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Aunque parece una historia de cuento o fábula es algo que sucedió en el año 2012 y nos muestra la estrecha comunicación que podemos llegar a tener con nuestros hermanos animales si estamos dispuestos a interactuar con ellos y respetar su entorno.

Lawrence_Anthony (1950-2012) fue un conservacionista, ambientalista, explorador y escritor nacido en Johannesburg Sud África.  Por mucho tiempo fue director de la reserva Thula Thula en Zululand, Sud Africa y el fundador de The Earth Organization, una organización  privada de protección al medio ambiente y desarrollo científico.

Lawrence Anthony, escribió 3 libros, dentro de los cuales se encuentra el Best-Seller, “The Elephant Whisperer”, donde relata la forma en que rescató a animales salvajes y rehabilitó elefantes de todo el mundo de las atrocidades humanas:  para curar las manadas descontroladas por el miedo y sufrimiento causados por inconscientes cazadores, decidió  dormir y comer junto a ellas ganando su confianza, logrando calmarlos como ningún otro hombre lo había hecho. Su fama  como experto en elefantes se extendió y elefante que había que curar, se lo enviaban a él.

El 7 de marzo de 2012 Lawrence Anthony falleció. Dos días después de su deceso, los elefantes salvajes aparecieron en su casa, con dos enormes matriarcas a la cabeza. Un total de 31 elefantes  caminaron durante 12 horas más de 20 kilómetros abriéndose camino en una sola fila solemne desde su hábitat hasta la casa del difunto autor.

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La esposa de Lawrence, Françoise, se conmovió profundamente, sabiendo que los elefantes no habían estado en su casa antes de ese día desde hacía más de ¡3 años! ya que al momento de morir Lawrence trabajaba en un nuevo proyecto con rinocerontes. Sin embargo, sus amigos elefantes sabían a dónde iban. Pero, y ¿quién les avisó?¿cómo se dieron cuenta?
Era obvio que estos animales querían dar su más profundo pésame, honrando a su amigo que les había salvado la vida, tanto así que permanecieron durante 2 días con sus noches sin comer absolutamente nada!…
Luego, una mañana, partieron, emprendiendo su largo viaje de regreso a casa.

El ser humano cree que vive su desarrollo en solitario, su ego extremo lo pone en el nivel más alto de la evolución y no lo deja ver que tiene a su alrededor otras especies inteligentes que pacientemente están dispuestas a enseñar y acompañar en este hermoso planeta.

Érase una vez, seis hombres ciegos en una aldea. Un día, un aldeano les dijo: «Hoy en el pueblo ha llegado un elefante”

Los hombres ciegos no tenían ni idea de lo que era un elefante. Entonces decidieron ir a conocerlo a pesar de que no serían capaces de verlo, podrían sentirlo de todos modos.

Todos ellos fueron a donde estaba el elefante y lo rodearon. Cada uno de ellos tocó al elefante en una parte diferente.

-«El elefante es un pilar», dijo el primer hombre que tocó la pierna.

-«Oh, no, ¡es como una soga!», dijo el segundo hombre que tocó la cola.

-«Oh, no, ¡es como una gruesa rama de un árbol!», dijo el tercer hombre que tocó la trompa del elefante.

-«Es como un ventilador de mano grande», dijo el cuarto hombre que tocó la oreja del elefante.

-«Es como una pared enorme», dijo el quinto hombre que tocó el vientre del elefante.

-«Es como un tubo sólido», dijo el sexto hombre que tocó el colmillo del elefante.

Pronto comenzaron a discutir sobre el elefante y cada uno de ellos insistió en que él tenía la razón.

Un hombre sabio pasaba por allí y vio esto. Se detuvo y les preguntó: -«¿Cuál es el problema?»

Ellos dijeron: -«No podemos estar de acuerdo en cómo y qué es un elefante.»

Cada uno de ellos le dijo al hombre sabio lo que pensaba que era el elefante.

El hombre sabio tranquilamente les explicó:

-«Todos ustedes están en lo cierto. La razón por la que cada uno de ustedes está diciendo diferentes cosas es que cada uno de ustedes tocó una parte diferente del elefante. Por lo tanto el elefante tiene todas las características que mencionaron.»

La moraleja de la historia es que puede haber algo de verdad en lo que dice alguien.  Cada quien, de acuerdo a su experiencia y perspectiva tiene su propia verdad así no estemos de acuerdo.  En vez de gastar el tiempo en discusiones vanas podemos entender que tal vez la otra persona tiene “sus razones”.

Cuento Jainista

 

Dijo el Ojo un día:

– «Más allá de esos valles veo una montaña envuelta en una niebla azulada. ¿Verdad que es hermosa?»

El Oído, que lo oyó, estuvo un largo rato escuchando y dijo:

– «¿Dónde está esa montaña? Yo no la oigo.»

Entonces habló la Mano:

– «Estoy tratando de sentirla y de palparla, pero no encuentro ninguna montaña.»

Y el Olfato aseguró:

– «No hay ninguna montaña. Yo no la huelo.»

Entonces el Ojo miró hacia otra parte y todos empezaron a comentar sobre la rara alucinación sentida por el Ojo. Y dijeron:

– «Al Ojo debe pasarle algo.»

Autor: Gibran Khalil Gibran

En una tarde nublada y fría, dos niños patinaban sin preocupación sobre una laguna congelada, de repente el hielo se rompió uno de ellos cayó al agua. El otro cogió una piedra y comenzó agolpear el hielo con todas sus fuerzas, hasta que logro quebrarlo y así salvar a su amigo.

Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron: «¿Cómo lo hizo? El hielo está muy grueso, es imposible que haya podido quebrarlo con esa piedra y sus manos tan pequeñas…»

En ese instante apareció un abuelo y, con una sonrisa, dijo:

– Yo sé cómo lo hizo.
– ¿Cómo? – le preguntaron
– No había nadie al su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

*Historia atribuida a Albert Einstein.


En cierta ocasión, durante mi segundo semestre en la escuela de enfermería, el profesor nos hizo un examen sorpresa. Leí rápidamente todas las preguntas, hasta llegar a la última: ¿Cómo se llama la mujer que limpia la escuela?.

Seguramente era una broma. Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Era alta, de cabello oscuro, unos 50 años, pero, ¿cómo iba a saber su nombre? Entregué el examen sin contestar la última pregunta.

Antes de terminar la clase, alguien le preguntó al profesor si esa pregunta contaría para la calificación. “Definitivamente” dijo el profesor. En sus carreras ustedes conocerán a muchas personas. Todas son importantes. Ellas merecen su atención y cuidado, aún si ustedes sólo les sonríen y dicen: ¡Hola!

Nunca olvidaré esa lección, y supe luego que su nombre era Dorothy. Todos somos importantes.