Para mí la vida es una escuela por la que pasamos acompañados de nuestros seres queridos, en la que me encuentro porque necesito moldear y afinar la “joya” o diamante más puro que hay en mi interior. Este moldeamiento se va logrando con cada experiencia vivida diariamente, por insignificante que parezca.

A diferencia de la escuela creada por la sociedad, en la que sabemos cuál es la fecha exacta en la que pasaremos el último examen final, en la vida sabemos cuándo entramos (al nacer) pero no tenemos claro hasta cuándo llegará nuestro camino de aprendizaje (al morir). Podría llegar a su final hoy mismo, mañana o tal vez dentro de unos años, pero esta incertidumbre es la que nos invita a valorar y aprovechar cada instante del presente.

Es una Escuela de Amor sin apegos. Tenemos padres, hermanos, amigos, hijos, compañer@s pero son simplemente acompañantes de viaje, cada uno llega y se va en diferente momento, de acuerdo a la lección que debe aprender.

Y tal vez lo más difícil de aprender es amar sin ataduras y ser feliz con lo que tenemos, pues la mayor parte del tiempo se gasta teniendo, acumulando posesiones, riquezas,  títulos, para darnos cuenta que todo esto es simple ilusión.