Uno de los caminos más seguros para encontrar la felicidad es encaminar nuestras energías para que alguien más sea feliz.
La escritora Claire Jones, esposa de un profesor del Departamento de Religión de la Universidad de Oklahoma, nos habla de la felicidad que ambos experimentaron durante los primeros tiempos de su matrimonio:
Durante los dos primeros años de nuestro matrimonio, vivíamos en una pequeña ciudad -recuerda-, y nuestros vecinos eran un matrimonio muy anciano, con la esposa casi ciega y sentada a una silla de ruedas.El anciano, que tampoco disfrutaba de muy buena salud, llevaba la casa y la cuidaba.
Mi marido y yo estábamos adornando nuestro árbol de Navidad unos días antes de Navidad, cuando decidimos, impulsivamente compartir un árbol para el matrimonio de ancianos. Compramos un árbol pequeño, lo decoramos con lentejuelas y luces, le envolvimos unos regalitos y la víspera de Navidad se lo llevamos.
La vieja dama lloró mientras miraba débilmente las centelleantes lucecitas. Su marido no hacía más que repetir:
«Hacía muchos años que no teníamos un árbol». Se pasaron todo el año siguiente hablándonos del árbol cada vez que los visitábamos.
A la siguiente Navidad, ambos ya se habían mudado de casa. Habíamos tenido con ellos un pequeño detalle. Pero nos sentíamos felices de haberlo hecho.
La felicidad que experimentaron como consecuencia de su amabilidad fue un sentimiento muy profundo y afectuoso, cuyo recuerdo les acompañará para siempre. Fue aquella clase especial de felicidad que experimentan todos aquellos que hacen cosas buenas.
Fragmento del libro EL EXITO A TRAVES DE UNA ACTITUD MENTAL POSITIVA