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Vive tranquilo, evita las prisas. La ansiedad y el apresuramiento ahogan la satisfacción de vivir, pues crean confusión interior.

Si actúas con serenidad frente a los problemas podrás solucionarlos, y tendrás mayor aceptación entre aquellos que te rodean.

Regálate un instante para pensar en lo que dice tu interlocutor y en tu respuesta adecuada.

La serenidad es tu fuerza interna que trabaja a tu favor y facilita la convivencia armoniosa.

Tú puedes disminuir y liquidar tu angustia si afrontas con calma cualquier situación difícil.

Al experimentar un disgusto puedes convertirlo en un tormento de tu alma,si le permites ocupar el plano total de tu conciencia.

Tu dolor es tu dolor; pero tu sufrimiento es fruto de tu posición mental.

No hagas de tu pena un cruel instrumento para atormentarte.

Puedes recobrar el equilibrio y la serenidad, si mantienes de continuo una ACTITUD MENTAL POSITIVA y, por lo mismo, constructiva.

El pensamiento positivo y optimista construye una vida placentera.

Para no caer en las manos de la depresión que te aniquila, evita el exceso de trabajo, la prisa en tus tareas y la falta de descanso adecuado.

Cualquiera que sea tu ocupación, realizarla de la mejor manera, concentrándote en ella, con el ánimo sereno.

Si algo te sale mal, niégate a maldecir, a renegar y a manifestarse agresivo.

No te destruyas. Tómalo con calma, pues tu serenidad es una fuente de salud y eficiencia.

Recuerda que el signo más claro de la sabiduría es la serenidad constante.