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¿Estás trabajando ocho horas diarias de tu vida sólo por el dinero que genera esa labor? ¿Eres feliz con ello? ¿Qué harías en tu vida si el dinero no importara?

El siguiente video acompañado de un discurso del filósofo y orador británico Alan Watts, nos hace reflexionar sobre el tiempo que  dedicamos en nuestra vida para ser  felices. Es genial disfrútalo dura sólo 3 minutos pero deja una gran enseñanza.

¿Ha sumado las horas que pasa en un bus antes de llegar al trabajo? Supongamos que sea una diaria, es decir cinco a la semana y unas 20 al mes, es decir casi un día.

Hacer la cuenta anual se hace aún más impactante: casi 240 horas, unos 24 días. En conclusión, si puede viva cerca de su lugar de trabajo. Es obvio que no todo el mundo puede vivir a la vuelta de su empleo, pero quien tenga la posibilidad debe hacerlo.

Muchos sueñan con levantarse, abrir la puerta y estar en menos de diez minutos iniciando labores. El anhelo puede hacerse realidad si se empieza por inspeccionar en la zona donde queda la empresa o la oficina, cuánto puede costar alquilar un lugar.

Un trabajador que tenga a escasos 15 minutos la oficina podrá sumar una hora más a descansar o a realizar una actividad de su preferencia. Los que tienen familia podrán invertir tiempo adicional en los hijos.

Muchos empleados no han empezado la jornada laboral y la comienzan cansados por el trajín del transporte público, contrario a quienes viven cerca que llegarán más dispuestos.

Tendrá una vida menos sedentaria, podrá optar por la caminata diaria o por llevar una bicicleta. Llegar al trabajo más temprano o salir más tarde será menos traumático.

Mejor calidad de vida

A nivel laboral, se deben romper paradigmas actuales de muchas organizaciones y avanzar en esquemas flexibles para sus trabajadores, siempre y cuando la tarea lo permita. Gracias a la TIC´s, Tecnologías de Información en Comunicación, se puede llevar a cabo trabajo de forma remota, lo que flexibiliza las jornadas laborales y en muchos casos la decisión de trabajar en forma tradicional en una oficina o en casa, o combinar ambas es una decisión de cada trabajador.

Se puede promocionar el trabajo remoto y virtual, estrategia que tiene una serie de beneficios tanto para las organizaciones como para los trabajadores. Las empresas ahorran en espacio físico, equipo y energía que son necesarios para llevar a cabo una tarea. Los trabajadores se benefician en el ahorro de tiempo y dinero que supone el trasladarse de casa al trabajo y así tener más tiempo disponible para su vida personal.


“Los buenos desempeños de los trabajadores pueden llegar a desaparecer si no reciben ningún tipo de reconocimiento, aprecio o valoración por la labor que realizan”: B. F. Skinner. Claro, muchos jefes pensarán que recibimos un salario por hacer nuestro trabajo, sin embargo lo bueno que uno hace como empleado podría ser apreciado por los superiores.

Un especialista del tema asegura que: “todos parecen entender que no es fácil que te suban el sueldo o que es algo que puede que ni esté entre los poderes del jefe directo, pero escatimar una palabra amable, un apoyo especial, un reconocimiento del esfuerzo realizado… eso ya es más difícil de comprender”.

¿Por qué a los jefes les cuesta tanto felicitar a sus subordinados? Para otros es egocentrismo. Les cuesta felicitar a los empleados porque nos encanta el reconocimiento individual y nos olvidamos de pluralizar y compartir con los demás los logros.

¿Qué se puede hacer al respecto? Lo primero es olvidarse de la actitud del jefe malo; la obsesión por pillar en una falta a los empleados y orientarse a lo que los demás van a hacer bien.

Hay que pensar positivamente, hay que ser conscientes de que a todos nos gusta que nos reconozcan el esfuerzo y no que sólo nos critiquen lo que no hacemos bien. Hay que intentar ver más allá de los resultados, y valorar también las actitudes. Hay muchas cosas que podemos reconocer: el compañerismo, la colaboración, la asunción de riesgos, la toma de decisiones, la autosuficiencia, la iniciativa.

Las felicitaciones son positivas, pero deben estar justificadas y no convertirse en rutinario. La primera vez que uno recibe un reconocimiento surte efecto, pero si se hace rutinario pierde valor. Es importante felicitar cada vez que se quiera reforzar una conducta, pero luego debe hacerse de forma irregular.

Eso sí, hay que tener en cuenta que es mejor pasarse que quedarse corto. Una felicitación de menos puede ser suficiente para tirarse el ánimo de un colaborador.

No hay que esperar ver los resultados para felicitar, lo mejor es hacerlo en el camino hacia la consecución de objetivo: valorar el esfuerzo, la ampliación de la jornada, la sobrecarga de tareas, la actitud. Reconocer lo que ya se ha conseguido es una obviedad que tiene mucho menos impacto en el ánimo del empleado.

La alimentación influye en el desempeño y aprendizaje de los niños. Se recomienda la alimentación fraccionada; que incluya por lo menos cinco comidas al día: desayuno, medias nueves, almuerzo, onces y cena.

Si realmente le importa la salud de su hijo lo primero que no debe permitir es que vayan a clase sin haber consumido el desayuno o almuerzo. Está comprobado que alimentarse antes de comenzar la jornada escolar permite mayor concentración y favorece el rendimiento.

De igual forma es importante que realice frecuentemente un control médico o de crecimiento y desarrollo, donde se le valora el estado nutricional del menor.

La combinación perfecta

Un conjunto de nutricionistas realizaron una lista de alimentos que diariamente pueden ser una mejor opción para la lonchera:

  • Lunes – Jugo de fruta en leche de almendras o soya y pan integral con huevo (sándwich)
  • Martes – Bebida láctea (avena, leche de almendras o soya, yogurt, kumis), croissant y fruta.
  • Miércoles – Avena, arepa con queso, fruta o ensalada de frutas (dos frutas).
  • Jueves – Jugo de fruta, galletas de sal o dulce, queso y bocadillo o arequipe.
  • Viernes – Yogur, fruta y sándwich de verduras con queso.

Cabe decir que se puede evitar incluir en la lonchera alimentos que no aportan nutrientes, como dulces, productos procesados de paquete, gaseosas y refrescos industriales.

Si usted no está aprendiendo las cosas que quiere y no está creciendo profesionalmente, tal vez sea hora de cambiar de empleo. FinanzasPersonales.com.co realiza una lista con todos los síntomas que revelan cuando ha llegado ese momento.

Estos son los sintomas:

1. No está aprendiendo nada nuevo:  Sí, usted ya sabe cómo hacer todo el trabajo. Pero también es bueno estar aprendiendo, de lo contrario no están creciendo profesionalmente.

2. Nunca se despierta emocionado para ir al trabajo: Despertarse sin ganas significa que no está disfrutando de su trabajo y que está disminuyendo su calidad de vida. Si se despierta todos los días y el temor de ir a trabajar, es hora de pensar en nuevos horizontes.

3. Se pasa más tiempo navegando en internet que haciendo su trabajo:  Cuando está en el trabajo, se supone que debe ser productivo. De lo contrario, se estará convirtiendo en una pérdida de tiempo y dinero para la empresa.

Si usted está aburrido y navegando en Internet, la mayor parte de su jornada de trabajo, es posible que deba pensar en otras opciones de trabajo en donde se tenga más estímulos y responsabilidades.

4. La mayoría de sus compañeros de trabajo no le caen bien:  Normalmente, en los lugares de trabajo siempre hay uno o dos compañeros de oficina que la mayoría de la gente no puede soportar. Pero si usted no quiere a la mayoría de sus compañeros, es probable que sus días no sean muy agradables.

Si esto le está sucediendo, es hora de pensar en encontrar una empresa cuyos empleados sean más afines con usted.

5. El dinero no le alcanza para pagar sus obligaciones:  Si está trabajando más de la cuenta y no le pagan lo suficiente para pagar sus facturas, es posible que esté sobrecalificado y mal pago en el puesto actual. Si es así, es bueno que busque un trabajo en donde le paguen lo que se merece.

En este punto hay que aclarar que si la razón por la cual el dinero no le alcanza es no tener un manejo adecuado de las finanzas personales, lo que debe hacer es consultar más seguido este portal.

6. Gasta tiempo en busca de otros trabajos:  Si pasa bastante tiempo en busca de otros puestos de trabajo mientras espera que termine la jornada laboral, es obvio que quiere dejar su trabajo. Así que siga buscando un nuevo puesto que seguramente encontrará uno que se ajuste a sus necesidades.

7. No ha conseguido un aumento en los últimos dos años: Si usted al realizar una evaluación objetiva encuentra que realiza su trabajo a conciencia y que la empresa ha obtenido beneficios por ello, merece ser recompensado.

Después de esto, si su jefe no le ha dado un aumento en los últimos dos años, pida uno. Si no lo hace, es hora de buscar un mejor lugar para trabajar.

8. Su jefe es una pesadilla:  A veces los jefes parecen no ser tan buenos y en algunos casos no son los más queridos por sus subalternos. Pero si su jefe se convierte en una pesadilla, se aprovecha de su tiempo y no es comunicativo, es definitivamente hora de encontrar un nuevo empleo.

9. La empresa no da buenos resultados:  En época de recesión, las ventas de las compañía disminuyen, pero esto no se traduce en un peligro inminente para sus trabajadores. Sin embargo, si el negocio lleva varios periodos en recesión y no logra salir de ella, sería bueno que ponga a circular su hoja de vida en otras compañías, antes de quedarse sin su empleo.

10. Usted vive estresado todo el tiempo:  Al pasar la mayor parte de su vida dentro del trabajo, debe aprender a disfrutarlo y no estar estresado todo el tiempo. Si usted pasa la mayor parte de sus días estresado por lo que pasa en la oficina, usted no está en el trabajo correcto

La procrastinación o posposición es la acción o hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables. Se trata de un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad.

Puede ser psicológico, físico o intelectual. El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente de concluir. El acto que se pospone puede ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro sine die idealizado, en que lo importante es supeditado a lo urgente.

1. Encuentra sus razones. Muchas veces, dilatar una tarea no se debe tanto a la tarea en sí, como a la forma en que está planteada. “Debo terminar esto, y debería ponerme en ello ya“. ¿Qué parte del enunciado nos mueve a procrastinar? Modifica la forma en que te planteas tus deberes, y añade motivadores: “Entre más pronto termine, podré seguir con la nueva temporada…”.

2. No estás obligado a hacer nada. La obligación implica rechazo: Tengo que, debo de, estoy abligado a… son enunciaciones que nos victimizan y posibilitan rechazar pasivamente nuestras tareas. Proscrastinar, vaya. ¿Cómo solucionarlo? Un simple y seguro “haré” en tus tareas pendientes del día: Haré el presupuesto, Haré la comida, Haré… Sin condenas, sólo lo que harás.

3. Enfócate en comenzar. Es un lugar común muy difundido que para realizar una tarea no hay como visualizarse terminándola. Lo cierto es que para el procrastinador el problema no es terminar, sino comenzar. De manera que lo mejor para salir de la inmovilidad no hay como verse haciendo lo que se podría empezar a hacer inmediatamente, comenzando de una vez

4. Divide en pequeños etapas. No escribas todo el libro, sólo una página a la vez. Cualquier tarea puede dividirse en etapas menores, y al realizar esas etapas, hay que centrarse en la siguiente. No visualices el aterrador conjunto, sino sólo el siguiente paso.

5. No seas perfeccionista. Perfeccionismo es igual a inseguridad, y no hay mayor motor para la procrastinación que el pánico provocado por la inseguridad. Avanza antes que perfecciona. Imponte realizar varias etapas al día, y revisa al final de la jornada, no durante. Permítete el error, y avanza en tus tareas.

Eres  de las personas que al terminar la jornada laboral, se queda horas extras en la oficina ó peor aún lleva trabajo para terminarlos en tu casa, o incluso adelantas los asuntos laborales pendientes cuando llega el fin de semana, por lo que el tiempo no te alcanza y debes terminarlos el sábado o el domingo.

Muy seguramente estás ante un problema de planificación del trabajo, o estás atendiendo asuntos en tu oficina que no te dejan adelantar las labores planeadas. Lo grave es que algo ocasional puede convertirse en una costumbre, que a la postre resultará muy difícil de abandonar luego que sin desearlo se vaya integrando a tu rutina diaria.

Sientes que tienes una sobrecarga de trabajo, si te sientes agobiado por muchas responsabilidades que llevas contigo y además que las condiciones laborales son impropias. Si es así, manifiéstaselo a tu Jefe, y planeen fechas de entrega entre los dos. Es un error que sacrifiques tu bienestar por el trabajo, es importante que empieces equilibrar tu vida.

Recuerda que el día tiene 24 horas, lo sano sería repartirlo en 3 partes iguales de 8 horas cada uno, así 8 horas para el trabajo, 8 horas para el ocio (ir al cine, hacer ejercicio caminar al menos media hora, pasar tiempo con tu familia, leer algún tema no laboral claro está), 8 horas de sueño.

Te damos un consejo que esperamos que te sea de utilidad, visualiza «tu trabajo»  y  «tus preocupaciones laborales» como si fueran un «saco» o «abrigo» el cual dejas en la oficina sobre la silla del escritorio en tu puesto de trabajo, al finalizar tu jornada, te lo quitas y lo dejas ahi y te vas a tu casa tranquilo y relajado, al día siguiente cuando llegues a tu lugar de trabajo, vuelves y te lo pones. Pero Nunca te lo lleves a tu casa!