Seguramente si ha habido una persona de la que se han podido esperar quejas de infelicidad fue Hellen Keller. Por causa de una fiebre cuando tenía tan solo 19 meses de edad quedó ciega, sorda y muda, privada del conocimiento de una comunicación normal con las personas que la rodeaban. Tuvo solamente el sentido del tacto para ayudarla a tender la mano a los demás y experimentar la felicidad de amar y ser amada.
Pero gracias al amor de un brillante maestro que le tendió la mano y enseñó a comunicarse, esta muchachita ciega, sorda y muda ha llegado a desarrollarse como una mujer brillante, alegre y feliz.
Hellen Keller escribió:
«Todo aquel que aparte de la bondad de su corazón pronuncia unas palabras de aliento, brinda una sonrisa amistosa o lima asperezas en el sendero de los demás, sabe que la delicia que siente es una parte tan íntima de sí mismo que vive por ella. La alegría de vencer obstáculos que alguna vez parecieron invencibles, y empujar más allá la frontera de lo realizable, ¿que alegría puede compararse a ésta?»
«Si los que buscan felicidad se detuvieran un breve minuto y pensasen, verían que los deleites ya experimentados son tan incontables como las hierbas a sus pies, o las gotas de rocío que brillan entre las flores de la mañana»
Hellen Keller cuenta las bendiciones recibidas y está profundamente agradecida por ellas.
Entonces comparte la maravilla de estas bendiciones con los demás, y les hace sentirse encantados.
Porque comparte lo que es bueno y deseable, atrae para sí más de lo que es bueno y deseable.
Porque cuanto más distribuye usted más tendrá. Si comparte su felicidad con los demás, la felicidad crecerá en riqueza dentro de usted.
Fragmento del libro El Exito a través de una actitud Mental Positiva de Napoleón Hill y W. Clement Stone