Comer un poco de todo no es sinónimo de comer bien. La trofología es una ciencia que enseña la forma como hay que mezclar los alimentos aprovechando al máximo el valor nutritivo de los mismos.
La trofología es una novedosa rama de la nutrición que tiene un efecto desmitificador sobre las costumbres alimenticias que se toman como saludables, cuando la verdad es que así no sean dañinas, pueden ser no recomendables.
Esta ciencia investiga cuáles son las mejores combinaciones que pueden realizarse en una dieta para aprovechar al máximo el poder nutritivo de los alimentos, frente a la creencia de que llevar una alimentación equilibrada es consumir de todo un poco.
Necesitamos consumir hidratos de carbono (féculas y azucares), proteínas (carnes y lácteos), lípidos (grasas), vitaminas y minerales. La combinación correcta de la comida tiene una importancia decisiva para una buena metabolización. Sin una digestión completa el cuerpo no puede extraer ni asimilar los nutrientes, aun los de los alimentos más saludables.
Hay que recordar que existen trastornos digestivos por la acidez estomacal o dolores de estomago frecuentes. La realidad es que una frecuencia considerable de estos síntomas trae a larga consecuencias mas molestas. Muchas alergias son consecuencia directa de la mala combinación de alimentos.
Otro punto a destacar es que no es recomendable comer y beber a la vez. La trofología explica que cualquier bebida que se ingiera en grandes cantidades junto a la comida diluye los jugos gástricos dificultando la digestión.
Tabla de Combinación de Alimentos
Para utilizar esta tabla tengan en cuenta que los alimentos que no tienen una buena combinación hay que separarlos por lo menos 3 horas (eso si la comida anterior fue bien combinada, en caso contrario la digestión y salida del estómago puede durar mucho más tiempo). Las frutas tardan menos en salir del estómago, con una hora ya es suficiente. Por lo que deben consumirse, mínimo 1 hora antes de las comidas, y mínimo 3 horas después.
Dulces: Frutas dulces (manzana*, papaya*, sandía**, melón**, banana, uva, pera, durazno, damasco, mango, chirimoya, cereza, caqui, higo, dátil, yaca, níspero, etc); zanahoria y remolacha; frutas deshidratadas (pasas de uva, de ciruela, etc); mieles vegetales (de arroz, de malta, de caña, de cebada, de maíz, etc); arropes (de chañar, de tuna, de higo, etc); siropes (de maple, miel de abeja (innecesariamente robada); azúcares.
* Son bastante neutras y no generan tanta incompatibilidad con otros grupos, por eso se toleran de postre.
** Se digieren en el duodeno, es decir que pasan de largo por el estómago (a los 20 minutos ya se puede ingerir otro alimento) Son una excepción y no combinan con nada, deben tomarse solos y con el estómago vacío.
*** Si no está bien madura se considera fécula.
Ácidos: Frutas ácidas (lima, pomelo, naranja, piña, ananá, kiwi, maracuyá, etc); limón; vinagre, tomate.
Verduras: Hojas verdes y hortalizas no feculentas.
Féculas: Harinas (panificados, pastas, galletitas, tartas pasteles, pizzas, etc); cereales integrales o refinados (trigo, avena, cebada, centeno, arroz, maíz, mijo, sorgo, trigo sarraceno y otros); raíces (mandioca, papa, batata; etc); hortalizas feculentas (zapallo, anco, etc), castañas (de castaño), maní, pistacho.
Proteínas: Hongos y levaduras (50% proteína); quínoa, amaranto, etc (40%); soja y derivados (30%), legumbres (porotos negros, alubia, payares, lentejas, garbanzos, aduki, mung, arvejas y otras), carnes (15% a 20%), frutos secos (nuez, almendra, avellana; castaña de cajú, etc).
Grasas: Aceites vegetales, aceitunas, coco, castaña de pará, lino, chía, sésamo, girasol (y otras semillas), grasa de leche robada y tejido adiposo de carnes.