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Un ejemplo de que con perseverancia, disciplina y dedicación podemos lograr todo lo que nos propongamos es el del atleta sudafricano Oscar Pistorius, quien participó representando a su país en los juegos olímpicos de Londres 2012 sin limitarle el hecho de que para correr utiliza prótesis transtibiales construídas en fibra de carbono.

Oscar Pistorious, nació sin sus huesos peronés, por lo cual a sus once meses de vida le fueron amputadas sus dos piernas. Pero esto no fue impedimento para que Pistorious se desenvolviera en diferentes deportes a pesar del esfuerzo que requería y las burlas de sus compañeros de colegio. Primero rugby y waterpolo, luego natación y por último (sin dudas con el que más éxitos logró) atletismo.

Con el atletismo participó en:

  • Los Juegos Paraolímpicos de Atenas 2004 consiguiendo medalla de oro en 400m y medalla de bronce 100m.
  • En 2008 en los Juegos Paralímpicos de Pekín logró tres medallas doradas en los 100, 200 y 400 metros.

Pero él quería desempeñarse en los juegos olímpicos pues se considera igual que cualquier otro atleta y dice: «Yo no soy un inválido, simplemente no tengo piernas. Además, todo el mundo tiene alguna discapacidad… las peores son las del espíritu”.

Y para lograr su sueño además de su esfuerzo físico, le tocó superar barreras  legales ante el Tribunal de Arbitraje del Deporte demostrando a la Federación Internacional de Atletismo que sus piernas ortopédicas no le otorgaban “alguna una ventaja” con respecto a otros atletas no discapacitados.

Después de aclarado ese asunto, el apodado “Blade runner” o “el hombre más rápido sin piernas”, fue seleccionado para participar en los el Mundial de Atletismo de Daegu de Corea del Sur 2011 en 400 metros y en el relevo 4×400, donde llegó hasta las semifinales y ganó la medalla de plata con el equipo sudafricano en el relevo 4×400.

El 4 de julio de 2012 el Comité Olímpico Sudafricano confirmó al atleta para asistir a los Juegos Olímpicos Londres 2012 convirtiéndose en el primer atleta con doble amputación que logra estar en una cita olímpica.

Su participación en los olímpicos de Londres tuvo quienes estaban a su favor y otros en contra y aunque no consiguió medallas abrió las puertas para continuar su exitosa carrera con pasión demostrando que los únicos límites que tenemos son los que nosotros mismos nos trazamos; que los obstáculos se pueden convertir en incentivos y motivaciones y que todo es posible.

También dio a conocer las palabras que su madre le escribió cuando era pequeño y que lleva grabadas en su mente y alma: «Un perdedor no es quien llega  último sino aquél que se sienta y mira y nunca ha intentado correr».

Una persona realmente inteligente limpia sin cesar su espíritu y mente. De hecho, tú, cada día dedicas un momento al aseo corporal y material, ¿pero cuánto tiempo consagras a limpiar tu mente y tu alma?

Una ley espiritual asegura que el pensamiento determina nuestro comportamiento.

Tu alma y mente están condicionadas por un sistema de emociones y creencias que te conviene reprogramar. Según la ley de atracción, llamas a tu vida lo que crees y piensas.

Si tus creencias y emociones son negativas, a tu vida llegará lo oscuro, porque eso es lo que atraes, pero si son de amor y satisfacción, tu mente, alma y vida se llenarán de luz y paz. Elige limpiar tu alma de todo lo que la contamina.

La desconfianza, el miedo, el rencor, la culpa, la infravaloración y el orgullo, son basura. En especial, necesitas ser muy cuidadoso con estas siete emociones tóxicas: Odios, culpas, miedo, rabia, tristeza, celos, envidia. Busca por todos los medios que lo exterior, por más horrible que parezca, no afecte tu mundo interior. Eso es lo que logra el sabio y, por eso, permanece imperturbable cuando todos se alteran.

Una gran ayuda para estar armonizado y tener buenas emociones es regalarte pausas refrescantes para relajarte, orar y meditar. Puedes hacerlo en silencio o con música serena; también, visualizando algo hermoso o enfocado en tu respiración pausada. Hay muchas formas de meditar, y una de ellas es hacer muy bien lo que estás haciendo, sin distracciones.

Vive lo que haces cuando comes, caminas, lees o te bañas. Haz eso y nada más que eso. Hagas lo que hagas, hazlo totalmente, inmerso en lo que vives y apartado de todo lo demás. Entonces, no es raro que, de pronto, te sientas como flotando, en un estado sereno de fluir como el agua.

Parece raro, pero pocas personas logran hacer algo con toda el alma, porque su mente anda errática. Mientras comen o se bañan ella está en otro lugar, y necesitan aquietarse y controlar a la ‘loca de la casa’.

Por eso dijo un sabio: “cuando te sientes, siéntate; cuando camines, camina; cuando ores, ora”. Aprende a respirar, huye del ruido y el acelere, y vive lo que haces en un estado de meditación serena y sin temores.

Al violento y el envidioso casi siempre un gran miedo los apresa, devora y desequilibra. Ese miedo, en buena medida, nace de una gran inseguridad y serios vacíos emocionales.

El agresor infunde temor, quiere mostrar una fuerza que no tiene, y atacando, camufla su debilidad y fantasmas internos. El miedo es el motor de muchas reacciones dañinas: agresión, ira, engaño, envidia, celos. ¿Cómo amansar el temor? Reconociéndolo, afrontándolo, amándose y buscando la paz interior. Cuando un agresor recibe amor se desarma, ya que no hay antídoto más poderoso que el amor puro.

Con amor, trató Jesús a todos, cambió corazones, sanó heridas internas y llenó todo de luz. Haz todo con amor y verás como las tempestades se calman y los espíritus se desarman.

Autor: Gonzalo Gallo

Una de las principales características de la auto-disciplina es la capacidad de renunciar a la gratificación instantánea e inmediata, en favor de una mayor ganancia o resultados más satisfactorios, incluso si esto requiere tiempo y esfuerzo.

La autodisciplina nos da el poder de atenernos a nuestras decisiones y seguir a través de ellas, sin vacilar, y es por tanto uno de los requisitos importantes para lograr los objetivos.

La posesión de auto-disciplina nos permite elegir, y después perseverar con acciones, pensamientos y conductas, que conducen a la mejora y el éxito.

También nos da el poder y la fuerza interior para superar las adicciones, la desidia y la pereza y dar seguimiento a todo lo que se hace.

Contrariamente a la creencia común, la autodisciplina no es un comportamiento grave y limitado o un estilo de vida restrictivo. Es un ingrediente muy importante para el éxito en todos los aspectos de nuestra vida. Se expresa como la perseverancia, la capacidad de no renunciar a pesar del fracaso y retrocesos, como el control de uno mismo, y como la capacidad para resistir las tentaciones y distracciones que tienden a interponerse en el camino para alcanzar las metas. De hecho, es uno de los pilares más importantes de éxito real y estable.

Esta habilidad conduce a la confianza en uno mismo, la autoestima y la fuerza interior, y en consecuencia a la felicidad y satisfacción. Por otro lado, la falta de autodisciplina puede conducir a problemas de fracaso, la pérdida, la salud y las relaciones, la obesidad y otros más.

El Síndrome de Pan hace referencia a los adultos que continúan comportándose como niños o adolescentes y no son capaces de tomar la responsabilidad de sus actos. Serían personas que se niegan a crecer presentando una marcada inmadurez emocional matizada por una fuerte inseguridad y un gran temor a no ser queridos y aceptados.

Como podrán presuponer el nombre proviene del conocido personaje de la literatura infantil creado por James Matews Barrie. No obstante, la primera vez que se relacionó el nombre de Peter Pan con un emocional fue en el año 1966, cuando el psiquiatra Eric Berne lo utilizó para indicar al niño que todo adulto lleva dentro y que sólo se preocupa por satisfacer sus propias necesidades.

Posteriormente, en el año 1983, el psicólogo Dan Kiley fue el responsable de acuñar y popularizar lo que hoy se conoce como «Síndrome de Peter Pan» aunque en España (en el lenguaje coloquial) también se les conoce como adultoadolescentes.

¿Cuáles son sus síntomas principales?

Aunque los adultos han llegado a la treintena o incluso rondan la cuarentena de años continúan comportándose como niños pequeños. Usualmente estas personas parecen ser seguras de si mismas e incluso arrogantes; sin embargo, esto es solo una coraza para ocultar sus verdaderas inseguridades e indecisiones. Estas personas se esconden detrás de excusas o mentiras en aras de disimular su incapacidad para crecer; suelen hablar de fantásticos proyectos, negocios increíbles, grandes aventuras amorosas… Estas fantasías (mayormente imposibles de cumplir) les permiten eludir sus responsabilidades y poder culpabilizar a los otros de las cosas negativas que les ocurren.

Además, podemos enlistar otra serie de “síntomas”:

  • Se siente altamente seducido por la juventud, etapa que suele tener idealizada intentando negar su madurez
  • Miedo a la soledad.
  • Altamente inseguro y con baja autoestima.
  • Su actitud se centra en recibir, pedir y criticar pero no se molesta en dar o hacer. Esto hace que viva centrado en sí mismo y en sus problemáticas sin preocuparse demasiado por lo que le sucede a las personas a su alrededor.
  • Considera que el compromiso es un obstáculo para su libertad.
  • No adopta la responsabilidad por sus actos mientras que los otros deben hacerlo por él.
  • Se siente permanentemente insatisfecho con lo que tiene pero no toma iniciativas para intentar solucionar su situación. En palabras sencillas diríamos que es una persona que lo quiere todo pero no desea esforzarse para lograrlo.

Generalmente estas dificultades tienen su origen en la niñez, cuando el pequeño experimentó una carencia afectiva (objetiva o subjetiva). Al crecer, estas personas continúan sintiéndose desprotegidas y angustiadas frente a lo desconocido.

La vía más certera para ayudarlos a crecer es permitirles que enfrenten su realidad y asuman las consecuencias de sus comportamientos y decisiones. Ante sus quejas y lamentos debe motivárseles a que tomen iniciativas proactivas para cambiar la situación y no asumir en su lugar la responsabilidad por el cambio.

Sin lugar a dudas, todos tenemos un pequeño Peter Pan dentro y pretender erradicarlo totalmente sería algo bastante demencial; pero éste lado infantil no puede impedirnos crecer, asumir la responsabilidad por nuestras decisiones y continuar el camino hacia la adultez.

 Se puede afirmar que el nombre de nomofobia proviene del término inglés «no-mobile phobia» (fobia a estar sin móvil). Los expertos señalan que estas personas experimentan una gran ansiedad cuando hay estas situaciones: pérdida de celular, batería o crédito agotado y falta de señal.

El 2008 el gobierno británico realizó estudios al respecto. Se observó que un 56% de hombres y un 48% de mujeres sufrían esta fobia y que un 9% se sentían estresados cuando su aparato se apagaba.

En 2012 el nuevo estudio elaborado por la empresa SecurEnvoy revela que la cifra de afectados aumentó en el país. Después de encuestar a unas 1.000 personas, se constató que el 77% de los individuos con edades comprendidas entre los 18 y los 24 años sufrían nomofobia, mientras que en la franja de edad que va de los 25 a los 34 años, la incidencia fue del 68%.

Se descubrió también que un 41% de los encuestados cargaban con ellos dos celulares para nunca quedarse «desconectados».

Aunque expertos en adicciones dicen que no se puede considerar todavía como enfermedad, muchos ya creen que muestra todos los síntomas. Los principales síntomas de una persona nomofóbica son el miedo a no disponer del celular. El nomofóbico no puede imaginar salir a la calle sin él y además invierte un mínimo de cuatro horas diarias consultándolo por motivos ajenos al trabajo.

El nomofóbico suele tener baja autoestima, ser introvertido, no tiene habilidades de afrontamiento. En su tiempo libre sólo usa el móvil, algo que va unido a no tener otras actividades de ocio.

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A ninguna mujer le puede gustar pasar al lado de una manada de hombres, que lo único que hacen es mirarla y hacerla sentir incómoda con frases como «Mamita rica«, «Mamacita«, o «Te comería con papitas fritas«; la verdad es que a ellas les produce una furia interna y acumulable hacia el sexo opuesto.

Otra cosa pasa cuando un hombre saca su estampa de galán y lanza piropos que hace que la dama esboce una sonrisa después de tener un mal día, seguramente levantará el autoestima por el cielo.

Estadísticas de piropos

Según un estudio realizado, más de 6 millones de hombres piensan en decirle a una mujer entre 18 y 45 años un piropo. Mientras que ellas, a su vez, esperaron más de 4 millones de piropos; lo que indica que a la mujer de hoy le gusta recibir piropos.

El estudio desmontó el mito de que a la mujer de hoy ya no le gusta recibir piropos, ya que el 78,4% de las mujeres encuestadas declararon sentirse valoradas y reconocidas cuando lo reciben.

Siete de cada diez mujeres reconocen que los piropos subidos de tono les desagradan. La ocasión en la que la mujer agradece más un piropo es cuando está triste (88,5%). No obstante, las mujeres encuestadas también valoraron el componente de sorpresa del piropo, así a 8 de cada 10 les hace más ilusión cuando menos se lo espera.

¿Qué tal estos 10 piropos de alto nivel?

  • Dios debe estar distraído, porque los ángeles se le están escapando.
  •  Se te cayó un papel… ¡El que te envuelve bombón!
  •  ¿Ya empezo la primavera?, ¡porque eres la primera flor que veo!
  •  ¿De qué juguetería te escapaste muñeca?
  •  Estoy buscando diosas para una nueva religión… y acabo de elegirte.
  •  ¿Crees en el amor a primera vista o tengo que volver a pasar delante tuyo?
  •  Si Colón te viera diría: ¡Santa María que preciosa pinta tiene esa niña!
  • ¡Si tú eres el pecado dispuesto estoy a cumplir la penitencia!
  • Dichosa la mañana en que aparezcan tus hermosos zapatos debajo de mi cama.
  • Si verde te caes de buena, ¿qué será cuando estés madura?

En este divertido video realizado por la usuario de vimeo CUALCA! queda bastante claro eso de «No quiero tu piropo, quiero tu respeto»

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No es fácil identificar a un líder aunque todos necesitamos de ellos. Lo que sí sabemos es que no es el que manda o el que tiene el poder.

Un líder es una persona que ejerce su influencia de una manera muy particular, sin violencias, sin imposiciones, con máxima sencillez. Líderes fueron Jesucristo, Mahatma Gandhi, etc. No lo fueron Mussolini, Hitler, Atila? Es inherente al término líder el que sea positivo, proactivo, dicen ahora, que desarrolla. Los últimos fueron tiranos, dictadores, caudillos, adalides, pero no líderes.

El liderazgo no depende del dinero o de la posición social, es algo más profundo.

  • Un líder es un ser humano que se ha desarrollado a sí mismo, se conoce, tiene capacidad de reflexión, de pensamiento, autoestima.
  • Es responsable de sus actos y da la cara siempre. Sabe que se puede equivocar en sus acciones y es el primero en reconocer, aprender y corregir el error. Eso sí, sabe que no se puede equivocar en sus intenciones.
  • El líder conoce su misión. Sabe a dónde va y en qué está porque quien no sabe a dónde va no sabe dónde está.
  • Cree en sí mismo. Tiene claras sus debilidades y sus fortalezas.
  • No depende de los otros en lo esencial pero trabaja y fortalece el trabajo en grupo, basado en el respeto.
  • Asume lo difícil, no le saca el cuerpo, sabe que las dificultades son la mejor forma de desarrollarse y de aprender.
  • Siempre es agradecido con la vida misma y con los demás y por ello siempre está celebrando algo.
  • No pierde el tiempo juzgando a otros, solo se juzga a sí mismo para avanzar.
  • Tiene la capacidad de arriesgar aunque lo haga bajo ciertas seguridades.
  • Es intuitivo, capacidad que está por encima de la inteligencia y el conocimiento.
  • Conoce y acepta los imposibles, no lucha contra ellos pero tiene al mismo tiempo la capacidad de lograr metas que parecían imposibles.
  • Se apasiona por la causa. Ama profundamente lo que hace y desborda un entusiasmo que contagia a los demás.
  • Entre las dos fuerzas que mueven al mundo, el odio y el amor, escogió contundentemente el amor, porque es la única manera como su vida tiene sentido y sirve para algo.
  • No descuida las cosas pequeñas. Aunque tiene la capacidad infinita de soñar, sabe que la vida cotidiana la hacen las acciones cotidianas.
  • Domina sus temores aunque tema. Y es especialmente sencillo.

Como ven, líderes hay pocos, pero que los hay los hay y ¡hay que creer en ellos!

Fuente:  elcolombiano.com

Erróneamente algunos confunden a las personas arrogantes con los que tienen una alta autoestima, y a la gente tranquila, de perfil bajo, con aquellos que tienen una baja autoestima. En general, las personas que más confían en si mismas, en sus valores y capacidad de logro y superación, son tranquilas, siguen adelante con sus vidas, hacen lo que quieren y se divierten.

De acuerdo a los psicoterapeutas Rex Johnson y David Swindley, muchos de los que ven afectada su autoestima buscan ocultar esta experiencia, en forma consciente o inconsciente. Según los investigadores, cuando nos sentimos amenazados en nuestra autoestima nos podemos ubicar en alguno de los siguientes cinco patrones de comportamiento a los que solemos recurrir como estrategias defensivas:

1. Quien disfruta criticando, juzgando y menospreciando a la gente, especialmente a quienes considera más exitosos que él, a veces como una manera de justificarse no logra dar una sugerencia constructiva, o porponer una acción positiva. En el fondo, sus esfuerzos están dirigidos a proyectar en el otro y en el mundo, la opinión que se ha formado de sí mismo.

2. Quien pone un montón de energía para evitar llamar la atención, trata de pasar lo más desapercibido posible, pues está convencido de que no es digno de dicha atención. No es capaz de aceptar un cumplido porque durante muchos años alimentó una autoimagen de alguien inadecuado, no merecedor de aprecio.

3. Quien no puede evitar quejarse, y suele sentir placer al hacerlo, y aprovecha toda oportunidad que encuentra para practicar esta especialidad. No importa lo que la vida le traiga, siempre es capaz de encontrar la falta, focalizarse en ella y quejarse sin cesar.

4. Quien se daña mediante hábitos adictivos, trastornos de la alimentación, o fobias.

5. Quien tiene miedo de exponer sus verdaderos sentimientos porque no puede enfrentar un posible rechazo. Nunca pide  ayuda y también evita quejarse o reclamar incluso cuando tenga todos los motivos válidos para hacerlo.


El estrés es una defensa natural del organismo contra algunas circunstancias de tensión que se presentan cotidianamente. Pero la sobrecarga del mismo termina teniendo consecuencias nefastas a nivel psicológico, social y físico para quienes la padecen. Conoce aquí más acerca de ellas.

El estrés es un problema cada vez más recurrente en nuestra sociedad. Si bien se trata de una defensa natural del organismo ante determinadas circunstancias, lo cierto es que cuando se genera una sobrecarga de la misma, las consecuencias pueden llegar a ser nefastas.

Las consecuencias del estrés tranquilamente podrían dividirse en dos áreas. Una dimensión psicológica y actitudinal, donde se advierten claramente en la personalidad del que padece de este problema cambios severos y, a su vez, un plano físico, donde el estrés termina repercutiendo invariablemente en el organismo.

Consecuencias psicológicas y en la personalidad:

  • Ansiedad
  • Depresión
  • Cambios de humor repentinos
  • Disminución del autoestima
  • Dificultad en la toma de decisiones
  • Cambios en el estilo de vida
  • Problemas en sus relaciones con los demás, tanto en el trabajo como en la familia
  • Aumento del consumo de alcohol, drogas y tabaco

Consecuencias físicas:

  • Cansancio, agotamiento o pérdida de energía
  • Dolores y contracturas en la espalda
  • Estreñimiento o diarrea
  • Dolores de cabeza frecuentes y migrañas
  • Hipertensión
  • Insomnio
  • Sofocos recurrentes
  • Caída del cabello
  • Malestares estomacales
  • Subir o bajar de peso
  • Presión de dientes o mandíbula
  • Problemas respiratorios como asma o alergias
  • Infartos y otros problemas coronarios

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Saber manejar lo que sentimos requiere de un factor crucial, que determina si nuestro manejo de emociones es adecuado o no: la autoestima. Normalmente se cree que el trabajo de autoestima es siempre para elevar el nivel de autoestima, sin embargo la autoestima es una emoción muy importante en la generación de emociones negativas y aprender a manejarla es clave para el desarrollo de la personalidad y el manejo de las emociones.

Lo que es importante entender entonces es que conforme más sepas manejar tu autoestima, más sepas sobre qué debes basar tu autoestima en las diferentes situaciones y más sepas identificar cuando estás contactando con tu autoestima y cuando la emoción que estás usando no es de autoestima sino que es un mecanismo de defensa para no sentirte menos que los demás, entonces mejorarás más tu manejo emocional, personalidad y tu manera de sentirte contigo mismo, con la vida y con los demás.

Hablemos ahora de la base de un buen programa de autoestima y por qué es esencial en el manejo de emociones negativas. La primera idea a considerar es que estas emociones se producen cuando nos sentimos amenazados, es decir, cuando nuestro cerebro activa lo que llamamos el Modo de Emergencia. Por lo tanto, una persona que no se siente amenazada por alguna circunstancia, no desarrollará emociones negativas frente a esa circunstancia.

Nos sentimos amenazados por una situación si de alguna manera percibimos que aquello a lo que nos estamos enfrentando o nos está sucediendo nos es de cualquier forma dañino o desagradable y nosotros no podemos hacer nada para impedir que nos ataque o afecte.

Si al hacer la evaluación, nuestra mente duda de que podamos dominar la situación con facilidad, entonces se disparan las reacciones de emergencia, es decir las emociones negativas. En resumen, las emociones negativas se disparan dependiendo de que tan capaces o incapaces nos sentimos para dominar una situación que nos es desagradable o dañina.

El trabajo central de Autoestima es el fomentar las ideas positivas respecto de uno mismo y las emociones más profundas que nos conectan con la sensación de valía personal. A la vez hay que desarmar las creencias que nos devalúan y las emociones autoagresivas y devaluatorias que han sido cultivadas dentro de nuestra educación o nuestras experiencias de vida.