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El 6 de mayo de 1954, en Inglaterra, Roger Bannister hizo lo que nadie creía posible. Bannister se convirtió en el primer hombre en correr una milla en menos de 4 minutos, exactamente en 3 minutos con 59.4 segundos. Previo a esto, era comúnmente aceptado que nadie podía romper la barrera de los 4 minutos.

Se creía que era físicamente imposible. La creencia se convirtió casi en un hecho científico, como si se hablara de la aceleración de la gravedad o la velocidad de la luz.

Todo mundo, excepto Roger Bannister, tenían esta creencia. En realidad, la milla de cuatro minutos era una barrera psicológica más que cualquier cosa. Lo más curioso es que después de la hazaña de Bannister, en un lapso de sólo 56 días, John Landy rompió el récord de Bannister con 3 minutos y 57.9 segundos, en Finlandia.

Y para el año siguiente, ¡otros 16 corredores habían roto la barrera de los cuatro minutos! Bannister fue el pionero que demostró el efecto de ver más allá de una creencia limitante. Hace falta gente atrevida, que tenga esa cualidad clave: arrojo. Pero quien tiene dicha cualidad primero es catalogado como “loco”, y con el paso de los años se le llama “visionario” y ya después de mucho, genio.

Esto nos hace pensar que en el mundo hacen falta estos Bannister’s que nos hagan creer a los demás que sí se puede, que rompan las barreras de la incredulidad, de la limitación. Pioneros que desafíen la convención para recordarnos lo que es posible.

Así que ve por esa milla de cuatro minutos, aquello que sabes que vas a lograr si tan sólo te lo propones.