A la hora de convivir con su pareja, hay que tener presente que la situación cambia y hay que compenetrarse para que todo sea óptimo.

Cuando el amor llega hay que tener en cuenta que también llegan los defectos, sin embargo por estar tan enamorados pues no los vemos. Mientras más temprano sepamos asimilirlos será mejor para nosotros. Este mismo trabajo tiene nuestra pareja.

A medida que la pareja se consolida, sus miembros deben tomar decisiones en común y en este punto es donde pueden aparecer temas de tipo familiar. La familia de alguno de los miembros quiere seguir teniendo una parte lo suficientemente grande como para influenciar a la pareja y esto puede llegar a originar problemas.

Las decisiones de pareja se toman por los miembros de la pareja, que no pueden seguir involucrándose de forma obligada. Los padres pueden dar su opinión sobre algún tema determinado, pero la pareja no puede convertirse en una marioneta de estas decisiones. Esto no significa que debamos dejar de hablar con nuestros familiares sino saber separar sentimientos.

Debemos aprender a compartir las cosas de este modo si en nuestra vida aparecen problemas o algún tipo de crisis, será mucho más fácil resolverlo entre los dos que uno solo. La carga será menor si la compartimos. Cuando los problemas llaman a la puerta debemos afrontarlos juntos, nunca huir de ellos porque aparecerán de nuevo hasta que consigamos resolverlo.

La comunicación es un factor importante y suele ser una de las primeras cosas que falla, si mantenemos una comunicación fluida con nuestra pareja todo será mucho más fácil. Si te enfadas con tu pareja será más fácil que le digas qué es lo que te ha molestado a que esperes a ver si descubre qué te ocurre, ya que probablemente no acertará nunca.

Eso sí, no hay que olvidar la individualidad de cada uno, comparte, pero hay que poner límites para tener una autonomía y dependencia, es decir, ser uno en cuestión de pareja pero sin olvidar que está formada por dos seres individuales que tienen necesidades.