Carta de un espermatozoide a un Óvulo

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Querido óvulo:

No sé por qué si eres femenina no te llamas ovula. Me siento raro sabiendo que el objetivo de mi vida es unirme a ti que no eres ella sino él. No es justo. Yo soy la esencia del varón ¡si alguien es macho ese soy yo! Pero vamos, si la naturaleza lo quiso así, juro por mi colita que voy a hacer todo por llegar a ti, amor…aunque seas él.

La naturaleza nos pone difícil la cosa a los hombres desde sus comienzos. Tú eres un óvulo que vive plácidamente en una cuevita mullidita rodeada de un precioso monte. En cambio yo, vivo hacinado junto a 350 millones de congéneres guindando en un globito. A mí me tocó el globito derecho que está un poquito más abajo del izquierdo. Según los estudios, en mi pequeño mundo redondo viven 175 millones de espermatozoides como yo y en el otro una cantidad más o menos igual.

Nuestros globitos están rodeados por una capa de escroto que nos protege de los rayos infrainteriores. Según los científicos y los fastidiosos de la religión del Greenpeace, esta capa de escroto se ha debilitado y presenta un enorme agujero que pone en peligro la vida dentro de los globos.

Nuestra única diversión consiste en viajar hasta Próstata, un pueblito que queda a 15 cm. de aquí. Para hacerlo sólo tenemos que tomar el túnel vía uretra. Próstata es un pueblito bello pero muy frágil y de vez en cuando llegan dedos turistas a visitarlo.

Amado óvulo ¿por qué será tan difícil llegar a ti? Aquí todos estamos en alerta constante  porque en cualquier momento tenemos que salir como locos a un sitio desconocido, donde supuestamente estás tú, cómodamente sentado en tu trono rojo y húmedo, esperando a que uno de nosotros (350 millones) tenga la suerte de unirse a ti.
Qué angustia cuando se da la alarma, si uno no está pendiente, fácil puedes parar en un mundo de goma o a mano de manos peludas morbosas.

¡Ay óvulo! esto no es vida. El sistema es complicado pero funciona: el ojo ve y el nervio óptico va con el chisme al cerebro. El cerebro evalúa la situación y manda un mensaje urgente vía médula espinal al corazón que se alborota y envía baldes de sangre de la cintura para abajo. Allí hay un aliado de nuestro mundo. Él es calvo y se la pasa flojeando pero en vista de la emergencia reacciona y se levanta.

Y allí vamos 350 millones de seres hacia un destino incierto que con suerte crearán otros seres humanos llenos de óvulos y espermatozoides deseosos de unirse.

Deben ser vainas de Dios.