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“Los buenos desempeños de los trabajadores pueden llegar a desaparecer si no reciben ningún tipo de reconocimiento, aprecio o valoración por la labor que realizan”: B. F. Skinner. Claro, muchos jefes pensarán que recibimos un salario por hacer nuestro trabajo, sin embargo lo bueno que uno hace como empleado podría ser apreciado por los superiores.

Un especialista del tema asegura que: “todos parecen entender que no es fácil que te suban el sueldo o que es algo que puede que ni esté entre los poderes del jefe directo, pero escatimar una palabra amable, un apoyo especial, un reconocimiento del esfuerzo realizado… eso ya es más difícil de comprender”.

¿Por qué a los jefes les cuesta tanto felicitar a sus subordinados? Para otros es egocentrismo. Les cuesta felicitar a los empleados porque nos encanta el reconocimiento individual y nos olvidamos de pluralizar y compartir con los demás los logros.

¿Qué se puede hacer al respecto? Lo primero es olvidarse de la actitud del jefe malo; la obsesión por pillar en una falta a los empleados y orientarse a lo que los demás van a hacer bien.

Hay que pensar positivamente, hay que ser conscientes de que a todos nos gusta que nos reconozcan el esfuerzo y no que sólo nos critiquen lo que no hacemos bien. Hay que intentar ver más allá de los resultados, y valorar también las actitudes. Hay muchas cosas que podemos reconocer: el compañerismo, la colaboración, la asunción de riesgos, la toma de decisiones, la autosuficiencia, la iniciativa.

Las felicitaciones son positivas, pero deben estar justificadas y no convertirse en rutinario. La primera vez que uno recibe un reconocimiento surte efecto, pero si se hace rutinario pierde valor. Es importante felicitar cada vez que se quiera reforzar una conducta, pero luego debe hacerse de forma irregular.

Eso sí, hay que tener en cuenta que es mejor pasarse que quedarse corto. Una felicitación de menos puede ser suficiente para tirarse el ánimo de un colaborador.

No hay que esperar ver los resultados para felicitar, lo mejor es hacerlo en el camino hacia la consecución de objetivo: valorar el esfuerzo, la ampliación de la jornada, la sobrecarga de tareas, la actitud. Reconocer lo que ya se ha conseguido es una obviedad que tiene mucho menos impacto en el ánimo del empleado.

El cuerpo necesita de 8 horas mínimas de sueño a diario para reponer energías, descansar adecuadamente, e incrementar la productividad.Investigando al respecto, esta premisa está en duda.

Los investigadores han desmentido la necesidad de dormir 8 horas como mínimo, ya que, según los mismos, el cuerpo físico no requiere recargar las pilas mediante ciertas horas de sueño, sino que quién necesita descanso es nuestro cerebro.

Por otra parte, un estudio de 1913 asegura que el cerebro de los adultos puede descansar adecuadamente con sólo entre 5 y 7 horas de sueño.

Aunque la explicación científica nos permite decir que «el cuerpo no necesita el descanso«, si podemos afirmar que si no dormimos lo suficiente, el cerebro no responde correctamente y por lo tanto, las actividades motoras, así como las mentales, no pueden realizarse de la mejor manera.

Además, muchas son las investigaciones que aseguran que dormir lo suficiente mejora las funciones físicas, previene enfermedades, favorece el trabajo mental, incrementa el rendimiento deportivo, entre otros beneficios para la salud.

Lo que hoy se puede debatir es cuánto es lo mínimo e indispensable que debemos dormir para vivir con salud. No obstante, nuestro cuerpo funciona muy asociado a las horas de luz solar que orienta nuestro «reloj biológico«, y ésto significaría un mínimo de entre 7 y 8 horas de sueño si dormimos en ausencia de sol.

Sumado a ésto, si bien el cerebro sólo requiere dormir, el estrés que puede causar un descanso inadecuado y poco reparador, puede iniciar el desarrollo de afecciones que perjudican severamente la salud. Por lo tanto, yo preferiría continuar con la premisa de que dormir un mínimo de 8 horas diarias protege mi cuerpo, mi mente y mi calidad de vida.

 

¿Quién no ha cometido un error en el trabajo? Entre menos se cometan pues mayores posibilidades de continuar trabajando se tendrá. No de papaya.

1. Cuide su comportamiento. El mal comportamiento en el trabajo es una muy maña señal. Decir mentiras, hablar mal de otros sin necesidad, utilizar el teléfono celular de manera prolongada y los malos hábitos alimenticios, hacen parte de una lista de errores. El volumen de la voz y la grosería también puede llegar a molestar a sus compañeros de trabajo.

Recuerde que tratar de intimar mucho con un compañero de trabajo, también puede ser imprudente pues muchos consideran que la oficina no es un lugar para acercamientos personales.

2. Tenga cuidado con las conversaciones. El peor error que puede cometer en cuanto a conversaciones es tocar de una sola los temas tabú, los chismes de oficina o interrumpir de manera abrupta las conversaciones de otros.

3. Recuerde que usted está en el trabajo, no con amigos. Política, religión y sexo, pueden ser temas que pueden estar fuera de los límites normales. Los gritos y las interrupciones no son adecuados con los compañeros de trabajo, ni con el jefe y mucho menos con los clientes.

4. Sepa cuidar su imagen. Llegar tarde y estar mal presentado, por ejemplo, son errores para la imagen de cualquier profesional. No ser puntual hace perder tiempo a todos los que trabajan con usted, especialmente el jefe y los clientes.

Dicen que la primera impresión es la que vale, lo cual resulta válido en los negocios y en la vida. Trate de no revelar tatuajes o piercings. No use ropa reveladora e inapropiada para el ambiente en que se desenvuelve.

5. Cúidese en eventos sociales. Los eventos de la compañía son inevitables, ya que asistir a ellos puede hacerlo parecer antipático y poco social, pues normalmente están hechos para celebrar momentos especiales para las compañías. Es recomendable no abusar de las bebidas, tener comportamientos extravagantes con sus compañeros de trabajo.

Quedarse en la fiesta de la oficina hasta que lo saquen y que su jefe lo tenga que llevar a la casa acaba totalmente con su imagen. No aproveche este evento para entablar relaciones con su compañera de cubículo.

 

Que no le toque hacer malabares. Su entorno de trabajo debe facilitarle una postura adecuada. La silla, el escritorio y el computador deben estar bien ubicados, y usted tiene que sentirse cómodo a la hora de usarlos.

Con estos consejos podrá evitarse estas molestias, y  lesiones o dolores crónicos.

  • Pantalla: Debe estar al nivel de los ojos, de modo que no sea necesario subir o bajar la cabeza para verla.
  • Teclado: Su lugar ideal es a la altura de los codos, pero no hay problema si queda unos pocos centímetros por debajo. Si su posición es diferente, el usuario se expone a lesiones
  • Ratón: La distancia entre el hombro y el mouse no debe ser muy grande. El codo debe estar ligeramente doblado y el brazo no debe estar tenso.
  • Muñecas: Deben estar dobladas entre 10 y 20 grados hacia arriba. Cuando están más flexionadas, ocurre lo mismo que cuando el teclado está demasiado arriba.
  • Piernas: Las rodillas y la cadera deben estar flexionadas en un ángulo de 90º. Cuando el ángulo es mayor o menor, pueden llegar el cansancio y las lesiones.
  • Pies: Siempre deben estar apoyados. Cuando quedan en el aire, “la espalda debe hacer un buen esfuerzo para mantener el equilibrio y aumenta el cansancio”.
  • Espalda: En un ángulo cercano a 90 grados. “La espalda va a estar estable si las piernas y la cadera están estables”.
  • ¿Usa un portátil?  Debe rrabajar siempre en una mesa, con una postura cómoda. Utilice un mouse externo, pues con el trackpad “es más probable hacer movimientos inadecuados”.

 Se puede afirmar que el nombre de nomofobia proviene del término inglés «no-mobile phobia» (fobia a estar sin móvil). Los expertos señalan que estas personas experimentan una gran ansiedad cuando hay estas situaciones: pérdida de celular, batería o crédito agotado y falta de señal.

El 2008 el gobierno británico realizó estudios al respecto. Se observó que un 56% de hombres y un 48% de mujeres sufrían esta fobia y que un 9% se sentían estresados cuando su aparato se apagaba.

En 2012 el nuevo estudio elaborado por la empresa SecurEnvoy revela que la cifra de afectados aumentó en el país. Después de encuestar a unas 1.000 personas, se constató que el 77% de los individuos con edades comprendidas entre los 18 y los 24 años sufrían nomofobia, mientras que en la franja de edad que va de los 25 a los 34 años, la incidencia fue del 68%.

Se descubrió también que un 41% de los encuestados cargaban con ellos dos celulares para nunca quedarse «desconectados».

Aunque expertos en adicciones dicen que no se puede considerar todavía como enfermedad, muchos ya creen que muestra todos los síntomas. Los principales síntomas de una persona nomofóbica son el miedo a no disponer del celular. El nomofóbico no puede imaginar salir a la calle sin él y además invierte un mínimo de cuatro horas diarias consultándolo por motivos ajenos al trabajo.

El nomofóbico suele tener baja autoestima, ser introvertido, no tiene habilidades de afrontamiento. En su tiempo libre sólo usa el móvil, algo que va unido a no tener otras actividades de ocio.

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En la vida como en el ajedrez el único que tiene que moverse hacia adelante es el peón. ¿Cómo jugarse la vida? ¿Vale la pena ser Rey?  Copiamos esta reflexión realizada por el Docente Sergio A. Castrillón. Profesor de Negocios Internacionales de Eafit, esperamos que sirva de reflexión a nuestro lectores.

Como ciudadano, no deja uno de escandalizarse frente a los múltiples escándalos de corrupción, las tentaciones del dinero fácil y las ilusiones del arribismo social que seducen a nuestros jóvenes profesionales.

Como profesor universitario, es preciso ir más allá de la indignación, pues se hace imperativo ser parte de la solución, ir más allá de los lamentos, pues con rasgar las vestiduras no necesariamente contribuimos a encaminar mejor las futuras generaciones.

Así pues, en estos días me puse en la tarea de auscultar las razones por las cuales nuestros estudiantes, siguen dejándose descrestar (literalmente, corriendo además el riesgo de perder sus testas, junto a las decorativas crestas) por las promesas efímeras del éxito cortoplacista y el esfuerzo mínimo. Se me ocurrió pensar que quizás nunca han leído a Estanislao Zuleta elogiando la dificultad, y que seguramente desconocen a Hesíodo, que desde hace siglos rescataba la importancia del trabajo para hacer realidad los anhelos de justicia, en los días de la humanidad.

Aunque son lecturas encantadoras, y la filosofía ciertamente es parte de la solución en el largo plazo, creo que también conviene pensar en modelos mentales más lúdicos, que desaten además la imaginación y faciliten la tolerancia frente a la incertidumbre (pues de alguna forma, el apego a los logros, puede interpretarse como una aprehensión hacia la incertidumbre).

¿Cómo transmitir entonces el mensaje, que el éxito no lo es todo, o qué el proceso es más importante; o como dice el poeta, que lo importante no es el punto de llegada, sino el camino que se recorre?

Se me ocurrió entonces pensar en el ajedrez, donde la figura más humilde, ignorada y masiva, puede interpretarse como una metáfora excelente para repensar nuestros patrones de conducta social.

En nuestras sociedad vemos reinas que se mueven sin restricción alguna; quizás seduciendo con su belleza, tal vez financiadas por algún capo de agujeros negros, centros de fuerzas gravitatorias difíciles de contener. También vemos caballos que saltan con ímpetu y presteza, sin consideración alguna por los demás. Muchos alfiles, avanzan con destreza, diagonalmente, con posibilidad de reversar y cambiar de rumbo, sin comprometerse en la orientación, cubiertos con un cierto manto de sacralidad. También observamos torres que reflejan solidez, que protegen y con rapidez cubren vastos territorios; que pueden ir y volver, desplegando fuerza. Obviamente también encontramos el rey, que todos quieren proteger y servir, el centro de la lisonja y servil atención de los demás, que renuncian a su propio destino, sacrificándolo en función de otra ficha, que simplemente ostenta una jerarquía mayor.

Sin lugar a dudas, todas las figuras son valiosas dentro del ajedrez, y nos permiten esbozar símiles para pensar la sociedad. Cada figura permitiría ahondar la reflexión explorando sus significados dentro de la sociedad actual, o interpretando su lugar en la génesis y evolución del juego. Pero hoy, le quiero dar protagonismo al peón, pues en la vida y en el juego, representa un modelo de acción, honesta y determinada.

El peón es la figura más similar al ser humano: es la más frágil del tablero, la de mayoritaria presencia, la más vulnerable, por su posición y contextura. Sin embargo, su debilidad se convierte en potencia, pues siempre debe mirar hacia adelante, y su restricción de poder avanzar sólo una casilla a la vez, le otorga una constancia inigualable. El peón no puede retroceder, sus diagonales son pequeñas y orientadas, siempre en función del norte, muy parecido al ineludible destino de la gran población, que con pequeños logros construye su proyecto de vida, un día a la vez; sin recurrir a atajos ni privilegios.

¿Por qué no atrevernos a proponer distintos modelos para nuestros estudiantes y profesionales? ¿Por qué no desechamos de nuestro inconsciente colectivo el modelo del rey, la más inútil de las fichas, inherentemente lento, ambiguo y condenado a esconderse? Aunque la idea no es ofrecer una apología a la iniquidad ni a la asimetría social, repensar el role del peón nos ayuda a reivindicar la idea del mérito y la persistencia; del trabajo honesto, de quienes se esfuerzan, a veces se sacrifican, pero nunca claudican.

Los peones nunca caen como cocos, pues nunca suben como palmas. No pueden refugiarse en solapados enroques, ni tienen un séquito de servidores que generan barreras que los aíslan de la realidad. Los peones están a la vanguardia, son los pioneros, son quienes abren el juego, y a la postre son los únicos capaces de transcender, de convertirse en algo más, de transformarse y potenciar sus capacidades. En una sociedad como la nuestra, todo eso es bastante loable y nada despreciable.

Fuente: dinero.com

A la hora de convivir con su pareja, hay que tener presente que la situación cambia y hay que compenetrarse para que todo sea óptimo.

Cuando el amor llega hay que tener en cuenta que también llegan los defectos, sin embargo por estar tan enamorados pues no los vemos. Mientras más temprano sepamos asimilirlos será mejor para nosotros. Este mismo trabajo tiene nuestra pareja.

A medida que la pareja se consolida, sus miembros deben tomar decisiones en común y en este punto es donde pueden aparecer temas de tipo familiar. La familia de alguno de los miembros quiere seguir teniendo una parte lo suficientemente grande como para influenciar a la pareja y esto puede llegar a originar problemas.

Las decisiones de pareja se toman por los miembros de la pareja, que no pueden seguir involucrándose de forma obligada. Los padres pueden dar su opinión sobre algún tema determinado, pero la pareja no puede convertirse en una marioneta de estas decisiones. Esto no significa que debamos dejar de hablar con nuestros familiares sino saber separar sentimientos.

Debemos aprender a compartir las cosas de este modo si en nuestra vida aparecen problemas o algún tipo de crisis, será mucho más fácil resolverlo entre los dos que uno solo. La carga será menor si la compartimos. Cuando los problemas llaman a la puerta debemos afrontarlos juntos, nunca huir de ellos porque aparecerán de nuevo hasta que consigamos resolverlo.

La comunicación es un factor importante y suele ser una de las primeras cosas que falla, si mantenemos una comunicación fluida con nuestra pareja todo será mucho más fácil. Si te enfadas con tu pareja será más fácil que le digas qué es lo que te ha molestado a que esperes a ver si descubre qué te ocurre, ya que probablemente no acertará nunca.

Eso sí, no hay que olvidar la individualidad de cada uno, comparte, pero hay que poner límites para tener una autonomía y dependencia, es decir, ser uno en cuestión de pareja pero sin olvidar que está formada por dos seres individuales que tienen necesidades.


No es fácil identificar a un líder aunque todos necesitamos de ellos. Lo que sí sabemos es que no es el que manda o el que tiene el poder.

Un líder es una persona que ejerce su influencia de una manera muy particular, sin violencias, sin imposiciones, con máxima sencillez. Líderes fueron Jesucristo, Mahatma Gandhi, etc. No lo fueron Mussolini, Hitler, Atila? Es inherente al término líder el que sea positivo, proactivo, dicen ahora, que desarrolla. Los últimos fueron tiranos, dictadores, caudillos, adalides, pero no líderes.

El liderazgo no depende del dinero o de la posición social, es algo más profundo.

  • Un líder es un ser humano que se ha desarrollado a sí mismo, se conoce, tiene capacidad de reflexión, de pensamiento, autoestima.
  • Es responsable de sus actos y da la cara siempre. Sabe que se puede equivocar en sus acciones y es el primero en reconocer, aprender y corregir el error. Eso sí, sabe que no se puede equivocar en sus intenciones.
  • El líder conoce su misión. Sabe a dónde va y en qué está porque quien no sabe a dónde va no sabe dónde está.
  • Cree en sí mismo. Tiene claras sus debilidades y sus fortalezas.
  • No depende de los otros en lo esencial pero trabaja y fortalece el trabajo en grupo, basado en el respeto.
  • Asume lo difícil, no le saca el cuerpo, sabe que las dificultades son la mejor forma de desarrollarse y de aprender.
  • Siempre es agradecido con la vida misma y con los demás y por ello siempre está celebrando algo.
  • No pierde el tiempo juzgando a otros, solo se juzga a sí mismo para avanzar.
  • Tiene la capacidad de arriesgar aunque lo haga bajo ciertas seguridades.
  • Es intuitivo, capacidad que está por encima de la inteligencia y el conocimiento.
  • Conoce y acepta los imposibles, no lucha contra ellos pero tiene al mismo tiempo la capacidad de lograr metas que parecían imposibles.
  • Se apasiona por la causa. Ama profundamente lo que hace y desborda un entusiasmo que contagia a los demás.
  • Entre las dos fuerzas que mueven al mundo, el odio y el amor, escogió contundentemente el amor, porque es la única manera como su vida tiene sentido y sirve para algo.
  • No descuida las cosas pequeñas. Aunque tiene la capacidad infinita de soñar, sabe que la vida cotidiana la hacen las acciones cotidianas.
  • Domina sus temores aunque tema. Y es especialmente sencillo.

Como ven, líderes hay pocos, pero que los hay los hay y ¡hay que creer en ellos!

Fuente:  elcolombiano.com

En los últimos 10 años, las tecnologías han avanzado a gran velocidad, no sólo en lo relativo al bienestar del día a día, la salud, el estudio del espacio, las telecomunicaciones y demás campos que afectan a la globalidad si no también en todo lo relativo a las relaciones personales.

El uso de Internet, las redes sociales, teléfonos inteligentes, los chats, la mensajería instantánea, las videollamadas… avalancha de opciones que ¿facilitan? la comunicación.

Antes del boom tecnológico, los celulares eran un artículo de lujo, casi nadie tenía uno y todos vivíamos felices, contentos e incomunicados excepto cuando estábamos en casa o en el trabajo. La colectivización de los teléfonos móviles, la reducción de su precio a la par que de su tamaño y la mejora de sus prestaciones, propició que todo quisque quisiera y obtuviera uno, hasta el punto en el que estamos hoy: cerca de los 5.000 millones de aparatos en el mundo.

La previsión indica que en dos años seremos 7.000 millones de personas en el planeta y en este momento ya hay en funcionamiento 5.000 millones de terminales, si en el primer trimestre de 2011 se vendieron cerca de 500 millones de aparatos… hay más teléfonos que personas.

El hecho realmente preocupante es la forma en que nos comunicamos actualmente, la pérdida de la cercanía que da la conversación cara a cara, lo humano de mirarse a los ojos cuando se habla.

Ya existe una generación que se está perdiendo todo eso. Aquellas largas charlas, conversaciones a múltiples bandas en las que todos nos reímos a la vez de las tonterías que se cuentan, ya casi no se ven.

Bien es cierto que hay un mundo de posibilidades en el uso de las tecnologías como medio de comunicación, como conversaciones subidas de temperatura, el sexo virtual, a calentar motores antes de verte, a jugar con las palabras y las imágenes que evocan en mi mente, a planear un encuentro antes de hacerlo realidad.

El placer de una buena conversación se está cambiando por quedar para hablar de nada y luego, de camino a casa, mientras ceno o incluso cuando ya estoy en la cama, que me bombardeen con declaraciones de intensidad variable que no han tenido redaños para soltarme a la cara.

Si usted no está aprendiendo las cosas que quiere y no está creciendo profesionalmente, tal vez sea hora de cambiar de empleo. FinanzasPersonales.com.co realiza una lista con todos los síntomas que revelan cuando ha llegado ese momento.

Estos son los sintomas:

1. No está aprendiendo nada nuevo:  Sí, usted ya sabe cómo hacer todo el trabajo. Pero también es bueno estar aprendiendo, de lo contrario no están creciendo profesionalmente.

2. Nunca se despierta emocionado para ir al trabajo: Despertarse sin ganas significa que no está disfrutando de su trabajo y que está disminuyendo su calidad de vida. Si se despierta todos los días y el temor de ir a trabajar, es hora de pensar en nuevos horizontes.

3. Se pasa más tiempo navegando en internet que haciendo su trabajo:  Cuando está en el trabajo, se supone que debe ser productivo. De lo contrario, se estará convirtiendo en una pérdida de tiempo y dinero para la empresa.

Si usted está aburrido y navegando en Internet, la mayor parte de su jornada de trabajo, es posible que deba pensar en otras opciones de trabajo en donde se tenga más estímulos y responsabilidades.

4. La mayoría de sus compañeros de trabajo no le caen bien:  Normalmente, en los lugares de trabajo siempre hay uno o dos compañeros de oficina que la mayoría de la gente no puede soportar. Pero si usted no quiere a la mayoría de sus compañeros, es probable que sus días no sean muy agradables.

Si esto le está sucediendo, es hora de pensar en encontrar una empresa cuyos empleados sean más afines con usted.

5. El dinero no le alcanza para pagar sus obligaciones:  Si está trabajando más de la cuenta y no le pagan lo suficiente para pagar sus facturas, es posible que esté sobrecalificado y mal pago en el puesto actual. Si es así, es bueno que busque un trabajo en donde le paguen lo que se merece.

En este punto hay que aclarar que si la razón por la cual el dinero no le alcanza es no tener un manejo adecuado de las finanzas personales, lo que debe hacer es consultar más seguido este portal.

6. Gasta tiempo en busca de otros trabajos:  Si pasa bastante tiempo en busca de otros puestos de trabajo mientras espera que termine la jornada laboral, es obvio que quiere dejar su trabajo. Así que siga buscando un nuevo puesto que seguramente encontrará uno que se ajuste a sus necesidades.

7. No ha conseguido un aumento en los últimos dos años: Si usted al realizar una evaluación objetiva encuentra que realiza su trabajo a conciencia y que la empresa ha obtenido beneficios por ello, merece ser recompensado.

Después de esto, si su jefe no le ha dado un aumento en los últimos dos años, pida uno. Si no lo hace, es hora de buscar un mejor lugar para trabajar.

8. Su jefe es una pesadilla:  A veces los jefes parecen no ser tan buenos y en algunos casos no son los más queridos por sus subalternos. Pero si su jefe se convierte en una pesadilla, se aprovecha de su tiempo y no es comunicativo, es definitivamente hora de encontrar un nuevo empleo.

9. La empresa no da buenos resultados:  En época de recesión, las ventas de las compañía disminuyen, pero esto no se traduce en un peligro inminente para sus trabajadores. Sin embargo, si el negocio lleva varios periodos en recesión y no logra salir de ella, sería bueno que ponga a circular su hoja de vida en otras compañías, antes de quedarse sin su empleo.

10. Usted vive estresado todo el tiempo:  Al pasar la mayor parte de su vida dentro del trabajo, debe aprender a disfrutarlo y no estar estresado todo el tiempo. Si usted pasa la mayor parte de sus días estresado por lo que pasa en la oficina, usted no está en el trabajo correcto