Hay personas que hacen la historia y sin un actor no puede haber un acto, piensan algunos. Pero otros rechazan completamente esta idea, alegando que se le asigna mucha importancia a los individuos cuando casi siempre lo que pasa es resultado de las circunstancias o la suerte.
«Yo creo que sí hay una tendencia general», dice, en conversación con el programa Análisis de la BBC, el experto en ciencias de la conducta del Warwick Business School, Inglaterra, Nick Chater.
En vez de reconocer todo el trabajo que se hizo antes y al tiempo, «tendemos a pensar» -por ejemplo- «en Bill Gates como el motor y originador de la revolución que es Windows y la creación de las computadoras personales«, señala. ¿La posible razón?
«Pienso que entre más complicado el mundo es cada vez más importante imponer historias simples, pero esas historias simples se van alejando de la verdad».Chris Dillow, escritor de economía y psicología, señala que una de las raíces del problema es una falla psicológica común conocida como «el error básico de atribución».
No sólo creamos héroes, también hay villanos, «que supongo sirven como una especie de refugio cuando hay que enfrentar un problema realmente masivo que nadie parece entender», comenta la historiadora Pat Thane, del King’s College London.
Ese es el caso con la crisis económica, por ejemplo. «Se puede culpar a algún tipo de fuerzas internacionales, pero a la gente obviamente le queda más fácil responsabilizar a una persona o grupo, así no sea muy convincente», apunta Thane.
Errores básicos:
Chris Dillow, escritor de economía y psicología, señala que una de las raíces del problema es una falla psicológica común conocida como «el error básico de atribución».
«Fue algo que descubrieron los psicólogos en los ’60: la tendencia que tenemos a atribuirle demasiada importancia a características individuales y muy poca a factores situacionales cuando estamos buscando una explicación», le dijo a Análisis de la BBC.
En uno de los experimentos, los psicólogos le pidieron a un grupo de gente que participara en un concurso de conocimientos generales y a otro grupo, que los observaran y calificaran los conocimientos de la gente a la que se le hacían preguntas y los de la persona que hacía las preguntas.
«Respondieron que quien hacía las preguntas sabía más, a pesar de que era obvio que no era que sabía más sino que tenía las respuestas en frente. Los observadores no apreciaban el factor situacional que le daba al presentador la ventaja».
Según Dillow, hay otras dos características relevantes en la manera en la que vemos la causa y efecto. Primero, tendemos a pensar que podemos identificar patrones importantes cuando no hay ninguno. Segundo, no podemos resistir el preguntar ¿quién lo hizo?