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Los sentidos son un regalo de la naturaleza y  conectan nuestra esencia con el exterior, los sentidos llevan los mensajes de cómo está el ambiente, el calor, el frío, el gusto, el olor.

Edúcalos para aprovechar las hermosas cosas de la vida, pues es también a través de los sentidos  que podemos decir que estamos viviendo y «sintiendo» . Los sentidos son los mejores ayudantes que tenemos para conectarnos con nuestro presente y vivir el aquí y el ahora.

Aquí hay una forma de sacarles provecho, disfrutando y agradeciendo de todo lo que puedes sentir:  Puedes concentrarte en tus sentidos, si quieres con los ojos cerrados o cuando los tengas más educados lo puedes hacer con los ojos abiertos para que puedas también apreciar de tu visión. Concéntrate en tu respiración, escucha todo lo que te rodea, pero no te quedes en un sólo sonido sino que sigue escuchando tu presente cada instante y siente que eres uno con tu alrededor. Siente la respiración a través de los poros de tu piel. Siente el aroma de tu ambiente y disfrútalo, vive tu regalo, tu presente, tu vida ahora mismo.

Otra situación en la que podemos practicar el sentir es por ejemplo a la hora de comer, para que se te haga más placentera y nutritiva tu cena, antes de poner los alimentos en tu boca puedes deleitarte mirando sus colores, la forma en que está presentada, escuchar su sonido, oler el aroma que desprende. Esto hará que tengas completa disposición y toda tu atención en ese momento, así mismo cuando ingresas tu alimento podrás completar tu deleite con tu sentido del gusto.

Por algo hay una frase popular que dice que vivas con los cinco sentidos bien puestos pues los sentidos conectan nuestra parte física con nuestra parte más sutil y son  los mensajeros del alma.

A veces a mi mente llega la idea de cómo sería nuestro planeta si se hubiera respetado la sabiduría indígena o si en vez de ser los indígenas los conquistados hubieran sido los blancos. ¿Tendríamos más respeto por la naturaleza?  O definitivamente, ¿el proceso teníamos que vivirlo como hasta ahora? Tendríamos los avances tecnológicos actuales o ¿estaríamos muchísimo más avanzados y en armonía con nuestro entorno?

Lo único que podemos es reflexionar y aprender de las historias y actuar en el presente con lo que tenemos a nuestra disposición.

Y hablando de la historia, hay un documento que nos brinda una excelente reflexión sobre la Tierra y el medio ambiente.

Se trata de una carta escrita 1854 por el Jefe Seattle en respuesta a la oferta que le hizo  el Gran Jefe Blanco de Washington por una gran extensión de tierras indias, prometiendo crear una «reservación» para el pueblo indígena.

Aquí está la carta completa donde se plasma el gran respeto por la madre tierra de nuestros antepasados y  ha sido descrita como la declaración más bella y más profunda jamás hecha sobre el medio ambiente.

¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos, dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿cómo podrá, ustedes comprarlos? Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo, cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo.

La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas-. Los muertos del hombre blanco se olvidan de su país de origen cuando emprenden sus paseos- entre las estrellas; en cambio-, nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y asimismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; éstos- son nuestros hermanos.

Las escarpadas- peñas, los húmedos prados-, el calor del cuerpo del caballo- y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia. Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos está pidiendo demasiado. También el Gran Jefe nos dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros.

El se convertirá en nuestro padre y nosotros- en sus hijos. Por ello estamos- considerando su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil ya que esta tierra es sagrada- para nosotros.

El agua cristalina- que corre por ríos y arroyuelos no es solamente el agua sino también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos nuestras tierras, deben recordar que son sagradas y a la vez deben enseñar esto a sus hijos y que cada reflejo fantasmagórico- en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos- y memorias de las vidas de nuestras gentes.

El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos- y sacian nuestra sed, son portadores de nuestras cano-as- y alimentan a nuestros hijos-. Si les vendemos nuestras tierras ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos y, por lo tanto, deben- tratarlos con la misma dulzura- con que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo- de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin impor-tarle. Le secuestra la tierra a sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra-, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorará la tierra dejando atrás sólo un desierto. No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del piel roja. Pero quizás sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada. No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar cómo se abren las hojas de los árboles en primavera o cómo aletean los insectos. Pero quizás también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada.

El ruido parece insultar nuestros oídos. Y, después de todo ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras (aguaita-caminos) ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo.

Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas- de pinos. El aire tiene un valor- inestimable para el piel roja ya que todos los seres comparten un mismo aliento, la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire.

El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Pero si les vendemos- nuestras tierras deben recordar que el aire nos es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene.

El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas. Por ello estamos considerando su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré condiciones: El hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo cómo una máquina- humeante puede importar más que el búfalo al que nosotros matamos sólo para sobrevivir.

¿Qué seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que le suceda a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado.

Deben enseñarle a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con la vida de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla.

Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a sí mismos. Esto sabemos-: La tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos, todo va enlazado, como la sangre que une a una familia.

Todo va enlazado. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, no queda exento del destino común. Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos.

Sabemos una cosa que quizás el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que El les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así. El es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para El y si se daña se provocaría la ira del Creador.

También los blancos se extinguirían, quizás antes que las demás tribus. Contaminen sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos. Pero ustedes caminarán hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja.

Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes. ¿Dónde está el matorral? Destruido. ¿Dónde está el águila? Desapareció.

Termina la vida y empieza la supervivencia.

Parvati es una de las diosas más amorosas, benevolentes y misericordiosas del panteón hindú. Es la consorte de Shiva y se manifiesta como extraordinariamente compasiva. Cierto día, uno de sus hijos, Kartikeya, hirió a una gata con sus uñas.

De regreso a casa, corrió hasta su madre para darle un beso. Pero al aproximarse al bello rostro de la diosa, se dio cuenta de que ésta tenía un arañazo en la mejilla.

–Madre -dijo Kartikeya-, hay una herida en tu mejilla. ¿Qué te ha sucedido?
Con sus ojos de noche inmensa y profunda, la amorosa diosa miró a su querido hijo. Era su voz melancólica y dulce cuando explicó:

–Se trata de un arañazo hecho con tus uñas.

–Pero, madre -se apresuró a decir el joven-, yo jamás osaría dañarte en lo más mínimo. No hay ser al que yo ame tanto como a tí, querida madre. Una refrescante sonrisa de aurora se dibujó en los labios de la diosa.

–Hijo mío -dijo-, ¿acaso has olvidado que esta mañana arañaste a una gata?

–Así fue, madre -repuso Kartikeya.

–Pues, hijo mío, ¿es que no sabes ya que nada existe en este mundo excepto yo? ¿No soy yo misma la creación entera? Al arañar a esa gata, me estabas arañando a mí misma.

*El Maestro dice: Al herir, te hieres. A quienquiera que dañes, te dañas a ti mismo.

Fuente: :yogainbound.org

La muerte es sólo un niño de cara triste
un niño sin motivo, sin miedo, sin fervor
un pobre niño viejo que se parece a Dios.

A veces, sin embargo es tan sólo un silencio
sin pasado, sin molde, sin olor
un silencio en que ladran los perros esos perros
y uno se pregunta quiénes son.

Otras veces es una niebla espesa
que se mete en los ojos
que destruye la voz
y lo arrincona a uño definitivamente
bueno definitivamente no
tan sólo hasta que uno
se siente sin amor.

Por lo común la muerte es solamente un niño
de cara triste un niño que sale de la noche
sin motivo, sin miedo, sin fervor
un pobre niño viejo
que deja caer su mano
sobre mi corazón.

 Poema de Mario Benedetti – Más o menos la muerte.

Un día, un Maestro y su discípulo llegaron a la gran ciudad. No tenían dinero con ellos, pero sabían que necesitaban comida y un lugar para quedarse. El discípulo estaba seguro de que iban a mendigar su comida, y dormir en el parque por la noche.

«Hay un gran parque, no lejos de aquí. Podemos dormir allí por la noche», dijo el discípulo.
«¿Al aire libre?» -Preguntó el Maestro.
«Sí», respondió el estudiante.

El Maestro sonrió y dijo: «No, esta noche vamos a dormir en un hotel y comer allí también».

El estudiante fue sorprendido y exclamó: «¡No nos podemos permitir eso!»
«Ven y siéntate», dijo el Maestro.

Ambos se sentaron en el suelo, y dijo el Maestro:
«Cuando enfocas tu mente intensamente sobre cualquier tema, te unes en armonía al Universo para que se materialice».

El Maestro cerró los ojos y comenzó a meditar con plena concentración. Después de unos diez minutos se levantó y comenzó a caminar, con su discípulo después de él. Caminaron por varias calles y callejones, hasta que llegaron a un hotel.

«Ven, vamos a entrar en el interior», el Maestro le dijo a su discípulo.

Acababan de poner un pie en la entrada, cuando un hombre bien vestido se acercó a ellos.

«Yo soy el gerente de este hotel. Se ven como peregrinos de viaje, y creo que no tienen dinero. ¿Les gustaría trabajar en la cocina, y a cambio darles comida y un lugar para quedarse?»

«Bien», respondió el Maestro.

El discípulo se quedó perplejo y le preguntó al Maestro: “¿Has usado alguna magia? ¿Cómo lo hiciste?»

El Maestro sonrió y dijo: «Yo quería mostrarte cómo obra el poder de los pensamientos. Cuando piensas con plena concentración y fuerte sobre algo que quieres que suceda, y tu mente la dejas fluir sin resistirte al objeto de tu pensamiento, ineludiblemente tu pensamiento se materializa».

«El secreto está en concentrarse, visualizar, ver los detalles, teniendo fe y la proyección de la energía mental y emocional en la escena mental. Estos son los requisitos previos generales. Cuando tu mente está vacía de pensamientos, y sólo le permites entrar a un único pensamiento, gana un poder muy grande. Hay que tener mucho cuidado con lo que se piensa. Un pensamiento concentrado es de gran alcance, y ejerce una influencia muy fuerte».

El discípulo miró a su maestro y le dijo: «. Veo que tengo que afinar mi concentración con el fin de poder utilizar este poder»

«Sí, este es el primer paso», dijo el Maestro.

 

El acto de comer que realizamos diariamente es instintivo y básico, pero se ha convertido en algo totalmente mecánico, igual que la respiración, los hacemos sin percatarnos de ello. Si tomamos en cuenta que de estas actividades depende la energía para desarrollar nuestra vida,  debemos darle la importancia que se merecen.

Aquí algunos puntos importantes para tener en cuenta a la hora de comer:

Tomarse su tiempo: Dedicar por lo menos media hora para cada comida principal, siendo conscientes de que los nutrientes  que estamos ingiriendo son los que construirán nuestro cuerpo.  Podemos reflexionar en cuál es el origen de estos alimentos y agradecer a la naturaleza por el proceso que ha realizado y que nos ha permitido tenerlos en nuestra mesa.

Generar un ambiente adecuado: Tradicionalmente el momento de tomar los alimentos y comer ha sido el momento de reunión con la familia y amigos para compartir experiencias gratas y fortalecer lazos de las relaciones. Desafortunadamente estas costumbres en algunos hogares se han ido perdiendo o las familias reduciendo, lo importante es que así estemos solos  podamos sentir la calidez y disfrutar con todos los sentidos ese momento.

Concentrarnos en ello: No entretener la mente realizando alguna otra actividad simultánea como hablar por teléfono(se debería en lo posible desconectar en ese momento), o viendo televisión y mucho menos noticias angustiantes que a nivel inconsciente generan tensión interna y bloqueos que impiden que nuestros órganos realicen una buena labor de digestión.

“La comida entra por los ojos”:  Y por los sentidos en general, un plato con variedad de colores nos provoca y nos llama la atención, así como el disfrutar su aroma y luego sentir las diferentes texturas a través de nuestras manos y con el gusto en nuestra boca.

La digestión empieza en la boca: Con el proceso de masticación y combinación de las dos enzimas presentes en la saliva ptialina y lisozima que permiten la descomposición del almidón en moléculas más pequeñas y eliminación de bacterias, respectivamente. Por eso debemos masticar bien los alimentos, hace tiempo escuché que 72 veces cada bocado, después he leído que 60 veces, 32 veces. Más práctico que ponernos a contar las veces que masticamos que a la larga nos impresionaría y quedaríamos con dolor de mandíbula es tener presente que al masticar debemos llegar al punto de “beber  los sólidos” y “masticar los líquidos”.

Información de Saciedad: Al estar concentrados en nuestro alimento y el proceso de digestión que estamos realizando podemos también sentir el punto exacto de satisfacción sin tener que ingerir más de lo que necesitamos. Cuando comemos distraídos viendo tv, leyendo un libro o cualquier otra actividad, el cerebro puede no alcanzar a enviar la información de saciedad a tiempo a nuestro estómago y comemos de más.  El estómago  es un órgano muy flexible y se estira cada vez que agregamos alimentos de más a tal punto de ir aumentando su tamaño. Para que el estómago realice su función correctamente debe estar lleno entre un 80 a 60%. El 20 a 40% libre lo necesita para remover bien sus contenidos. El aumento del tamaño el estómago se evidencia claramente en abultamiento abdominal que impide lucir una figura esbelta.

Si tenemos siempre presente la premisa de “vivir el momento presente al máximo como si fuera el último de nuestra vida”, incluso al momento de comer, nos podremos concentrar y disfrutar de esta necesidad  básica para nuestro cuerpo y mente cumpliendo total y placenteramente su función de reconstrucción de nuestro organismo.

La comunicación es indispensable para lograr organización y entendimiento en todos los aspectos de nuestra vida, pues es la transmisión de información de un sujeto a otro, que puede ser la pareja, un hijo, el compañero de trabajo, etc.

La comunicación es un arte, ya que es la forma de expresar nuestros pensamientos y sentimientos. Un buen artista analiza qué mensaje quiere plasmar en su obra y busca la forma de materialización que sea práctica, sencilla y más entendible para el observador.

La comunicación es una ciencia, ya que es exacta y precisa. Si decimos palabras ofensivas, conseguimos de inmediato el efecto rechazo en nuestro interlocutor. Si transmitimos palabras dulces  con amor o una sonrisa también conseguiremos el efecto positivo en el otro.

La comunicación es el medio para conocer y entender más acerca del otro y poder llegar a su interior. Debo profundizar e investigar las necesidades del otro para conocer su verdad, que puede ser igual o diferente de mi verdad. Todos interpretamos el mundo de manera diferente.  Pero utilizando eficazmente la comunicación encontramos un punto intermedio que genere hermandad.

Hay que estudiar y perfeccionar diariamente nuestra comunicación para que seamos congruentes con el mensaje que queremos expresar, pues la comunicación abarca no sólo las palabras, sino nuestros gestos, postura,  lenguaje corporal y tono de voz.  El antropólogo Albert Mehrabian realizó estudios durante los años 70 en los que analizaba la importancia relativa de los mensajes verbales y no verbales. Y concluyó:

  • El lenguaje verbal (lo que se dice) participa escasamente en la comunicación de emociones y sentimientos: apenas un 7%.
  • El lenguaje paraverbal (entonación, proyección, tono, énfasis, pausas, ritmo, etc.) corresponde aproximadamente un 38% de la comunicación
  • El lenguaje corporal (gestos, posturas, mirada, movimiento de los ojos, respiración, etc.). Abarca el 55% de nuestra comunicación.

La importancia de los elementos no verbales sobre los verbales aumenta si existen incongruencias entre ellos: si las palabras y el cuerpo están en descuerdo, uno tiende a creer al cuerpo.

Sin comunicación efectiva no hay buenas relaciones

Si los hombres han nacido con dos ojos, dos orejas y una sola lengua es porque se debe escuchar y mirar dos veces antes de hablar.

Marquesa de Sévigné.

Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación.

Proverbio árabe.

Si te has dado cuenta todo en la naturaleza y en el universo constantemente tiene cambios y transformaciones, el agua de los ríos corre y a su paso lleva piedras, cambia el camino y se va acomodando de acuerdo a las circunstancias que se le van presentando.

Incluso lo que visiblemente no parezca  en movimiento, lo está. Por ejemplo en los seres humanos aunque aparentemente  nos veamos estáticos nuestras células van reemplazándose constantemente por nuevas. Cada clase de tejido tiene su tiempo de renovación, que depende del trabajo desempeñado por sus células. Las células que recubren el estómago, duran sólo cinco días. Las células de los glóbulos rojos, magulladas y golpeadas después de viajar casi 1500 kilómetros a través del laberinto del sistema circulatorio, sólo duran alrededor de 120 días antes de ser enviadas al cementerio del bazo. La epidermis, la capa superficial de la piel, se recicla más o menos cada dos semanas.

En general renovamos totalmente nuestro cuerpo aproximadamente entre cada siete a cada diez años pero conservando  la forma y el lienzo de nuestro ADN como lo han comprobado los estudios de  Jonas Frisen biólogo celular del Instituto Karolinska, de Estocolmo.

Al trasladar y aplicar la observación de este ciclo natural de renovación a nuestra trayectoria en la vida  podríamos concluir que:

  • Debemos alimentar nuestro cuerpo y nuestra mente muy bien diariamente para que esta renovación se realice con los mejores materiales.
  • Así como todo cambia en la naturaleza debemos fluir con los acontecimientos y circunstancias(renovar nuestra forma de pensar y actuar)  y  volvernos maleables conservando siempre nuestra esencia(asi como conservamos nuestro ADN).
  • Si nos quedamos estáticos y no aceptamos el cambio, vamos en contravía del ciclo haciendo cada vez más difícil la trayectoria por nuestra vida, seria como nadar contra la corriente.