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En uno de mis viajes por este ancho mundo, vi un día,  en una isla desierta, un monstruo con cabeza humana y cascos de hierro.

El monstruo no hacía más que comer tierra, y beber agua del ancho mar que rodeaba la isla. Después de observarlo por el espacio de largas horas, me acerqué a él y le pregunté:

«¿No te sientes satisfecho ya? ¿Acaso ni tu hambre ni tu sed pueden ser satisfechas?».

«Es cierto, muy cierto -me contestó-. Tienes razón. No sólo que estoy satisfecho, sino que estoy ya cansado de tanto comer y beber. Sin embargo, lo sigo haciendo por el temor de no encontrar el día de mañana, ni tierra con qué satisfacer mi hambre, ni en este ancho mar, agua con qué aplacar mi sed».

Jalil Gibrán

Siempre que veo una película me gusta analizarla y sacar mis enseñanzas y conclusiones.  Hace poco tuve la oportunidad de ver Stardust: El Misterio de la Estrella,  es una película del año 2007. Me pareció superentretenida pues te lleva a un mundo mágico imaginario de príncipes, doncellas y donde todo es posible.  Me encantó pues al ser una película de fantasía, te desconecta y te hace observar con detenimiento todo lo que ocurre para poderla entender,  además a mi modo de ver deja varias enseñanzas, algunas las relaciono a continuación.

 Las limitaciones y obstáculos para cumplir nuestros sueños se encuentran en nosotros mismos en nuestra mente y cuando los superamos podemos observar, conocer y vivir un número inagotable de posibilidades: En la película está representado a través de El muro. El protagonista está sumido en la monotonía de su mundo, acostumbrado a ser un simple empleado, a perseguir un amor que no le conviene. Pero cuando lo invade la curiosidad y cruza el muro ve un mundo totalmente diferente donde todo es posible. Pasa de ser ordinario y dejar que la vida se le pase sin más para convertirse en protagonista  protector,  encuentra su verdadero amor y construye su propia aventura de vida.

Cuando no tenemos congruencia con lo que sentimos, pensamos y actuamos, reflejando una imagen que no es la nuestra,  más tarde que temprano se cae esa fachada y se descubre nuestro interior. Esta enseñanza la protagoniza El capitán quien dice una frase que enmarca su papel: Reputación toda una vida para construirla y un instante para llevarla a pique.  El capitán daba una imagen de un machote guerrero durísimo y en el fondo es todo corazón.

Si nos dejamos cegar por la competitividad mal manejada y avaricia podemos pasar por encima de los demás lastimándolos, logrando sólo caos. Debemos esforzarnos por pulir nuestra propia personalidad nuestra piedra en bruto, rubí, para lograr armonía interna que reflejará seguridad y éxito seguro en nuestras acciones, sin interferir ni agredir a los demás. En la película los hermanos detrás del trono pensaban que para poder ser rey  tenían que buscar la manera de matar a sus propios hermanos, y en realidad el que fue rey era el que tenía la joya consigo y la cuidaba como su más valioso tesoro.

La belleza y la juventud eternas están en el cuidado de nuestro interior, de nuestra personalidad, de nuestra esencia, y así se ve reflejado en nuestro exterior en la parte física.  Las hermanas brujas que iban detrás de la estrella buscaban juventud enfocadas solamente en la parte física, pero esta juventud es pasajera y constantemente tenían que estar buscando nuevas estrellas para robarles su corazón. Tenían también el poder de hechizar como hicieron con la bruja que a pesar de tener la estrella en frente no la podía ni ver ni sentir, así pasa cuando nos enceguecemos por el mundo material o cuando nos obsesionamos con algo podemos tener lo que queremos en nuestras narices y no lo vemos.

Puedes verla tú también y sacar tus propias enseñanzas.

Le preguntaron al Dalai Lama:

– ¿Qué es lo que más le sorprende de la Humanidad?

Su respuesta fue:

– El hombre… Porque sacrifica su salud para ganar dinero.

Y cuando lo consigue sacrifica  su dinero para recuperar la salud.

Y, está tan ansioso por  el futuro, que no disfruta el presente;

el resultado es que no vive ni en el presente ni en el futuro;

vive como si nunca fuese a morir… y entonces muere  sin haber vivido realmente nunca.

Para muchos éxito puede llegar a ser una palabra lejana y hasta ajena. Resulta ser que no es más que la consecución de los objetivos y metas propuestas por una persona en determinado instante, con ambición o no. Hasta se puede hablar de éxito en pequeños detalles de la vida.

Logre lo que se propone de esta manera:

1. Defina sus propósitos. Decida cuáles son sus ideales en la vida, trace una estrategia que le permita acercarce cada vez más a lo que quiere lograr.

2. Delimite sus objetivos. Intente definir con claridad qué es lo que quiere conseguir, cosas materiales o logros personales. Diga mentalmente: «quiero tener libertad financiera, no tener que trabajar por el dinero, pasar mucho tiempo con mi familia».

3. Establezca cantidades y fechas. No es lo mismo decir: «quiero ganar mucho dinero» a «quiero ganar $2.000 dolares mensuales». Se trata de determinar con exactitud el alcance de sus objetivos en cuantía y tiempo de consecución. Si se define una fecha, se programará inconscientemente para lograrlo.

4. Divide y vencerás. Hay que dividir los objetivos y metas en partes pequeñas, para que sea simple ir por cada uno de los propósitos, en vez de hacerle frente a un reto muy grande. Es probable que no se de cuenta cuando ya esté disfrutando de los logros.

5. Visualice el éxito. Mírese a usted mismo en el estado final de tanto esfuerzo. Haga de cuenta que todo aquello por lo que lucha, ya lo ha conseguido e intenta personificarse en ese éxito.


¿Tu trabajo constituye el centro de tu vida? ¿Tu empleo resta importancia a todo lo demás, incluida la familia, el ocio y la vida social? ¿Es tu refugio? ¿Llevarte trabajo a casa para acabarlo por la noche o los fines de semana es algo habitual en ti? Si es así, puede que seas un adicto al trabajo.

Esta situación define a aquellos trabajadores que, de forma gradual, van perdiendo estabilidad emocional y se convierten en adictos al control y al poder, en un intento por lograr el éxito.

Cómo detectarlo:

Aquí es donde surgen los primeros problemas porque, muchas veces, el entorno de dicha persona no ve mal su comportamiento. Si una persona practica juegos de azar, toma drogas o bebe de forma descontrolada, estas conductas son consideradas reprobables ante uno mismo y ante los demás. Pero trabajar más de la cuenta, incluso en fines de semana o renunciando a las vacaciones, parece algo respetable.

¿Cómo saber si has pasado de trabajar para vivir a vivir para trabajar? Se trata de un proceso gradual: suele oscilar entre los cinco y los veinte años. Comienza como una ambición profesional mayor de la media, que para poder llegar a conseguir sus metas necesita de una dedicación laboral que también está bastante por encima de la media.

Síntomas:

Hay tres grupos diferentes. En primer lugar los cognitivos o mentales: ansiedad e irritabilidad; depresión; necesidad creciente de trabajar más y dedicarle más tiempo al trabajo; preocupación constante por el rendimiento laboral; la sensación continua de estar agobiado, de no llegar a todo; sensación de vacío emocional; la infravaloración de otros tipos de actividad distintos a la laboral.

Otro grupo de síntomas son los fisiológicos: estrés, insomnio y, a largo plazo, hipertensión arterial y aumento de sufrir enfermedades vasculares. El tercer grupo son los síntomas de comportamiento: la necesidad casi compulsiva de realizar listas de cosas por hacer y de anotar en la agenda hasta el más mínimo detalle; incapacidad de estar sin trabajar durante un período prolongado sin experimentar ansiedad, inquietud e irritabilidad; alejamiento de la familia y los amigos.

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Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre. Un día el rey lo mandó a llamar. Paje -le dijo- ¿Cuál es el secreto?¿Qué secreto, Majestad?¿Cuál es el secreto de tu alegría? ¡No hay ningún secreto, Alteza!. No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.

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