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“Ser desapegados no significa que no podamos disfrutar nada o no podamos disfrutar estar con alguien. Mas bien, se refiere al hecho de que aferrarnos fuertemente a algo o a alguien, nos causa problemas. Nos volvemos dependientes de ese objeto o persona y pensamos, “Si lo pierdo, o nunca lo obtengo, entonces seré miserable”.

El desapego significa: “Si obtengo la comida que me gusta, qué bueno; si no la obtengo, está bien. No es el fin del mundo. No hay apego o aferramiento.”

Dalai Lama.

«La gran tragedia de la vida no es la muerte física. La gran tragedia de la vida es lo que dejamos morir en nuestro interior mientras estamos vivos».

Norman Cousins.

 

Cuando era pequeña me encantaban las adivinanzas y la sensación que tenía mientras las resolvía. Me he encontrado una que nos hace reflexionar sobre el tesoro más valioso que tenemos. Lo interesante es que mientras la resuelves te deja una gran enseñanza. Aquí va, anímate a resolverla:

Tres hermanos viven en una casa:

son de veras diferentes;

si quieres distinguirlos,

los tres se parecen.

El primero no está: ha de venir.

El segundo no está: ya se fue.

Sólo está el tercero, menor de todos;

sin él, no existirían los otros.

Aún así, el tercero sólo existe

porque en el segundo se convierte el primero.

Si quieres mirarlo

no ves más que otro de sus hermanos.

Dime pues:¿los tres son uno?,

¿o sólo dos?, ¿o ninguno?

Si sabes cómo se llaman

reconocerás tres soberanos.

Juntos reinan en un país

que ellos son. En eso son iguales.

La he encontrado en el libro Momo del autor Michael Ende.

Érase una vez, seis hombres ciegos en una aldea. Un día, un aldeano les dijo: «Hoy en el pueblo ha llegado un elefante”

Los hombres ciegos no tenían ni idea de lo que era un elefante. Entonces decidieron ir a conocerlo a pesar de que no serían capaces de verlo, podrían sentirlo de todos modos.

Todos ellos fueron a donde estaba el elefante y lo rodearon. Cada uno de ellos tocó al elefante en una parte diferente.

-«El elefante es un pilar», dijo el primer hombre que tocó la pierna.

-«Oh, no, ¡es como una soga!», dijo el segundo hombre que tocó la cola.

-«Oh, no, ¡es como una gruesa rama de un árbol!», dijo el tercer hombre que tocó la trompa del elefante.

-«Es como un ventilador de mano grande», dijo el cuarto hombre que tocó la oreja del elefante.

-«Es como una pared enorme», dijo el quinto hombre que tocó el vientre del elefante.

-«Es como un tubo sólido», dijo el sexto hombre que tocó el colmillo del elefante.

Pronto comenzaron a discutir sobre el elefante y cada uno de ellos insistió en que él tenía la razón.

Un hombre sabio pasaba por allí y vio esto. Se detuvo y les preguntó: -«¿Cuál es el problema?»

Ellos dijeron: -«No podemos estar de acuerdo en cómo y qué es un elefante.»

Cada uno de ellos le dijo al hombre sabio lo que pensaba que era el elefante.

El hombre sabio tranquilamente les explicó:

-«Todos ustedes están en lo cierto. La razón por la que cada uno de ustedes está diciendo diferentes cosas es que cada uno de ustedes tocó una parte diferente del elefante. Por lo tanto el elefante tiene todas las características que mencionaron.»

La moraleja de la historia es que puede haber algo de verdad en lo que dice alguien.  Cada quien, de acuerdo a su experiencia y perspectiva tiene su propia verdad así no estemos de acuerdo.  En vez de gastar el tiempo en discusiones vanas podemos entender que tal vez la otra persona tiene “sus razones”.

Cuento Jainista

 

Había una vez una persona que vivía al lado de una carretera donde tenía un carro de ricos perros calientes. Su dueño estaba muy ocupado y por lo tanto no oía radio, no leía los periódicos ni veía la televisión.

Su negocio fue creciendo conforme pasaban los días, alquiló un trozo de terreno para organizar unas mesas y sillas, colocó un gran letrero y anunció su producto gritando a todo pulmón: «Compren el mejor perro caliente». Y la gente los compraba. Aumentó el consumo de pan y de salchichas. Compró un terreno más grande, preparó nuevos aderezos y salsa, hizo una carta de menú y hasta repartió volantes con el fin de que su negocio siguiera creciendo, y trabajó tanto que dispuso que su hijo dejara la Universidad donde estudiaba Economía a fin de que le ayudara.

Sin embargo, ocurrió algo muy importante; su hijo le dijo: «Padre, ¿tú no escuchas la radio, ni lees los periódicos, ni ves la televisión…?. Estamos sufriendo una grave crisis económica. ¡La situación es realmente mala; peor no podría estar!».

El padre pensó: «Mi hijo estudia en la Universidad, lee los diarios, ve televisión y escucha la radio. Debe saber mejor que yo lo que está pasando…»

Compró entonces pan de menor calidad y salchichas más pequeñas. Quitó el aviso, dejo el alquiler del terreno con el fin de eliminar los gastos y trató de bajar los costos al máximo. Y las ventas fueron disminuyendo cada día más. «Tenías razón hijo mío«, le dijo al muchacho. «Verdaderamente estamos sufriendo una gran crisis«.

MORALEJA

No sigamos hablando de crisis. Hablemos sólo de hacer buenos negocios, buenos trabajos y buenas tareas. Si nos programamos para fracasar, fracasaremos. Si nos mentalizamos para ganar, ganaremos. Es una simple elección personal.

«Para tener éxito no tienes que hacer cosas extraordinarias. Haz cosas ordinarias, extraordinariamente bien»