes de ello, tambien nos muestra el poder de una sonrisa  y de la importancia de la autoestima .

Si tienes 15 minutos no dejes de verlo,  cómo se recibe de lo que se da, y cómo se puede cambiar el mundo con cosas sencillas pero profundas. La felicidad es lo más barato. No cuesta nada darla, ni recibirla, ni compartirla.

Nos convencemos de que la vida será mejor después de cumplir los 18 años, después de casarnos, después de conseguir un mejor empleo, después de tener un hijo, después de tener otro… Entonces nos sentimos frustrados porque nuestros hijos no son lo suficientemente grandes, y pensamos que nos sentiremos felices cuando lo sean. Después nos lamentamos porque son adolescentes difíciles de tratar; ciertamente, nos sentiremos más felices cuando salgan de esa etapa.

Nos decimos que nuestra vida será completa cuando a nuestro(a) esposo(a) le vaya mejor, cuando tengamos un mejor carro o una mejor casa, cuando podamos ir de vacaciones, cuando estemos retirados.

La verdad es que no hay mejor momento que este para ser felices. Si no es ahora, ¿cuándo? Una de nuestras frases favoritas es de Alfred de Souza: “Por largo tiempo parecía para mí que la vida estaba a punto de comenzar, la vida de verdad. Pero siempre había un obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar; entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta de que estos obstáculos eran mi vida”.

Esta perspectiva nos ha ayudado a ver que no hay camino a la felicidad: la felicidad es el camino. Debemos atesorar cada momento, mucho más cuando lo compartimos con alguien especial, y recordar que el tiempo no espera a nadie. No espere hasta terminar la escuela, hasta volver a la escuela, hasta bajar diez libras, hasta tener hijos, hasta que los hijos vayan a la escuela, hasta que se case, hasta que se divorcie, hasta el viernes por la noche, hasta el domingo por la mañana, hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno, o hasta que muera, para aprender que no hay mejor momento que este para ser feliz. La felicidad es un trayecto, no un destino.

Recibí una llamada telefónica de un buen amigo, que me alegró mucho. Lo primero que me preguntó fue:

— ¿Cómo estás?

Sin saber por qué, le contesté:

—Muy solo.

— ¿Quieres que hablemos? Le respondí que sí y añadió:

— ¿Quieres que vaya a tu casa?

Dije que sí. Colgamos el teléfono y en menos de quince minutos estaba tocando a mi puerta. Yo hablé por horas de todo: mi trabajo, mi familia, mi novia, mis deudas; él, atento siempre, me escuchó. En esas se nos hizo de día. Yo estaba agotado mentalmente; me había hecho mucho bien su compañía y sobre todo que me escuchara, me apoyara y me hiciera ver mis errores. Cuando él notó que ya me encontraba mejor, me dijo:

—Bueno, me voy, tengo que trabajar. Sorprendido, le dije:

— ¿Por qué no me habías dicho que tenías que ir a trabajar? Mira la hora que es, no dormiste nada, te quité toda la noche.

Él sonrió y me dijo:

—No hay problema, para eso estamos los amigos.

Yo me sentía cada vez más feliz y orgulloso de tener un amigo así. Lo acompañé a la puerta de mi casa y cuando caminaba hacia su automóvil, le grité desde lejos:

—Y a todo esto, ¿por qué llamaste anoche tan tarde?

Regresó y me dijo en voz baja:

—Quería darte una noticia.

— ¿Qué pasó? —le pregunté.

—Fui al doctor y me dijo que estoy gravemente enfermo.

Yo me quedé mudo. Él sonrió de nuevo y agregó:

—Ya hablaremos de eso. Que tengas un buen día.

Pasó un largo rato hasta que pude asimilar la situación, y me pregunté una y otra vez: ¿por qué cuando me preguntó cómo estaba me olvidé de él y sólo hablé de mí? ¿Cómo tuvo la fuerza para sonreírme, darme ánimos y decirme todo lo que me dijo? Esto es increíble.

Desde entonces mi vida ha cambiado: ahora soy menos dramático con mis problemas y disfruto más de las cosas buenas. Ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero.

Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío.

Los puercoespín dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.

Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro.

De esa forma pudieron sobrevivir.

Moraleja de la historia

La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y admirar sus cualidades.

Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.

Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó.

Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:

Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?»

El maestro respondió:

«La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar».

Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.

No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones.

«Pienso que la forma en la que la vida fluye está mal. Debería ser al revés:

– Uno debería morir primero, para salir de eso.

– Luego, vivir en un asilo de ancianos hasta que te echan cuando ya no eres tan viejo.

– Entonces empiezas a trabajar. Trabajas por cuarenta años, hasta que eres lo suficientemente joven para disfrutar de tu jubilación.

– Fiestas, fiestas negras, parrandas, drogas, alcohol, sales con mujeres o tipos, qué sé yo, hasta que estás listo para entrar en la secundaria.

– Después pasas a la primaria, eres un niño que se la pasa jugando sin tener responsabilidades de ningún tipo.

– Luego pasas a ser un bebé. Vas de nuevo al vientre materno, pasas los últimos nueve meses de tu vida flotando en líquido amniótico, hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo… ¡Eso sí es vida!»

Joaquín Salvador Lavado – Quino


Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino. Entonces se escondió y miró para ver si alguien quitaba la tremenda roca. Algunos de los comerciantes más adinerados del rey y cortesanos vinieron y simplemente le dieron una vuelta. Muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para sacar la piedra grande del camino.

Entonces un campesino vino, y llevaba una carga de verduras. Al aproximarse a la roca, el campesino puso su carga en el piso y trató de mover la roca a un lado del camino.

Después de empujar y fatigarse mucho, lo logró. Mientras recogía su carga de vegetales, él notó una cartera en el piso, justo donde había estado la roca.

La cartera contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que removiera la piedra del camino.

El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron:

» Cada obstáculo presenta una oportunidad para mejorar la condición de uno».

Según Wikipedia:

La cooperación consiste en el trabajo en común llevado a cabo por parte de un grupo de personas hacia un objetivo compartido, generalmente usando métodos también comunes, en lugar de trabajar de forma separada en competición.

¿Cuántas veces nos centramos en competir y olvidamos cooperar? Recordemos que cooperar es un sentimientos innatos del ser humano, el cual además crea fuertes lazos de unión con nuestros semejantes, mientras el competir es una imposición del sistema socio-económico, político y cultural que obligan al hombre volverse un ser egoísta y muchas veces a renunciar a su esencia natural.

La colaboración es posible cuando hay desprendimiento; esto significa ser de espíritu generoso. Para cultivar la semilla de la cooperación primero debemos tener una buena autoestima  y trabajar nuestra la fortaleza interna.