Cuando crecemos y tomamos responsabilidad de nuestra vida  ya no tenemos los padres, maestros o personas que cuando éramos niños nos llamaban la atención para realizar lo que debíamos en el momento adecuado.

Es de ese punto de nuestras vidas en adelante  que debemos practicar y fortalecer la autodisciplina, habilidad que nos permite:

  • Evitar actuar impulsivamente.
  • Continuar trabajando en un proyecto, incluso si la primera oleada de entusiasmo se ha desvanecido.
  • Ir al gimnasio, caminar o nadar, cuando lo único que se quiere es acostarse o sentarse y ver la televisión.
  • Mantener una rutina de ejercicios físicos que permita estar en forma.
  • Aprender a despertar y levantarse temprano.
  • Superar el hábito de ver televisión en exceso.
  • Continuar trabajando en la dieta, y se resistirse a la tentación de comer alimentos que engordan.
  • Comenzar a leer un libro y leerlo hasta la última página.
  • Para meditar con regularidad.
  • Para superar la pereza y la desidia.
  • Cumplir las promesas que haces a ti mismo y a los demás.